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Entonces ahí viene llegando la Chismosa con sus propias luces encendidas al rededor de las distintas paredes. Entrando por la bahía cual un yate en el boating. Por cierto muy elevada del nivel del mar porque está montada sobre un tortuga de grandes dimensiones donde el agua no alcanza a cubrir su cuerpo. Y sin perdida de tiempo y para nada importarle el frío, Argentino prefiere descender con el agua que le llega al cuello. Para luego, mitad a nado, mitad de punta de pies, ir tirando de las riendas, con el propósito del galápago poder liberarse del acarreo, y así la casa quedar flotando. Y una vez logrado esto, retrocede para atar la misma soga en la famosa baranda. Con lo cual luego avanza hasta que el agua le cubre la mitad del cuerpo; y con un poco mas de esfuerzo consigue llegar a tierra firme.
Para cual se hace necesario encontrar una larga caña, además de lo suficientemente gruesa como para hacer de sosten. Que como traje a medida localiza allí una, que aun está verde, entre los juncos. Para como se hubo propuesto clavarla en el fango y después amarrar la casa. Y mientra trabaja con el agua a las rodillas le vienen a la mente algunos pantallazos de recuerdos pasados. Especialmente de cuando pudo ver por segunda vez a su hija Susana, que estando junto con una amiga suya, que se encontraba de espalda a él; y era gracioso ver como parecía tener prohibido el darse vuelta para mirarlo. Para lo cual reflexiona que aparte de la tortuga muchas cosas lindas hay en la vida de suya. Enseguida echándose a imaginar que a lo mejor pueda venir un gaucho, de polaina y poncho, que conduciendo un tractor lo ayude a arrastrar la casa y ponerla en tierra firme; del cual luego su hija se enamora para luego contraer nupcias. Y sabe que piensa así pues le gustaría conseguir un marido para la nena y encarrilar su vida.
Cuando de pronto ve que la tortuga, por todo concepto, considerada ángel guardián, se está queriendo retirar sin despedirse. Argentino haciéndole notar que bien puede subir a tierra y quedarse tan siquiera hasta que el amanecer. Pero la tortuga prefiere regresar al mar, no sin antes avanzar hasta donde está Argentino y así devolverle las monedas de oro que tiene sujetadas en los labios. Y es que entonces, Argentino, sin emitir palabra, muy conmovido le da un profundo beso de medio minuto en la mejilla. Para luego cantarle una canción de Vox Dei, con un estribillo que dice así: Hay a mi alrededor mas de lo que mis ojos pueden mirar y llegar a ver...
Y así la tortuga se marchó sin pedir nada a cambio; ni de quejarse de ser esta región un llano aburrido sin otras tortugas o pingüinos.
Y mas luego de agitar un pañuelo en son de despedida, Argentino no puede evitar reparar en el colosal panteón de Atenas. Calculando que cuando amanezca lo primero que hará es ir a visitarlo.
Le agrada ver el mar tranquilo y la casa a pocos metros de la costa que solamente habría que mojarse un poco los pies.
Una vez instalado con la casa salió a enfrentar la noche parcialmente nublada y en el monte a buscar ramas caídas para usar de leña. Y así respira profundo el aire gaseoso húmedo del lugar. En tanto que la casa flota pero ni de cerca se mueve como en alta mar. La orilla se ve medio oscura y hay ranas y grillos. Pero no pudo encontrar demasiados palos como para tener un fuego encendido toda la noche.
Sin investigar más nada, toma la guitarra y vuelve sobre la canción anterior; muy emocionado recordando a la madre de Ricardo Soulé, que fue para él como una santa madrastra de jamás olvidar.
Las mujeres duermen él se siente como alga bamboleante golpeándose contra unos acantilados.
Está en sus planes beber otro poco de vino; borgoña o torrontes.
Así mismo, la borrachera que tiene a pasado de ser marejada de arroyo a tsunami del Pacífico.
Renglón aparte, piensa en su amada Naturaleza que mas que enojada u ofendida por el asunto de las guerras se encuentra dolorida físicamente por las bombas y misiles que le queman el cuerpo que es el propio aire y la superficie. Para luego rezar por la tortuga que a esta altura debe estar en altamar.
Cuando se metió al mar el calor que tenía en el cuerpo se calmó y ahora se siente en verdad relajado pero a la vez cansado.
Aún ignora si la inundación ha afectado también esta región o al mundo entero. Pero por lo visto pareciera que aquí no ha llovido tanto. Ha tirado una colchoneta en el suelo y en cualquier momento piensa caer desmayado en la tumba de la almohada; donde siempre da los últimos retoques a las conclusiones del día. Después de varias copas mas se dormita y sueña que Tábata entra en el salón llevando una mesa con ruedas con el corazón sangrando. Qué es un corazón enorme como una pelota de básquet.
Y él se está besando en la boca con Susana; que 1resulta ser una completa desconocida. Y pasa que Tábata le dice que no sea imbécil y que se haga un examen de adn que le va a dar positivo. Pero en la realidad chorizo con chimichurri y siguen como si nada dandole a la matraca. Y Tábata lo acusa de viejo zorro; al estar arruinando el prestigio por sentir tan sólo el sabor de las cosquillas.
Y entonces le quiere propinar una tunda. Hombre que al incurrir en el insesto de una delicada criatura, será considerado un cobarde incapaz de explicar con argumentos creíbles, el porqué de las anchas ojeras. El porqué de en vez de buscar felicidad en el aliento de una mocosa, por qué mejor no se inclina hacia las pesadas drogas.
En la realidad entre ellos no existen amargas discusiones propias de una separación definitiva. Sino solamente un debate intelectual casi siempre acompañado de mucho doble sentido e ironías
Pero en este sueño Tábata lo agrede físicamente mientras canta una canción fe Vox Dei que dice: Ayer no más, una mujer en mi camino, me hizo creer, que amándola sería feliz. Nunca sufrió demasiado por los cuernos de su amante. Lo considera algo secundario. Bien lo pudo comprobar al tener sexo pago. Y de saber que bien poco lo perturba estar con alguien que recién estuvo con otro.
Y de pronto despierta y mira hacia afuera como está la vida sencilla y linda. Y piensa para que volver a la ciudad si allí está muy bien.
Al menos por hoy, se prohibe rezongar por nada, ni escuchar lo que elucubra a menos que sean pensamientos optimistas. No obstante el momento de gruesa excitación, prefiere dedicarse a admirar las ideas puras, en el sentido de pureza.
Piensa que de ahora en adelante, siempre que compre algo, le va hacer una marca, para que nadie se lo pueda cambiar por otro parecido.
Pese al sabor de la saliva, de vino y de felicidad, calcula que en el tema de la guerra, aparte del horror propio de la confrontación, los conflictos bélicos mundiales acarrea problema económicos para el resto de las naciones.
Luego de descorchar otra botella vuelve a pensar en la política. Y saca como conclusión que los occidentales imperialistas tienen la tendencia de cuando estan furiosos ir derecho hacia al exterminio. Que eso es lo que los rusos interpretan como nazismo.
Hay una hoja blanca donde tiene ganas de escribir un nota de agradecimiento para luego colocar en una botella y arrojarla al mar:
Gracias Dios; ahora vaya y ayude a otro que lo necesite.
Se vuelve a recostar y se que dormido hasta el otro día.
Y ahora sueña que es un sacerdote y le da a su hija lecciones de teología mientras le explica que Jesús Cristo es sanación, y él adora estar sano. Jehová es la pura ciencia precisa, y él ama descansar todo los domingos. En tanto que Alá es ser buena gente y él adora estar rodeado de amigos, hombres de bien. Más después están los Budas, que son las loas lógicas a la materialidad; las cosas que nos llevamos por delante y que nadie puede negar. Se puede negar un milagro pero jamás un accidente de avión.
Luego de dormir se despierta si extraña de haber dormido tanto. Reparando en que hubo soñado. Pero alegrandose de haber descansado a fondo.
