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Aquí iré a publicar fragmentos de La chispa de oro. Un saludo.

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Y así discurre Argentino intentando disuadir la borrachera de las muchachas, con canción de cuna con contenido de la política. Además de amenizar la tarde con enfoques temáticos que son de su incumbencia; donde incluso resultan ser las problemáticas serias cuestiones como para profundizar en grupo. En este preciso momento redondeando la idea anterior en querer ahondar sobre las reales causas de la guerra entre Rusia y Ucrania; que le vienen pisando los talones a la humanidad. Volviendo a la carga con el tema en que los rusos acusan a sus enemigos ucranianos de ser unos verdaderos nacionalsocialistas de la zona del mar Báltico; sin eufemismos pudiéndose esgrimir pruebas fotográficas capaces de demostrar con certeza, cómo en actos públicos los implicados hacen el saludo nazi; además de estar exhibiendo insignias, banderas y brazaletes, del propio movimiento repudiado por todo el mundo civilizado. Qué no obstante ser cuestión de despreciar hasta el infinito lo que sucediera en aquella segunda guerra mundial, como hubo dicho antes, le suena que existe un trasfondo, que sería un todo en si mismo, que tiene que ver con un tipo de cultura occidental que les resulta abominable de adoptar como propia; y que además formaría parte de una estrategia de penetración cultural capas de desestabilizar su propias costumbres. Insistiendo en querer convencer que detrás de la acusación de ser los ucranianos adeptos al nazismo, existe ese algo que tiene que ver con el tipo de cultura occidental, de la que hablara al momento de descorchar otro borgoña, ligada con los valores morales que por cierto rechazan de cuajo.
Y allí, en plena conferencia, donde Argentino redunda sobre la idea de los prejuicios rusos convertidos en escudos antiaéreos, se percata que Tábata y Luisa se han quedado. profundamente dormidas. En la postura de disimular el hecho de estar en el quinto sueño. Con brazo doblado y puño apoyado en la sien; Tábata. Mas manos cruzadas abrazando el mentón a la vez de sostener la cabeza, Luisa.
Entonces una vez que se cerciora de la nueva realidad de ser el único que se encuentra despierto. Decide llevar a las chicas a la habitación y acostarlas juntas en la cama de dos plazas. De a una, llevando abrazada, caminando con sumo cuidado, ayudado por ellas mismas, que cuando llegan enseguida se acomodan en el aposento, siguiendo estando dormidas sin conciencia de lo que hacen. Para finalmente apoyar sus cabezas en la almohada, mientras observa las virtudes de sus excelsas bellezas. Con mas luego abrigar sus cuerpos con frazadas que las hacen querer seguir durmiendo; y así cumpliendo con la misión de ofrecer un merecido descanso a quienes considera personas insustituibles.
Por este motivo quedando abierta la posibilidad de cuando ellas despierten él poder dormir aunque más no sea el equivalente a una siesta prolongada.
Y mas luego de arrojar un balde de agua de mar en el inodoro vomitado, en unas bolsas de residuo fue colocando los envases vacíos de vino; que ya no sabe si lo que le parece demasiado vendría a ser una moralina.
Y de paso de quitarse de encima las botellas, también embolsa la basura en general. Residuos que tenía previsto arrojar por la borda, pero que por el momento, ayudado de un rapto de conciencia ecológica, hace frenar el impulso, abortando el hecho de cargar de mugre el desdichado océano; y todo por la gracia de un lapsus de cordura donde pudo meditar en lo contaminados que están los mares por culpa del tanto plástico que se produce.
Y mas luego de un somero balance, siente que le cuesta asumir lo que está viviendo. Pero al ser tan real y elocuente la cárcel donde cayeron presos, de a poco se va como familiarizando con la idea de ser unos verdaderos náufragos.
Y así de resignado, además de impotente por lo poco que puede hacer para forjar el mal trance, se pone los anteojos en querer revisar la agenda. Como primera imagen recordando a su cliente apellidado Albornoz, orejón y narigón, quien le obsequiara el hermoso lechón que aún permanece crudo. Con ello haciendo revalorización del trabajo de realizador de trámites. De cuan satisfactorio le resulta recorrer los registros y respetar a la clientela; además de atenderlos a todos por igual y como se debe. A la vez de hacer crecer el negocio cuanto más se pueda.
