Siglo XVIII, año 2275, La nave espacial “Enterprise IV” atravesaba el espacio en la cadena de asteroides, pasaba cerca de Ceres, mientras se dirigía a las Lunas de Jupiter…
En la nave viajaba Carlos, un joven muchacho de raza afro, al que todos llamaban “Carlitos”, y era un asesino serial de renombre, en las colonias marcianas humanas, había cometido dos docenas de crímenes, todas sus víctimas eran jóvenes rubias, estudiantes de las universidades marcianas, a todas las había apuñalado y les había tirado un Queso.
Debido a los Quesos que tiraba se gano el merecido mote de “el Quesón”.
Carlos (o Carlitos) había sido condenado a permanecer arrestado de por vida en la luna Amaltea de Júpiter, de forma irregular, y donde se había instalado una mini base terrestre, una celda, donde debería pagar por sus crímenes en total soledad y aislamiento, unos droides le proveían sus alimentos y medicinas.
El asesino debía viajar totalmente dormido de Marte a Amaltea, mientras la científica garantista y progresista Raimunda Raimundez monitoreaba en forma presencial el viaje. Raimundez era famosa en las colonias marcianas por haber promovido la tesis de que la sociedad creaba a los asesinos y por lo tanto, estos eran inocentes, con eso recibió el título Honoris Causa y se graduo en Derecho Científico.
Raimundez, con su atuendo de científica futurista y su mirada llena de compasión, observaba a Carlos mientras dormía. No podía creer que este joven, aparentemente normal, fuera capaz de cometer tantos crímenes. Ella creía que la sociedad era la responsable de sus actos, que la violencia era un producto de la desigualdad y la injusticia.
De repente, la nave espacial comenzó a temblar. Las alarmas sonaron por toda la nave. Raimundez se levantó de su asiento y corrió hacia la sala de control. Vio que un asteroide se acercaba a la nave, a una velocidad increíble.
"¡Tenemos que hacer algo!" gritó Raimundez. "¡Tenemos que cambiar el rumbo de la nave!"
El asteroide impactó contra la nave, provocando una explosión que sacudió toda la estructura. Raimundez, con un grito de terror, se aferró a su asiento.
La nave espacial se sacudió, despertando a Carlos de su sueño. Desorientado, se levantó y vio a Raimunda Raimundez, la científica, frente a él.
"Carlos," dijo Raimundez con voz suave, "parece que hemos tenido un pequeño inconveniente. Pero no te preocupes, estamos a salvo."
Carlos la miró con una sonrisa fría. "No estoy seguro de que estés a salvo, Raimundez, soy un asesino, no lo olvides, y es la sociedad la que me creo así."
Se levantó de su asiento, y con un movimiento rápido, sacó un cuchillo de su bolsillo.
"Te he estado esperando, Raimundez," dijo Carlos, con una voz gélida. "Te he estado esperando desde que me condenaron a esta prisión. Me has condenado a una vida de soledad y aislamiento, pero yo no te voy a dejar escapar."
Raimundez retrocedió, con los ojos llenos de terror. "Carlos, por favor, no me hagas daño. Yo solo estaba cumpliendo con mi deber, yo quiero tu perdón."
Carlos se rió, una risa cruel que resonó en la nave. "Tu deber, Raimundez, era proteger a la sociedad de mí. Pero yo soy más fuerte que la sociedad. Y ahora voy a hacer lo que quiero."
Carlos se acercó a Raimundez, con el cuchillo en la mano. La mujer esperaba que la apuñalara, pero el se sacó las botas, los calcetines y puso sus pies gigantescos y olorosos sobre el rostro de la científica.
El olor a Queso de los pies era terrible, pero a la científica parecía gustarle, y empezó a olerlos, lamerlos, besarlos y chuparlos, y luego le chupó la pija a Carlitos, para finalmente ser penetrada por el joven asesino. El sexo fue de un modo espacial, la nave estaba sin rumbo, entre los asteroides, pero lograba pasar por uno y otro, mientras Carlitos se la metía bien adentro a la científica.
“Mis tesis eran ciertas, Carlitos” dijo la científica “Cambiaste crimen y asesinato por sexo y amor, gracias por hacerme tan feliz, esto ha sido fabuloso”.
“Más fabuloso será asesinarte, estimada Raimunda” dijo Carlos que tomó otra vez el cuchillo…
Ella intentó defenderse, pero Carlos era demasiado rápido. La apuñaló en el pecho, y ella cayó al suelo, con un grito de dolor.
Carlos tomó el Queso Gruyere que había estado escondido en la bodega de la nave y lo arrojó sobre el cuerpo de Raimundez.
"Queso," dijo Carlos, con una voz fría y vacía. "Queso..."
Luego, se dirigió a la sala de control y activó el sistema de escape.
"Iapeto," dijo Carlos, con una sonrisa maligna. "Iapeto..."
La nave espacial se dirigió hacia Iapeto, una de las lunas de Saturno. Carlos, el asesino, había escapado de la prisión, pero no había escapado de su destino. Su viaje a Amaltea, la luna de Júpiter, había terminado en tragedia. Pero su viaje a Iapeto, luna de Saturno, el planeta de los anillos, era un éxito, y ahí permanecía quesoneando si la oportunidad se lo ofrecía.
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