Mas luego comprueba que las chicas siguen durmiendo y se reconoce estar feliz pasándola tan bien, estando solo, que la próxima vez que duerma lo hará encerrado bajo llave. Y así abre los ojos al día; al hermoso amanecer! A tan solo las siete de la mañana. Sintiéndose lleno de placer y felicidad estando en su amada casa luego de tanto sufrir. Pero siente el deber de salir a inspeccionar. que no hayque aflojarle a la vida pero si a los pensamientos negativos; que hay que pasarlos por el tamiz del olvido.
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Estoy sumamente extrañado, de habiendo dos ingratas juntas haya tanto silencio. Es que todavía duermen? A ver? A ver? Espléndido, la casa en absoluta paz y armonía. Mis dos amores roncando cual si hubieran estado toda la vida despiertas, y recién anoche se acostaran a dormir por primera vez.
Buen día amanecer, voy a salir a ver que sucede de bueno y de paso a estirar las piernas.
Pero primero a desperezarse. Inhalo ondo y suspiro aliviado! Alegría sin igual; querida naturaleza.
Sin duda, comparado con la travesía de la que venimos, aquí todo yace muy tranquilo; cómo en la morgue de un hospital.
Nunca he bebido tanto alcohol. Es más, siempre fui muy medido; y soy un tanto abstemio. Demás está que lo aclare, que perfectamente sé, que de recién despertado luego de una noche de copas, uno debe quitarse la resaca bebiendo agua pura; agua y limón.
Pero hete aquí que sucede, que al agua del tanque no la quiero tocar; pués la quiero mantener como reserva. Y es así que aquí mismo prorrogo la rigurosa veda, por lo menos hasta comprobar si estamos a salvo. Lo mejor será ser prudente. Pasa que es intomable el agua del río de este lugar. Por lo tanto que nadie se atreva a beber del líquido del tanque. Solamente tomaremos cerveza y vino. Que buena decisión.
Sin embargo observo con tristeza que el galápago brilla por su ausencia. Y ante la falta del mastodonte amigo, por fuerza, se me impone la imagen del vacío. Cómo consecuencia, aquel maravilloso panteón griego, inmerso en gruesa neblina, comienza a ganar la simpatía de mis ojos; que no pueden dejar de mirar.
Che, me voy a echar una meadita. Voy hacer pis en el río. Sin importarme que la naturaleza me mire el pirulín.
Tengo por cierto que la naturaleza sabe reaccionar ante los acontecimientos importantes que generan los humanos; pero orinar es un hecho tan cotidiano y permanente, que ella misma se encarga de hacerlo trascender cual algo insignificante. Por lo tanto es de suponer que la naturaleza permanecerá al margen, totalmente indiferente.
Pero que veo allí. Unos sábalos, que con sus bocas abiertas parecen besar la superficie del Salado. Además de otros peces compañeros, que por la pinta deben ser bogas, haciendo percusión y cabriolas con sus bellas colas sobre el aire.
Naturaleza! Debo admitir que viniendo de un lugar similar a éste, ya me he familiarizado de tu belleza y por tanto he quedado cómo un tarambana insensible de la bondad de tus virtudes. Que ando como mal acostumbrado a la tanta belleza tuya, como consecuencia habiendo perdido parte de la capacidad de criterio. Por ende dejando de apreciar vivamente: La deliciosa húmedad de las mañanas, el nítido croar de sapos y ranas; pero que yo ni de cerca presto atención. Incluso he dejado de apreciar el hermoso piar de los pájaros de cualquier clase de condado, que es de las cosas que más me reprocho. Que dedicado de lleno a los trámites: Hoy por hoy carezco por completo de la capacidad de sorprenderme ante tu grandeza; Naturaleza. Porque de tan acostumbrado, ya no me sorprendo de prácticamente nada que tenga que ver con crepúsculos y amaneceres; con eclipses o lunas llenas; con fosforencia o aureolas boreales.
Está mal que lo diga, pero pocas cosas de tu composición, Naturaleza, me maravillan, aunque a decir verdad de todos modos te amo profundamente.
Por ejemplo, mira allí, Naturaleza, y si puedes contestar, contéstame. Que opinas de aquellos surcos sobre el río que dejan las ramas del sauce por gracia de la correntada? Poca cosa, verdad? Pues a mí me recuerdan a mis patas de gallo al norte de las mejillas. Pero en cambio a ti, te significan algo? Éso es parte tuya; digo, de la naturaleza; o del espacio tiempo del que tantas loas invertimos?
Tengo entendido que la vida es movimiento perpetuo de tus entrañas en engendrar reciclada existencia; es así? tú opinas lo mismo?
Si necesitas contestar por medio del viento, pues hazlo. Pero por favor, sólo haciendo soplar una brisa reconfortante.
Mira como bebo cerveza. He aquí mi naturaleza guiada por la coyuntura. Brindo por ti, Naturaleza.
Sabes? Recién estoy desayunando; como un montañés que se alimenta con rubia cerveza, y más luego de apoyar el chopp en la boca le quedan los labios como con espuma de afeitar.
Estoy barbudo, irreconocible; lo sé; debes saber perdonar.
Aunque a esta hora es aventurado asegurar algo, el clima pareciera conservar la acostumbrada inestabilidad de los últimos tiempos; estoy en lo cierto?
En definitiva, hay escarcha, hace frío, y está bien que así sea, pues el sol se aparta de nosotros. No veo nada de sorprenderme en ello. Pero hemos salido de un gran lío y ello es lo que cuenta.
Aunque resulta improbable que sea algo fácil, recuerda, Naturaleza, que ayer prometí buscar leña.
La leña de palos sueltos, que es? Es parte de tu cuerpo; o es asqueroso excremento? Pues entonces me pondré las botas de goma y tomaré el machete para abrirme paso por entre la maleza.
Te prevengo, Naturaleza, que habiendo cenado y desayunado con cerveza, voy a descender a tierra algo tambaleante. Y voy a dirigir mis pasos dando especial prioridad a ir hacia la mole de cemento. Ven, acompáñame. Te prometo hacer de guía turístico y a no dejarte de a pié.
Epa, te has fijado? O sencillamente eres tú; aquella garza que de golpe salió volando aparecida de detrás de los juncos?
Pero, che, Naturaleza.
Dime. Que opinas de aquel de allí en frente. De aquel panteón de tipo griego, que me tiene el nervio óptico exitado como cuando la Susana ve rocío perfecto en las flores del rosal. Dime: A ti te pasa lo mismo que a mí, con aquel Partenón de Nashville?
Al fin de cuentas, tú eres, Naturaleza, tan bella como la sirvienta Blanca Nieves; y tampoco te habrán de sorprender las construcciones arquitectónicas.
Pero, fijate, oh Naturaleza: Cómo entre tu neblina exitada se alza aquel pantenón de tipo griego, como salido de escuadra y apoyado sobre la maleza. No sé tú, pero a mi me da a pensar que es algo a tener en cuenta pues hace viva competencia con cualquier factor de los que tú manejas. Que del tanto misterio que despierta en el alma, se hace imposible permanecer callado e indiferente; no te parece? Coincides conmigo? Pues allí vamos. Ven, acompañame; que no te iré a defraudar...
Yo le digo panteón griego pero quizás se trate de una antigua mansión de estancia. Evidentemente deshabitada que carece de puertas y ventanas. Ruego no sea usted, excelsa señora, como esas mujeres quisquillosas que se azquean de ver un beodo. Porqué hoy hasta que acabe el día, a las veinticuatro horas, tengo pensado consumir sólo cerveza y después desquitarme con el vino; más cuando practique un disparo de carabina todo el mundo al suelo.
Insisto en decirte que me tiene intrigado aquella construcción abandonada de tipo panteón griego. Y entonces opto por acercarme hasta por fin tocarla; ven acompáñame, te lo ruego.
Pero un momento, bella Naturaleza, estoy escuchando dentro de la Chismosa sonar el teléfono celular de Susana?
Salir corriendo, pues, se hace urgente. Y tal vez sea la madre de mí hija. Iré a toda velocidad para atender antes que corten; puedes esperar aquí si lo prefieres; pero si quieres conocer mí casa por dentro quedas invitada.