Además piensa, con los ojos clavados en su propia letra, que desde que sabe la fórmula para la vocalización del canto, se admira de cómo le hubo mejorado la caligrafía.
Cuando de pronto, en ese trance de revisar el pasado, se pone a calcular que por ello le ha de sobrevenir la melancolía; mientras que proyectado sobre el futuro quedará inmerso en la ansiedad. Más con gran sorpresa ve entrar agua del océano al living comedor. De inmediato poniéndose a meditar en que como sea tienen que resistir al desastre; aunque por ello tenga que remar como un loco ayudado de un estante. Al instante recordando haber quemado todas las tablas excepto el pobre timón.
Se dice para si mismo, que sería un despropósito, justo al otro día de conocer a su primogénita, venir a morir ahogados dejando de existir padre e hija, así porque si de puro estúpido en haber montado la casa sobre la tierra sin ningún tipo de soporte al suelo. Con lo cual su mente se fagocita en ironías al sentir la felicidad quedando truncada, tan solamente por haber querido ahorrarse un encadenado que haya podido sujetar la prefabricada al piso.
Que no obstante el barullo mental por la sorpresa de ver las olas entrar sin permiso, reflexiona sobre las dos caras de la misma moneda, que luego de girar por el aire puede llegar a decidir cosas tan diferentes.
Por el brillo del piso mojado se le cierran los ojos del sueño. Que en realidad no lo estaría tanto, pero que lo sobredimensiona por temor a que le vaya a percudir el piso de pinotea. Y así, entre angustias y pesares, logra mantenerse despierto; predispuesto a rezar como una monja.
Con todo lo que se consuela por medio del optimismo, igual continúa haciendo balance de las vivencias de la travesía. Muy registrada en su mente la imagen de Tábata, como confesando al divino botón, de puro borracha, cuestiones que él presupone como ciertas, pero que le disgusta que se las refriegen en la cara; por siempre teniendo anclado en el recuerdo a ella jurando fidelidad de la buena. Para lo cual, de mandíbula dura por el amargo sentir de los pesares, que de igual modo le rechinan los dientes del frío que llega del horizonte, desaloja de su mente la bronca de sentirse un insignificante que se cree un sabelotodo. Volviendo a ponerse a pensar en las mujeres que duermen cual si hubieran tomado una píldora. Que tal vez pueda ser de perdonar el hecho de verlas discutir con tanta vehemencia, pues, toda vez que exponen sus doctrinas después de un rato vuelven a ser personas normales. Entonces decide que mejor, antes de estar masticando angustia, es preferible agarrar un secador y comenzar a quitar el agua. Con luego achicar los charcos con el trapo de piso dentro de un balde. Y así trata de disfrutar del despelote y conectarse con el presente material antes que con el temor a la muerte, intentando que la tarea desplace a la maquinación. Pero con las zapatillas mojadas se siente caminando sobre la nieve sin un par de esquíes. Y mientras seca el piso piensa que estando solo se puede comportar como un inútil; porque la vida es un boleto de ida hacia un lugar sin extremidades.
Cuando de pronto, ve entrar un pejerrey empujado por las olas que vienen de visita. En la grave circunstancia por la que atraviesan considerando ser un selecto manjar. Para lo cual le quita la vida lo antes posible. A la vez de pensar en cuánto odia a aquellos que ponen a los frutos del mar, vivos, a freír en la maldita olla.
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Argentino y el pejerrey, respectivamente, convertidos en capitán y en ceviche sumergido en leche de tigre.
Y así, en la mente de Argentino, se da comienzo a una nueva instancia de serias reflexiones, acerca de cómo podría llegar hacer para lograr incidir en el clima. De inmediato llegando a la sabia conclusión de mejor rogar a la naturaleza porque haga salir el sol y por la noche permita que se vean las estrellas.
