Una mujer bien libertina enterró en mi alma una espina, mientras ella se entrega al placer yo me entrego al dolor. Mi alma llora que llora en ella el dolor solo mora, a la vida le perdió color al amor le perdió su sabor. Mi alma está herida de muerte, menos mal que ella es fuerte otra alma ya habría muerto como mueren hombres en el desierto. Esta espina hoy me la saco porque me la saco, ella no va a poder conmigo yo soy despiadado con el enemigo. Al haberme enterrado esa espina en mi alma esa mujer me ha retado sin saber que muy pronto la lucha va a perder. En mi alma va a quedar un espacio bien inmenso otra mujer bella sin dudar lo llenará con sus besos intensos.
Texto agregado el 20-11-2024, y leído por 37 visitantes. (3 votos)