Iré a cruzar de nuevo el tablón como gimnasta olímpico; pero sin dar volteretas. Eureka. Felizmente he logrado cruzar sin darme un porrazo. Aquí te tengo telefonito. Aquí te tengo. Te he localizado por el sonido y con toda facilidad te manipulo; rápido y con eficacia. Hasta que por fin puedo atender la llamada a tiempo:
Hola. Si? Quién habla? Sos vos, Nilda? Te habrás enterado que la casa salió flotando. Quedate tranquila. Pero si pudieras hacernos el gran favor de dar aviso a la prefectura. Tomá nota. Creo yo, estamos en la bahía de Samborombón. A la altura de río Salado. Hola. Hola. Se cortó. Maldición. A lo mejor sea otra persona y yo me estoy descargando con Bety Nilda. De todos modos me tranquiliza que los pensamientos estén encerrados dentro de la cabeza. Insisto en remarcar que a los recuerdos complicados del pasado los iré transformando en olvido.
Paciencia, Naturaleza, volvamos a lo nuestro. De momento vuelvo arder de la intriga por saber todo acerca de aquel panteón griego.
Entonces, en vez de hablar insensateces, mejor vayamos a emprender una excursión llevando el machete y el celular.
Juro que aquellas que quedaron atrás, serán las últimas palabras que he pronunciado en voz alta. Ha trabajar! De aquí en más todo serán pensamientos. Vamos para allá.
Pero un momento. Debo seguir hablando. El viento dibuja una magnolia. Una magnolia sobre la superficie del panteón griego.
Eres tú, Naturaleza, quien hizo éso?
A ver, veamos? De que está hecha esta edificación? Sin duda tiene una textura extraña. Hay pocos indicios de ser una construcción hecha por albañiles.
Caramba, que contrasentido: pata para arriba veo a una libélula rascarse la espalda.
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De la tanta admiración tengo aletargada la lengua, en cuanto a opinar sobre algo que sea demasiado contundente. Esto es una masa. Es que todo el monumento es absolutamente de arena; y eso como se toma? Se toma con un beso de cerveza.
Es cual si un gigante hubiera jugado con arena en hacer un especie de castillo. El gigante intendente de Punta Piedras.
Pero, un momento. Ahora el viento dibuja girasoles en las paredes interiores.
De todos modos a hurtadillas voy a entrar en el panteón griego.
Como primera impresión, insisto en repetir que se trata de una fabulosa construcción hecha solamente en arena. Arena limpia de la que ya no existe.
Sin duda está todo en buen estado, totalmente vacío, y es solamente de arena.
Caramba, quisiera permanecer callado, pero a decir verdad me resulta poco conveniente.
De que otra manera que no sea hablando en voz alta, podría comunicarme con la amada Naturaleza? Claro está, comunicarme en tren de seguir platicando como es menester entre participantes del universo.
Ah, si, ya sé, ya lo tengo. Se me ocurre una segunda opción. Tal vez cantando cómo Pavarotti le pueda demostrar el respeto que le tengo a mi amiga la naturaleza.
Y allí va una primerita de su repertorio: Oh, sole mío, cual piu mai vento, el sentimento de la emocioneee...
Escucha, Naturaleza. Escucha lo que sucede. Entre las notas de mí canto optimista, se escucha un coro que acompaña mí voz, en la lúgubre mañana de luna en cuarto creciente, por medio de una voz fantasmagórica.
Sé que te expresas asi, pués hay muchos refugiados con toda clase de problemas en Medio Oriente. Y sumado a ello, en las estepas rusas irrumpe el ejército ucraniano en replicar la invasión en su territorio. Que hay muertos por todo el campo de batalla; y hasta en los propios cementerios; y es que por ello no logras reprimir tu triste canto; verdad?
Pero a ver, veamos. Recapacitemos.
Aunque pinche neumático el universo, flojemos un poco.
Analicemos lo que está sucediendo.
Si me permites decidir a mí, Naturaleza, prefiero mejor cambiar de programa.
Pasa que con nuestro canto comienza a caer arena de manera sospechosa.
Debe ser, pues, que tengo voz potente que hace vibrar el gran espacio haciendo temblar las paredes; y ni que hablar si tú me acompañas con un coro de Pink Floy; se puede venir el mundo abajo.
Pero cómo hacer para expresar la tanta emoción sino es cantando a viva voz? Nada más bonito que el canto que sale del alma, verdad?
Pero ante la evidencia cruel es preferible dejar la tozudez de lado; y aflojar un poco.
Aunque a juzgar por el descalabro de arena, aún sea hablando, sin duda nos debemos expresar bajando un poco el volumen. Que entre otras cosas, de manera cantada, iremos a paso de carreta para contar las tantas cosas que suceden.
Naturaleza! Fijate en esto. El piso del panteón también es de arena pura y dura como el asfalto. Como con guardas similares a las de una tortuga; que me hace recordar a mi amiga que aquí me trajo.
Y hay unos faroles también, y de qué otra cosa sino de arena, que según mis cálculos serían imposibles de encender.
Sabes? Estoy decidido a contar los pasos; Naturaleza; para saber cuanto mide esta inmensa catedral. Y voy a empezar de Este a Oeste. Uno, dos, tres... Che, naturaleza. Pués es conocido el haberse escuchado canciones en bosques encantados. Mientras cuento los pasos, tú me podrías cantar una canción bien bonita?
Lo sé, es inútil el querer escudriñar en tu intimidad. Pues deben ser infinita la cantidad de expresiones que tú manejas. Y a todo lo que tú haces de excepcional, nosotros lo llamamos milagros. Pero digo yo, que quizás algunas cosas tuyas, sean tan solamente flatulencias producto de la descomposición de los muertos por falta de ataúd.
No llores, pues, Naturaleza, que más que seguro se largará a llover.
Mira ya voy por cincuenta pasos. Y aún no llego ni a la tercera parte del salón;
abarrotado de muebles de arena.
Epa, ahí estoy escuchando una música tuya; al fin te has animado a cantar acompañada de órgano de iglesia! Ah, no, un momento, se trata del celular de mi hija. Menos mal que lo traje. Naturaleza, te comento que es una video conferencia. Que bueno poder ver a la gente mientras se habla; uno así puede confiar de con quien está tratando.
Hola. Quien eres?
No es Nilda.
Quien está del otro lado? Hola linda muchacha. Vaya que la estás pasando bien, así galopando en un caballo sobre la geografía de una playa junto al mar. Magnífico, muchacha. Querés decirle algo a tu amiguita del alma; pués me parece muy bien, pero va a ser mejor que me lo digas a mí; que después se lo transmito. Entendido?
Pasa que ella está durmiendo. Pues dale, decime lo que querés; que cuando se despierte le repito lo que vos me digas.
-Hola? Don Argentino? Me puede ver? Qué bueno que está en su casa. Yo a usted lo veo perfecto. Está allí mi amiga? Sepa que aquí hay un mal entendido.
Mi amiga se llevó la guitarra.
Ay, que vergüenza siento. Le quiero prevenir acerca de esa chica; es una embaucadora. Una mentirosa de los mil demonios.
En cuanto a lo muestro... No sé por donde empezar...
-Lo nuestro? Y a usted quien la conoce? El colmo. Se cayó la imagen. Hola. Hola, me escucha, por lo menos?
Mire, señorita, si usted podría llamar a la prefectura y decir... Maldición! Se ha cortado la comunicación por falta de batería. Confianzuda la muchachita eh...
Qué hacer?
Seguir con lo nuestro.
Naturaleza! Mira lo que estoy viendo allí al fondo del panteón, del lado de afuera!
Veo todo como cuando sueño estar en un mundo perfecto.
Una larga fila de elefantes de arena, tomados de la trompa con la cola; salvo el primero. En la cantidad de más de cien; doscientos. Qué mis ojos no paran de contar, y siguen habiendo paquidermos por doquier; todos en fila india; hasta perderse la vista en el horizonte.
En contra de lo que me previno la señorita del llamado. En vez de bala de escopeta, como para prevenir una estampida en mi contra. Estoy imaginando lo bonito que le quedarían, una moneda pegada en la frente de cada uno de esas esculturas.