Pero no obstante conformarse con un clima benigno, comienza a murmurar un sentir acerca del temor, que una vez avivada su hija, en vez de cantar se ponga a leer, (o si mismo a silvar), al momento del cuerpo hacer su balance diario entre el debe y el haber. Y que por ello Susana vaya a contraer la enfermedad crónica que te paraliza el cuerpo. Además de caber la posibilidad de su alumna poder transmitir a terceros la fórmula sin alertar sobre las contraindicaciones.
Y todo el lío por desobedecer a su amiga Tábata, que siempre lo alerta para que sepa mantener la boca cerrada; pero que él, en esta oportunidad, de puro angurriento, suelta la lengua cual si estuviera ofreciendo una fija en el hipódromo.
Ocurriendo, que al darle vueltas al asunto de las desventajas de revelar la fórmula para la vocalización del canto, de rebote piensa que posiblemente ciertas malformaciones congénitas del cuerpo, se deban a que al momento del orgasmo haya parejas que hacen repaso de los problemas existenciales. Que de ser así le viene la necesidad de rezar porque eso no ocurra; pero sobre todo porque vaya a mejorar el clima del momento.
Y en medio de la plegaria observa que el tiempo inestable comienza a descomprimirse. Empezando por haber tres niveles de celajes diferentes. Con una última capa de nubes, que son como gasas de seda, que corren a un velocidad diferente del resto. Para lo cual comienza a pensar que lo mas probable es que sea casualidad el tanto alboroto en el firmamento.
Pero resulta que el viento, que minutos antes parecía querer azotar los vidrios, a partir del pedido es como que los acariciara. Y encima asoma el sol empezando a calentar la prefabricada sobremanera.
Pues entonces hace votos para cuando vea una primera estrella brindar en su nombre. (Y, oh, maldito borracho; se dice sin serlo; mezclar a la naturaleza con los antojos del vicio).
Y por consecuencia de rescatar la conciencia, algo preocupado, se dirige a la habitación a comprobar como anda todo. De inmediato pudiendo ver que las chicas siguen estando en la misma posición que cuando las dejara. Sin embargo por un segundo teniendo la rara sensación de estar viendo doble. Pero a cambio de distraerse con tontas reflexiones, se larga a reflexionar que sería la primera vez que su hija se queda a dormir en la casa; que ojala pueda seguir disfrutando de tenerla consigo. En serio sintiendo que sin duda es el verdadero amor que deberá quedarse por siempre ligado a su destino.
Pero entre rezos y cavilaciones, comienza a observar cómo de pronto el agua del piso de manera ilógica se va retirando hacia afuera; hecho que lo hace persignarse calculando que el magnánimo ha escuchado las súplicas; antes de lo esperado devolviendo soluciones concluyentes; de la tarde convertirse en un lindo atardecer de primavera y
las olas retirarse de la prefabricada.
Aún así, cree estar viendo visiones cuál si el vino le hubiera tocado el alma, o asimismo empastado las neuronas; porque siente como si estuviera en un avión que despega alejándose de la superficie. Que del entusiasmo rápidamente comprueba que en efecto la línea de flotación de la Chismosa se ha elevado con relación al océano. Por lo menos medio metro; y con todo parece seguir navegando. Por lo cual al voltear la vista comprueba que la prefabricada está inexplicablemente elevada. De inmediato acudiendo a su mente la imagen de esas embarcaciones que compiten en las olimpíadas, que mientras corren flotan sobre el aire con solamente las quillas hundidas.
Entonces Argentino llega a la rápida conclusión de algo extraño estar sucediendo. Para lo cual decide indagar al respecto, en un principio no encontrando explicación a tamaño fenómeno. Con de ese modo seguir pensando en estar sucediendo un milagro. E instintivamente mira hacia el horizonte en busca de algún edificio. Y ahí piensa en lo bonita que es la civilización con sus ciudades edificadas. Pero al instante se percata que en la bahía difícilmente vaya a encontrar un rascacielos.
Para lo cual se le ocurre acostarse en el pasillo y mirar hacia abajo. Que luego de hacerlo se siente tirado en la vereda mirando por una sucia alcantarilla. Y aún así en la refriega, no alcanza a ver nada fuera de un comprimido oleaje.