Sí, Naturaleza, en vez de un tiro de arma de fuego, les voy a colocar una moneda de oro en la frente. Tengo la mente maravillada por efecto de la emoción y del alcohol, que quisiera darme el gusto en vida de hacer posible esta realidad de invertir en fantasía. Realidad que te pertenece, Naturaleza, esculpida por gracia de las propias sensaciones tuyas. Lo único triste es que todo este derroche de expresión existencial, se deba a las tantas cosas tristes que nos rodean. Entonces me sumo con el aporte de mi tesoro en apoyar tus expresiones más íntimas.
Entonces, valiente Argentino, ve por las monedas y date ese gustazo.
Y allí voy corriendo la carrera más importante de mi vida en ir en busca de lo ornamental.
Qué corro como el conejo detrás de la zanahoria. Qué corro cómo el ratón que huye del gato; y cómo el gato que escapa del perro guardián; y cómo el ladrón que huye de la patrulla policial. Qué voy galopando como la señorita que acaba de llamar.
Aquí me hallo, madrecita Naturaleza, como el colibrí frente a la flor dueña del polen.
Y vuelvo para allá, hacer cumplir por mano propia y delicada, el objetivo.
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A ver elefantes míos. Cuándo llegue, les quiero colocar una moneda a cada uno para que luzcan esplendorosos.
Me va llevar medio tarro y medio día, pero a quien le importa escatimar esfuerzo en situación tan celestial.
Ya estoy llegando. Ya he cruzado el salón.
A propósito del pasado que extraño aquel llamado. Habrá sigo un vídeo compartido de algún sito web?
Para qué tanta vigilancia y desconfianza, que sea lo que tenga que ser.
No es que me haya enamorado, pero esa muchacha de camisón blanco, con algo de transparencia, galopando al borde del mar, me hubo parecido por demás atractiva.
Y habiendo llegado a destino. Manos a la obra con la cuestión de los elefantes.
Naturaleza! Excelsa amiga de lujo. Aquí traigo el tarro negro que llamo cofre; del qué tanto te hablé. Es un tarro de plástico que de origen trae envasado dos kilogramos de polvo vitamínico. Donde yo guardo las monedas de oro, para preservarlas de la corrosión del tiempo.
Y hete aquí que a este cofre lo tenía escondido debajo de la casa. Hasta que tú te fuiste a expresar con un tremendo temporal y la casa salió flotando. Y después, prácticamente en alta mar, lo fui a buscar teniendo que bucear a la altura del Atlántico. Pero éso lo quiero al pote y lo llamo cofre. Porque tiene tapa a rosca y las monedas están herméticamente selladas. Protegidas cual si estuvieran en la caja de seguridad de un banco.
Y de paso me vine con un Borgoña de Mendoza; al que ya mismo voy a empezar a besar.
Escucha ésta, Naturaleza. Al primer elefante le voy a colocar un Dinar de oro en el medio de la frente.
Se lo voy a clavar aquí, donde nace la trompa... Presta atención, elefante bonachón; y tú también, Naturaleza Preciosa. Pues, con toda ternura, te iré a colocar esta moneda de enorme valor. Que se trata de la principal moneda de los imperios islámicos medievales; que tal? No es poca cosa. Es muchísimo decir.
Y contigo inicio la misión de embellecer aún más esta larga fila de increíbles paquidermos. No obstante, cómo para que me quede algo de la mañana en favor de hacer otros quehaceres de campamento. Voy a ir tomando al azar monedas del tarro, y una a una, prolijamente, se las voy ir hundiendo en las frente al resto de la manada.
Segunda moneda. Cómo se puede apreciar, ya este animalito de dios está agarrado con su trompa de la cola del primero; y así sucesivamente con el resto del desfile.
Interiormente, para mis adentros, me digo una y otra vez, Naturaleza, cómo habría yo de querer defenderme a los tiros de carabina en contra de tan bellas esculturas; un disparate de borracho imperdonable, sería.
Para ti, tercer elefantito, un San Jorge victorioso de Rusia; que tal? Te queda perfecto.
Y para ti, un Chervonets también, de Rusia.
Y así sucesivamente.
Vreneli Suiza, para el octavo participante; que yo les digo, cariñosamente, elefantitos, pero que son incluso más grandes que los reales.
Octava moneda que hundo en tu agraciada frente, con pasión controlada y delicadeza.
Uy, que bonitos están quedando.
Me elevo al cielo en plegaria por la felicidad que siento de ser galardonado con esta bella posibilidad de agregar un aporte a tu inmaculado talento.
Para ti, un Soberano del Reino Unido, con antiguo valor de una libra esterlina.
Y así mi fuerza de voluntad avanza y avanza, pegando y pegando, monedas tras monedas; montado mi entusiasmo en los rayos del sol de entrada la mañanita. Y adiós al amanecer que es hora de trabajar hasta entrada la tarde.
Naturaleza! Mientras coloco más monedas me haría falta un poco de tu música. Ah, la música del viento, claro, sumado a un energético tarareando que vaya saliendo de mi propia voz. La la la. La la la.
De apreciar tanta belleza descomunal. Atónitos van quedando el río y sus alrededores, verdad?
Y más monedas adhiero, a las robustas frentes, más impresionante se ve el paisaje.
Qué por gracia del sol las monedas lucen cuál faros delanteros de motocicletas de alta gama.
Ahora, digo yo, cuánta pasión despierta el amor al mundo, brindando obra de exelente factura.
Encima el cielo rosado bestido de nubes de terciopelo que haría temblar de emoción hasta el alma del peor de los vagabundos.
Y a esos finos nubarrones que van pasando hacia los hontanares. A descargar donde hace falta. También los veo con deseos de llorar en hacer garúar ahorita mismo.
Que quede claro, y de ser posible acentado en los anales del Olimpo, que todo lo qué está sucediendo, sucede en función de la armonía y del amor hacia la naturaleza viva del universo.
Un tren en el andén
del cielo,
hace sonar
su sirena,
más luego
trepa a dar vueltas
y vueltas por el firmamento.
(En la próxima estrofa, veré si te pude incorporar, Naturaleza, en mí canción de estrofas largas como la nariz de Pinocho.)
Y el revestimiento del oro nos remite a la India del Ganges. De valientes compañeros de destino en la otra parte de globo terráqueo.
Prometo que para antes del mediodía, toda la manada lucirá de gala para recibir a la reina del más allá; la propia Naturaleza.
Que sí entre los dientes tuviera oro también lo colocaría en vuestras frentes de admirar.
Todo lo contrario a un pétalo de alcaucil es una oreja de elefante; y con una moneda de oro en la frente estamos invitando al Buda hacer migas en estos lares.
Aquí nunca habrá vulgares monedas de estaño o plomo, pues solamente oro es lo
se exhibe en esta contienda.
Qué de la corrosión propia del tiempo, quedarán eximidos estos bellos elefantes; para así entrar en la larga recta de la eternidad.
La noche se ha de teñir de pequeñas estrellas con estas medallas que voy poniendo; y que jamás se han de apagar.
Como el campesino que arroja maíz a sus gallinas, del color del sol y del sabor de la buena vida, les voy a ir adornando la cabeza con metal precioso de admirar.
Y acercándome a la mitad de la fila, ya me siento el ganador de los nuevos tiempos.
Tengo azulado el orgullo de tanto mar y tanto cielo, y ahora el oro envuelve al condado como para regalo de emperadores.
Por dentro mi mente está formada por diferentes cavernas. Que en estos precisos momentos, por medio de los ojos, están siendo iluminadas con la luz del oro.
Miro hacia el final de la fila pero no encuentro un límite para satisfacer la curiosidad de mis pupilas. Que parece seguir como reguero de pólvora hasta llegar a la mismísima carretera.
Igual me siento, hecho con lo hecho hasta el momento; el Conde de Lucanor. Que aunque envalentonado por el alcohol igual me tiembla la gola al ver al tarro por la mitad.
Se van portado fenómeno, de maravilla, criaturas del arte, pues hasta el momento ningún elefante se a quejado de dolor de cabeza.
Siempre a esta hora estoy en el banco, o en las oficinas del registro automotor, en cambio hoy, aquí, me siento libre como un águila en la cordillera de lo Andes. Qué he podido darle rienda suelta a la creatividad del alma en explayarse a su antojo.
Las precipitaciones continúan amenazado, pero sí llueve, igual estos elefantes se pondrán más duros que el propio cemento.
Lejanos truenos, que ignoro, pero que sin embargo me hacen reparar en que aquí también ha llovido, y está todo inundado por una tempestad de la ostia.
Creo que nunca llegaré al final de la fila y aún así me voy sintiendo satisfecho.
Exhalo música que cómo humo, se funde con el aire de este hermoso lugar. Mi alegría adquiere la forma de un máximo bienestar, al ir viendo la obra concluida aunque más no sea hasta la mitad.
De buenas a primeras me va quedando el dedo índice acalambrado de hundir monedas en la arena de los bellos elefantes. Pero a quien le importa éso; si aquí lo que importa es embellecer la naturaleza.
Un momento, que está pasando? Que, estrepitosamente (cuál maldición que cae del cielo) el elefante al que le acabo de pegar una moneda, de golpe y porrazo, se empieza a desmoronar como toro en la arena de la plaza.
Que alguien me explique cómo soportar tanta desazón. Que de tan hombre ahora parezco una vieja que lleva pollera de raso; caído en el propio frente de batalla donde llevaba un desenvolvimiento magistral.
Pero qué pasa que ahora veo caer a los elefantes de manera inexplicable?
Lo mejor va a ser que regrese al panteón griego a proteger a los primeros elefantes de la fila.
Me resulta insoportable el tener que dar esta noticia a Naturaleza. Pero si ya lo debe saber! Si hasta lo debe estar mirando. Sin excepción caen los elefantes de la misma forma en que aparecieron.
Santo Cielo, por qué habrás cambiado de opinión en querer destruir tu hermosa obra? Está claro que lloro sin consuelo! Pero que hay? Ante algo tan terrible es inútil permanecer indiferente.
Finalmente sufro con la forma de un centauro. Mitad asno y la otra mitad una mariquita que se refugia en el llanto en vez de la fe.
Me permito maldecir por la lógica consecuencia de aquí suceder una verdadera devastación. Lo tengo que decir en voz alta para que Naturaleza me escuche y pare de romper el castillo.
Y grito a los cuatro vientos mi dolor.
Siento el cuerpo lleno de arena! Hasta en el alma tengo arena; que a lo mejor se la pueda ver.
Pero pese a todo voy a seguir poniendo monedas en el panteón! Voy hacer una cruz de oro; buena idea.
Y aunque todos mis elefantes hayan caído formando un sendero interminable. Juro que le dare millones y millones de palmadas a la edificación para así apelmazar la arena! Cuanta desazón, cuánta! Ahora me pasa que levantando la cabeza se me llenan los ojos de arena. No queda otra que retroceder en dirección a la salida. Santo Cielo! El panteón también se está desmoronando!
Y la casa? Y la casa no se estará hundiendo?
A dios gracia la prefabricada flota deliciosamente bajo la inercia de un buen pasar.
Sin embargo, cuando me levanto, corro retrocediendo, y plaf. Una mesa de arena de estilo Luis xv, se interpone en mí camino y me la llevo por delante. Que he quedado como un cascarudo que se revuelca patas para arriba. Y mí instinto de conservación, junto con el sexappeal, fueron a parar al mismísimo demonio.
Lo mejor será seguir retrocediendo. Atrás!
Y así retrocedo como puedo, arrastrando el cuerpo como un lagarto en dirección a la salida. Y encima el aroma del vino derramado me retrotrae al estar en una bodega colmada de barriles.
Allí estoy llegando! No debo desesperar. No debo caer en el pesimismo. Pero aún así tengo la mente inmersa en la más pura devastación de ideas negativas. Estoy impregnado de tristeza y desolación.
Quisiera poder reprocharle a la amiga Naturaleza el descuido de dejar que suceda tamaño derrumbe. Pero sería un desacato que no me quiero permitir. Se que soy yo el que carece de la capacidad de entender el porqué de la cosas.
En cuatro patas gateo como una vaca lechera tratando de encontrar la salida. Pero aquí, ni las puertas son puertas, ni nada mantiene su forma original; nada ya conserva su estatus.
No debo aflojar y debo continuar retrocediendo hasta poner la vida a salvo.
El panteón se va transformando en un simple médano de arena limpia.
Quisiera poder volver a levantar las esculturas, pero de donde sacaré la fuerza y el talento. Me siento mutilado pués la arena cubre algunas partes de mí cuerpo. Qué estoy empanando en arena como para ser freído como una milanesa. Ahora mi cara es de arena. Mi vestimenta también es de arena.
Ya todo lo que me rodea es pura arena sin forma. O mejor dicho con la forma de un médano de arena.
Las aves del lugar baten alas como aplaudiendo la escena final del panteón y sus elefantes.
En mi mente continúa el sonar del desánimo.
Pero debo reconocer que sólo por la misericordia de la Naturaleza es que no morí aplastado por la gigante catedral.
Seguramente el universo está compuesto por tantos participantes como granos de arena aquí presentes.
Debo regresar a mí casa. Más no hablar de escudarme con renegar de resentido. Sino más bien continuar como la venía llevando.
Ya estoy llegando cuál si regresase de la guerra. Pero con mucha experiencia para considerarse como positiva.
Voy a atravesar el tablón del muelle, con el tarro de monedas bajo el brazo, lo más derecho que pueda. Con el orgullo arriba por sobre el ser cabizbajo y meditabundo; únicamente asido a la tarea de seguir dando batalla.
Por la ruta de la aristocracia voy entrando a la Chismosa. Qué bonita casa tengo; imposible de no sentirse orgulloso. Y ahora también tengo una heredera. Cartón lleno!
Chicas! Aquí vengo de regreso... Con apenas un hilo de voz para poder continuar construyendo palabras. Lo que sí no he perdido, es la ansiedad de llegar a descochar otra botella. Pero esta vez de champagne; porque seguramente Naturaleza sabe lo que hace y entonces quiero retomar la ruta del optimismo.
Fui y abarqué al mundo y me sacaron a paradas; y ahora estoy parado en un limbo; arrebatado de la mitad del tesoro. Apenas sobre la línea de un reír con deseos. Demos vuelta la hoja.
La sensación de amargura me acrecienta la sed. Y dudo mucho que si continúo bebiendo puedad alcanzar el atardecer en dos patas.
La espesa neblina le ha dado paso a un día inestable. Dios sabrá lo hace; o lo que siente.
El fuego de la salamandra un poco renacera con hojas de esta revista: Para ti. El viento que sale de la agitacion que conservo aviva aún más las llamas de colores.
Estoy sudoroso. Pero me tengo prohibido tocar el agua del tanque. Y entonces voy a luchar así de sucio en auyentar el humor endiablado que se mete de colado. Pués quiero tener a flor de piel una sonrisa de amor para toda mí gente; y que nadie se atreva a querer doblar la voluntad en sentido contrario.
Las chicas siguen durmiendo que dudo de si no estarán muertas.
Cómo parte de una recuperación alzo la botella para brindar que estamos todos sanos y a salvo.
Me rescato de la trifulca conmigo mismo. Y digo en voz alta: Gracias Naturaleza por lo mucho que nos das.
Que luego de un proceso adverso lo mejor es meditar antes de maldecir. Y a tranquilizarse dando espacio a la nueva fe.
Las plantaciones bien regadas hacen florecer los capullos. Y lo mismo ocurre con la fe, que es el riego para el alma en ponerle ganas a los deseos de triunfar en la vida.
Impregnado de congoja, como cura dando misa, me reafirmo en la fe y en la palabra.
Así como logramos salir ilesos del bravo océano ahora todo lo que pasó es plausible de enterrarse en el olvido.
Entonces sobre mi rostro la mueca del dolor desaparece por medio de una sonrisa sentida. Y nuevamente sobre mí voz el sonido de la fe. Nunca una sombra te puede matar. Y esto que pasó es algo circunstancial con relación al naufragio. Lo debo tomar así. Que hasta me dan ganas de ponerme a vender arena por Internet.
Pienso en todo lo que pasó y ésto es otra más de las contingencias que supimos sortear con éxito.
Viva conmoción que se va, rápido se va, con cada palabra que digo; mamado con vino espumante.
Entonces mejor opto por dejar de llorar y volver a sonreír. Y esta vez con una sonrisa de felicidad total.
Lo acabo de decidir. Me voy a comer el cebiche aquel... Allí voy, pescaditos adovados.
Antes de ponerme a cantar, entre otras cosas quiero decirme a mí mismo, que mejor por un rato me calle un poco. Y así darle paso a estar silencioso, como meditando. Porque sí no logro parar de hablar, de relatar la vida cómo lo hace la ópera, o como lo hace la radio nuestra de cada día, entonces quiere decir que me he vuelto loco.
10a-
Pero un momento, digo esto último y paro: Estoy muy impresionado por el sol que me acaricia y me da calor. Lo siento como si fuera un hermano con problemas de integración.
Las caricias del sol las agradezco casi tanto como una buena ducha.
Luego de la extenuante aventura del panteón griego y los elefantes de arena. Inmerso en fabuloso contra sentido. Ahora Argentino lucha contra la salamandra alimentado su interior con revistas de actualidad que a todas luces resultan un paliativo. Frente a esas escasas llamas, no obstante, agradece los entretenidos minutos de calor de hogar.
Y sin importar lo que pueda hacer el viento o todo el frío que pueda llegar entrar. Entre él y el exterior sólo media delgadas paredes de apenas unas pulgadas más que las de un simple tabique.
Para Argentino, Naturaleza, vendría a ser, la representación de los agentes naturales, y los llamados hechos metafísicos, personificados en una figura simbólica, de la cual siente viva presencia. Y pese a todo lo arriesgado que le toca vivir se mantiene optimista.
Por su parte las mujeres duermen en la misma posición que al principio.
Pese a ser un día típico de clima inestable, a grandes rasgos, con tendencia al olvido, todo yace en aparente calma.
Sin duda el alcohol está muy presente en el desenvolvimiento de la conducta de Argentino. Aunque a decir verdad, a bebido mucho menos de lo que ostenta. Pasa que al carecer de cultura alcohólica a un simple mareo lo manifesta cual un asunto de Estado.
Y para deshacerse del miedo atroz que lo embriaga, delega su confianza en la amiga Naturaleza; que por otra parte le ha venido a confesar sus pesares por
lo pésimo que viene la marcha del mundo.
Pero de pronto, al ver algunas goteras, con sus correspondientes manchas sobre el suelo, Argentino se pone de cierto mal humor llegando a maldecir esta contingencia nueva. Para nada se avergüenza de escuchar lo que dice en voz alta sino más bien de lo que piensa en silencio.
Y cuál un detective observa esa agua. Que parece ser, trae adheridas partículas de algas marinas; y que sin duda se trata de líquido proveniente del mar. Entonces, como es lógico pensar, se pregunta cómo a llegado esa agua allí. Para lo cual, sin esperar a que ángeles le venga a contar lo que ocurre, mira hacia el horizonte y comprueba que el clima está relativamente desmejorado pero sin haber llego a llover; y entonces, de dónde provienen esas goteras? Sumado a que olfatea el aire y solo siente olor a océano. Y sin dejar de reconocer la cierta tendencia a su favor del vaivén de los pesares. A decir verdad un tanto de miedo lo embarga el otra vez volver a comenzar el cachengue. Y aún bajo los efectos del alcohol, considera que el susto que siente es justificado pues nuevamente están ocurriendo cosas muy extrañas.
Entonces toma los anteojos y observa de nuevo el agua y hasta hace una degustación pormenorizada.
Cuando de pronto una ventana se abre sin una aparente justificación. Más, por otro lado, por la puerta, que siempre está abierta, asoma el brazo de un pulpo colosal.
Y al segundo, pasando lo mismo pero por las otras aberturas de la casa, aparecen otros brazos llenos de ventosas. Ocurre que un pulpo monstruoso, de tamaño descomunal, tiene agarrada la casa de costado. Y haciendo movimientos delicados por medio de contracciones muy precisas, arrastra la casa hasta montarla sobre la propia costa.
Argentino hace fuerza para evitar decir malas palabras. Tratando de meditar sobre que hará al respecto. Primero quedando como petrificado al sentir impotencia. Más enseguida, con carácter aguerrido, en vano se hecha a la tarea de intentar despegar la punta del enorme brazo. Que entra por la ventana haciendo una curva hacia dentro.
Por un momento hasta llegó a temer por el daño que pudiera ocasionar a sus plantas del pasillo. Del terror sintiendo deseos de pincharse con agujas para comprobar si no está soñando.
Aunque finalmente decide priorizar al instinto de mirar al cielo, creyendo poder ver desde arriba reflejado el espectáculo en las nubes. Aunque el firmamento, indiferente, solamente le devuelve la imagen de un día gris con el sol asomando de a cuenta gotas.
A los tentáculos de los brazos superiores, se le deben sumar la friolera de otros que agarran de los distintos sectores. Y en movimiento de contracciones suaves el pulpo arrastra la casa hacia el médano de arena que quedara luego del derrumbe; que de por sí es bastante importante.
Argentino cree tener un ataque de nervios pero solamente se trata de un flor de susto.
-Sucede que la polarización de mis sentimientos, va cambiando de optimismo a morir del susto.
Finalmente tal vez sea una topadora lo que arrastra la prefabricada.
Y qué es entonces esa cola horrible de elefante contagiado con la viruela del mono?
Pero qué ven mis ojos?! Se trata de un pulpo colosal. Gigante hasta lo más insospechado de los tamaños. Que se arrastra como un gordo con la cola sobre el piso.
A lo mejor del dolor deje de hacer locuras, si por ventura logro pincharle una ventosa con el cuchillo.
Sin embrago me parece que es bueno y quiere poner la casa en tierra; y éso estaría sensacional. La casa está temblando que parece que pronto irá a estallar. De momento no queda más remedio que rezar porque no exploten las maderas. Por fortuna hasta ahora no se ha roto nada. De hora en más solo ovación y aplausos para el pulpo de colocarnos sobre tierra firme.
Pues entonces, ya vamos camino hacia el medano donde estaba el panteón.
Queda claro que si yo fuera una simple hormiga quizás no me sorprendería tanto del despliegue de la naturaleza.
Afortunadamente en ningún momento hemos perdido la posición horizontal. Y sin embargo hay sectores donde se han corrido los muebles.
Ahora que recuerdo, en la memoria tengo visto un hecho parecido en una película donde había un Leviatán qué hundía una carabela.
Eh, amigo, que tal si lo convido con un rico cebiche a cambio que deje la casa sobre el médano de arena. (Al lechón no se lo ofrezco porque seguro que me dice si)
Mire, si no consigue novia, mejor internese en el océano que a allí hay de todo. Pero le recomiendo que arrastre la casa con delicadeza porqué sino la puede hacer añicos.
Además tenga cuidado que aquí hay dos señoritas durmiendo y como esto siga así se van a estrellar contra el respaldo de la cama.
Y ya que está, por favor, hágame la gauchada de poner la casa lo más nivelada posible.
Es de frotarse las manos el hecho de saborear una consagración de este tipo. Que bueno, ya estamos escalando la pendiente del médano.
Debo gritar a los cuatro vientos que siempre en mi fuero íntimo estuvo escondida la fe porque Naturaleza vaya a responderme con una resolución de ensueño.
Y yo que en noviembre pasado me quejaba de los días soleados donde el sol calientan las chapas del techo de la prefabricada como para cocinar chinchulines.
Resultó ser un éxito el procedimiento del pulpo colosal en colocar la Chismosa en la cumbre del médano. Un pulpo de exposición, que ni siquiera un poco cansado se sintió con la ardua tarea de remolque. Además cuál si la prefabricada fuera un cajón de verduras comenzó a mover la vivienda en todos los sentidos: Norte, Sur, Este, Oeste, hasta dejarla con el nivel del piso totalmente liso y derecho. Con aparte también alisar los alrededores. Abnegado pulpo que con sus grandes ojos daba muestras de enorme valor. Y entre nubes el sol atónito los miraba disfrutar de la vida haciendo travesuras ordenadas por Naturaleza.
A todo esto Argentino salió al encuentro del pulpo con la misma alegría y cariño conque se relacionó con la tortuga. Y del mismo modo le puso sobre las ventosas tres monedas de oro. Además de pegarle en una de las ventosas la botella con la nota de agradecimiento por la fortuna que tuvieron al salir ilesos de la tormenta.
Resultaron geniales esa ventosas del pulpo cómo han podido sujetar la casa.
Argentino hubiera querido tener tortillas de calamar para darle de comer en la boca.
Además Argentino le hablaba por señas moviendo los brazos como aspas de molino. Tratando de ser todo lo mas cariñoso posible.
Luego sucedió que habiendo dejado las monedas, pero no así la botella, el pulpo regresó de inmediato al río para emprender su largo viaje de regreso. Parecía saludar con los seis brazos mientras que con las patas se trasladaba. Y así es que la casa prefabricada quedó situada en un sitio inmejorable.
-Gracias Naturaleza. Hoy solo tengo palabras de agradecimiento. Se que eres tú la que hace todo en favor nuestro. Y tanto que las chicas continúan durmiendo como osos polares. Nosotros nos salvamos gracias a vos. Ignoro si tu eres dios o alguien que él creó para que sea independiente. Un cosa o la otra da lo mismo pués solo tengo palabras de agradecimiento. Como hacer para eludir la responsabilidad de agradecer hasta el cansancio. En verdad no puedo. Mil veces gracias.
En el dar y el recibir sin duda es mutuo el cariño por todo lo que nos das. Pero sin embargo tú eres grande e importante y nosotros anónimos e insignificantes. Por tal motivo nuestro cuerpos te pertenecen; Naturaleza. Más no se puede pedir.
Pero sin demora, tengo el deber de preparar una linda fogata.
Con todo lo que ha pasado se puede decir que es aún es temprano. Entonces ya mismo voy a ponerme a juntar ramas sueltas para prender un fuego para hacer el lechón. Igual ya tengo unas separaditas. Como ves se va formando la pila pero con ramas totalmente embebidas en agua.
El pulpo se ha llevado la botella y me ha dejado las monedas. Un fenómeno.
Era una risa. Evitaba acercarme demasiado al pulpo pues no fuera a ser que quedara pegado.
Queda claro que los pastizales son el pelaje del campo. Hay mucho trabajo por delante pero ahora tenemos la esperanza de estar en casa. Con todo, de tanto trabajar voy a terminar fundido, pero a quien le importa éso. En el eterno ahora está la verdad. La salud pervive en conectarse con lo que uno hace y no estar disperso en ochenta cosas.
Ahora lo que voy hacer es ponerle al lechón la ortodoncia, los fierros, y a clavarlo en la arena. Sin duda las señoras de la casa van a estar muy contenta de poder comer algo rico y nutritivo.
Porque hace mucha falta buena cantidad, va a ser mejor que continúe con el trabajo de juntar ramas que sirvan de leña. Y para apurar el trámite me gustaría prender la motocierra pero temo despertar a las Cenicientas. Entonces, a cambio, preferible, voy a usar el machete.
De los dolores no me quejo pues son la lógica consecuencia de haber trabajado tanto. Pero lo que sí estraño es escuchar música. A las muchachas cantar.
Tenían que llegar las libélulas era extraño que estuvieron ausentes. Tal vez sea indicio que el tiempo mejora.
Voy poner al lechón en posición vertical. Y las llamas bien cerca. E iremos a comerlo de los bordes como el shawarma.
Hace apenas una semana que sé qué soy padre de una jovencita de veinte años y todo lo que nos ha sucedido!
Bueno, bien, ahora debo darme prisa ante que los astros dejen ver sus siluetas. Voy a asar el mastodonte mientras descorcho otro vinito. Lástima la falta de radio. Ahí vamos para afuera nuevamente. Que bueno que no hay que cruzar mas el tablón. Un lujo.
Adonde estará el tablón? Allá lo veo. Ni loco lo pienso quemar.
Para los momentos posteriores al almuerzo, les voy a pedir a las chicas que canten unas sambas. Generalmente se usa prender el fuego con papel pero yo voy a usar un trapo con nafta.
No paro de caminar de ir y venir pero este arenal es como estar en Miami. Qué bonita a quedado la casa. No bien pueda le voy a pasar barnices.
Resulta un sueño ver como a quedado asentada al piso. Derechita. Un fenómeno el pulpo. Gran maestro constructor de obras.
Y aquel sendero, un fenómeno. Qué bueno sería que viniese
un avión y con las alas lo alise. Sin duda estoy medio mamado. Porque para alisarlo no tendría que tener ruedas y hacer un aterrizaje forzoso.
Sí para el amanecer estamos acá todavía, seguro que si, me voy acostar en la arena a mirar las estrellas.
Ya casi esta todo listo para darle mecha al fuego.
En las postrimerías de la muerte me voy acordar de todo esto y voy a morir contento. Y cuando mi alma suba hacia el cielo voy a mirar mi prefabricada por última vez y tirarle un beso.
Tengo pensado ver si puedo comprar esta porción de tierra y lotear el terreno. Y así tenerla de casa de fin de semana. Y si estas tierras no tuvieran dueño y fueran tierras fiscales, voy a intentar ocuparla todo el tiempo que el Estado me lo permita. Aún no termino esta botella y ya estoy pensando en abrir otra. Es que estoy queriendo dejar la cerveza para las chicas.
Qué locura el asunto del recalentamiento global, que el lechón hace cinco minutos que está bajo la influencia de un sol dudoso, y ya está tibio.
Cuán grande fueron esos tentáculos del pulpo trayendo la casa hasta aquí. Mejor imposible.
Nesecito música y las dos cantantes durmiendo. Cuánta ironía. Que cante yo no sería lo mismo. A mi me gusta que canten otros cantores.
Aquí estamos mejor que en ningún otro sitio. Cuando pueda voy a plantar un cerezo. Hasta puedo tener una lancha e ir al bello mar, de pesca.
Qué grande el pulpo con esa cavidad del manto, y las branquias que se las veía respirar y respirar.
A seguir trabajando, Argentino. A poner una mesa afuera y comer como bacanes se ha dicho.
Pero atención. Los parlantes de mí voz interior me van indicando que aquí está ocurriendo de nuevo otro hecho esencial que proviene de las entrañas de la naturaleza. Y lo uelo en el aire por eso lo manifiesto con viva inquietud. Más no obstante de tanto ir y venir, y de tener la lengua afuera, voy a concentrarme en el presente a ver si puedo captar: de quien se trata y de donde proviene el motivo que pone en alerta a mis sentidos primarios.
Que aunque debo seguir trabajando pues aún queda mucho por hacer (sí es que quiero agasajar a mis preciosas para cuando despierten) voy a invertir un par de minutos en concentrar mí atención en pos de dilucidar el intríngulis. Para empezar, en mis mejillas siento un calor que proviene de algún sector de la geografía; que me resulta de carácter alternante. Que por momentos siento alta temperatura en la cara. O veces en la nuca persivo una ola de calor que me envuelve como sí estuviera metido en una caldera. Ah, ya sé: un volcán en erupción!
Pero dónde hay una montaña en este llano de puros pastizales? Y puesto que no la veo en ningún sitio lo considero asunto cerrado.
Entonces al resultarme infructuosa la misión de andar adivinando. Será cuestión de esperar hasta que lo latente se haga manifesto.
Mientras tanto, cual sí estuviera frente a un reportaje televisivo, en voz alta voy a dar la impresión histórica de lo que voy sintiendo.
Cómo primera medida a la naturaleza la llamo Naturaleza; porque tanto la tempestad, como la tortuga, y el propio pulpo gigante; fueron de tamaño tan exuberantes que me hicieron vivenciarlos patéticamente cual si mí difunta madre estuviera presente. Es decir que al ser de alguna manera testigo directo de eventos tan importantes, todos por causa de la naturaleza, entonces me sale decir Naturaleza; cuál un nombre propio proveniente de los eventos naturales que fueron ocurriendo de manera sucesiva.
Amén de pensar, modestia aparte, que los acontecimientos ocurridos los considero dirigidos hacia mi propia persona; al ser yo participante directo de las dichas manifestaciones; seguramente producto del sufrimiento que la naturaleza expresa, cual ser vivo que es, por culpa de la guerra generalizada y los otros tantos daños que los humanos le infringimos a su cuerpo.
Ahora que lo pienso... Días pasados he visto en Finlandia un volcán al ras del suelo que hubo entrado en franca erupción... Pues entonces a buscar un hueco en la tierra de donde salga lava.
Pero qué ven mis ojos. Un especie de lagarto gigantesco que camina en dos patas, largando llamaradas de fuego por la boca.Y del fuego que suelta la humedad se transforma en vapor de agua. Por mi madre, es sin duda un dragón que viene caminando desde el lado de la ruta. Hacia aquí por el sendero de arena que dejaran los elefantes.
Y de paso con su enorme cola, mientras camina va alisando el camino hasta dejarlo hecho una seda.
Es un dragón; sin duda; que se me traba la lengua y me cuesta seguir hablando.
Atrévete cocodrilo mal del estómago a incendiar la casa y sabrás del rigor de mi machete.
Y si por el contrario es bueno y me estoy equivocando? Creo yo, merece una oportunidad.
Estoy más que seguro que todo esto es obra de Naturaleza y por tanto este dragón es más bueno que el pan.
Ey, amigo, si te portas como se debe, entonces iré a caer de rodillas y me pondré a rezar como un loco.
Queda demostrado que la naturaleza es tan compleja que también pueder tener expresiones de calibre mágico.
Mejor voy a salir a recibirlo.
Hola, amigo, que lo trae por aquí? Venga ésta es su casa.
Epa, pero que veo, aquí entre medio de la arena están las monedas que hace un rato coloqué en la frente de los elefantes. Mientras voy en su encuentro ya llevo juntadas diez monedas.
El dragón sueltas fuego por la boca que parece mechero de horno de barro.
Hola amigo sea usted bienvenido. Perfectamente me doy cuenta que estamos hablando de un buen espécimen que lucha por la paz en el mundo.
Y ojala que nada de lo que diga me conduzca al cementerio.
Ya llevo juntadas veinte monedas y hay otras tantas.
Venga sin miedo. Yo también soy un hombre de bien y muy pacífico. Reconozco que estoy un tanto bebido y quizá extrovertido para el carajo. Pasa que tomando alcohol me quito el frío y la ansiedad. Y deseo que entienda que es algo circunstancial del momento; y que mañana ya estaré de nuevo con los diez puntos.
De mientras termino de juntar las monedas que quedaron de la fiesta anterior, venga y siéntase como en su casa.
Qué lo trae por aquí; si es que se puede saber.
Ah, pero que buena idea tienes de querer cocinar el lechón. Oh, qué hermoso el cómo tus llamas se deslizan por sobre la piel del chancho.
Quiero que sepa que allí en aquella casa tengo dos mujeres hermosas durmiendo; y por ello temo que pueda ocurrir un incendio.
Quiere que mientras usted cocina lo ponga al tanto de cómo fue que llegamos hasta aquí? Resulta que estábamos en esta misma vivienda, con mi familia reunidos, en un lugar llamado Punta Piedras. Cuando de pronto comenzó a diluviar y la casa salió flotando y salimos de excursión por el Atlántico. Todo hasta que un colega suyo nos rescató e hizo un remolque de lo más pintoresco.
Don Dragón, permítame que le diga, qué bonito está quedando el lechón. Lástima no tener una masa leudada para hacer unas pizzas.
Mire, usted siga que yo voy a ir hasta la casa a buscar un bidón con gasolina; que uso para hacer arrancar la motocierra. Y así voy a intentar encender la fogata mía. Eso sí, agua no me pidas, porque agua no te puedo ofrecer; porque la cuido como al propio oro.
Entonces mientras vos cocinas el lechón, yo me ausento por un segundo y enseguida regreso. Quiero que sepa que he recuperado todas las monedas en cuestión; y aparte quisiera obsequiarle algunas para que tenga de recuerdo.
A toda la alegría que me produce que usted haya venido y me cocine el lechón. Le tenemos que agregar algo de tristeza porqué mi pueblo debe estar sufriendo por culpa de la tremenda inundación causada por la lluvia.
Disculpe que lo deje solo por un momento.
Lo primero; voy a mirar a las chicas si siguen durmiendo. Enseguida regreso. Y después le sigo contando.
Por lo visto las chicas duermen. Pero han cambiado de posición lo que da a pensar que deben estar por despertarse. Qué si ven toda esta farra del dragón cocinando el chancho se van a caer de espalda.
Ah, ya que estoy llevo algunos platos y cubiertos. Y hacemos un lindo almuerzo.
Amigo dragón estoy regresando cargado con muchas cosas. Por lo visto aquí el diablo no tiene cabida y todo es de carácter celestial.
Voy a embeber este trapo con nafta mezclada con aceite. Y a ponerlo debajo de la leña.
Leña es mucho decir; son unas ramas asquerosas, ensopadas del agua de la gran tormenta.
No hay nada que hacer, a mí fuego le cuesta encender porque las ramas están muy mojadas.
Uy, uy, uy; cómo está quedando ese lechón; del color del bronce. Y hablando de metales, aquí le quiero hacer entrega de unas monedas para que usted lleve de recuerdo. Como no le veo bolsillo se las dejo arriba de las pirámides que de la piel asoman. Cuánta alegría que este usted conmigo. Tengo los pelos de punta de ver como va quedando la comida.
Espero no vaya a ponerse cabrero de que sea yo tan charleta.
Vió que inestable está el tiempo, qué unas nubes llegan y otras se van? Qué parece lo van empujando al pobre sol cual si fuera un convidado de piedra.
Siento envidia de ver su fuego cocinar de maravilla y al mío ser todo un gran fracaso.
Ah, pero un momentito, ahora también es capaz de encender mi fogata que se estaba apagando. Es usted un fenómeno, Don Dragón.
Cómo imagino que cuando termine la misión se marchará de inmediato. Quiero agradecer a usted y a Naturaleza los tantos mimos recibidos.
Ni en Buenos Aires ni en ningún otro sitio del planeta, me van a creer si les cuento lo que aquí aconteció; así que sí usted se va antes que las chicas despierten; calculo que me voy hacer el sosegado y escusarme argumentando que por culpa del vino, he dormido sin darme cuenta de nada de lo que aquí sucedidó.
Bueno, como le venía deciendo, veo que usted se marcha ahora mismo. Pues entonces le hago entrega de las monedas, tome, agarrelas. Será para mí un gran honor que las conserve.
Por sino lo sabe aquí estamos en Argentina, tierra de oportunidades. Y aquel rosal, ahora que estamos de primera gracias a ustedes, más que seguro va florecer como nunca.
Lo felicito, el porcino a quedado de primerísima alta cocina.
Y además me encuentro sumamente entusiasmado por la grata coicidencia en el gusto por el punto exacto del asado.
Desde ya, le agradezco de todo corazón lo que han hecho por nosotros. Qué ni las monedas me aceptan y ahora soy mas rico que nunca!
Ah, se va a ir por el río? Como a usted le parezca. Lo acompaño hasta la orilla así nos despedimos con un fuerte abrazo. Adiós, amigo Dragón. Hasta la próxima.
Yo siempre hablo con Naturaleza cuál si fuéramos confidentes. Le prometo que le voy a hablar bien de usted y a recomendar sus buenos servicios.
Sepa que me estremesco hasta las lágrimas en esta despedida sin igual. |