Pero sin embargo mantiene la fe intacta, encontrando un verdadero sentido a ponerse a pasar el secador de pisos.
Pues entonces se apresta a la tarea de secar y limpiar el salón; mientras de ese modo ofrece al cielo unos pasos de baile; como haciendo la morisqueta del hombre que se siente comprometido con lo sobrenatural. De ese modo pensando el cuánto miedo hubo quedado archivado con esta nueva situación de estar elevados con el agua del parqué cayendo como en cascada sobre el Atlántico.
Al instante cabiendo la pregunta de si acaso puedan haberse topado con un banco de arena; o asimismo un volcán a punto de estallar en erupciones de fuego. Que según el parecer de Argentino la casa prefabricada está como devenida en una especie de calavera de Cristófalo Colombo. Porque además hay otra cosa que lo inquieta, y es que aparte de parecer la casa estar siendo sostenida por algo (cual el plato terrestre que era el planeta según la teoría de la época de Colón; cilindro sostenido por grupo de elefantes flotando sobre el espacio). Aparte de ello hay demasiados indicios de lentamente la prefabricada estar siendo trasladada con dirección hacia la bahía.
Cuando de pronto, en medio del fabuloso parafrasear en voz alta de lo que ocurre, se sobresalta al ver aparecer un cangrejo cual modelo de pasarela entrando por la puerta principal. Que instintivamente, tomando la piadosa decisión de preservar del pobre crustáceo el alma unida al cuerpo, con lo cual, cuál si fuera una ficha del punto y banca, lo va empujando con el secador hacia el lugar de donde vino.
Y mientras que la tormenta se toma licencia quedando el clima con tendencia a estar parcialmente nublado, no obstante, Argentino, en el fondo de su corazón desea que el clima mejore pero que luego no vaya a imperar la sequía; pues en la zona de campo la falta de agua significa algo parecido a una verdadera desgracia.
Asimismo le entusiasma la idea de pensar, que si la noche viene despejada, la Vía Láctea se podrá ver en su total dimensión y belleza. Un sentir éste el de Argentino pues es fanático de la Vía Láctea cual si esta fuera el club de sus amores. Dando por seguro que aquella gran cantidad de estrellas que la componen, fueron y siguen emergiendo de la boca de un paisano similar a San Cayetano, que estaría apostado en la entrada soltando astros al ritmo de la respiración.
Y así de estimulado por el alcohol y exitado por las tantas buenas nuevas, Argentino murmura ideas trascendentes acerca de cuánto pueden llegar a valer las diferentes almas. Que a manera de interrogación pretende que la naturaleza le conteste, si para ella el ánima de un rinoceronte tiene la misma valorización que la de un pequeño saltamontes.
Y entonces, mientras espera la respuesta, el tiempo sigue mejorando hasta lograr que la tarde vaya perdiendo aquella nubosidad abundante.
Cuando de pronto, mientras se plantea que hacer al respecto de saber que hay debajo del piso, otro pez aparece de improviso, cual si fuera un pariente que viene de visita. Tratándose esta vez de una lisa. Con lo cual, sin pérdida de tiempo, Argentino la agarra del lomo, a la vez de por lo bajo cantar aquella famosa canción que dice: Lisa ya no eres tú la muchachita de la mirada azul. Para finalmente aplicar el mismo procedimiento del garrote vil y más luego cortar su cabeza a la altura de las agallas. Por lo cual, de inmediato, los filetes que de ella extrajo fueron a parar al cebiche del pescado anterior.
Y allí es que Argentino medita acerca del alma de la lisa, que seguramente se hubo incorporado a formar parte de las bondades de la naturaleza. De inmediato poniéndose a verbalizar el motivo de haberle propinado a los pescados unos golpes en la cabeza con el mango de la cuchillla. Porque por esa vía, por unos cuantos segundos el bicho queda medio atontado, oportunidad en que se debe sacrificar sin que por ello vaya a padecer de ningún tormento.
Cuando de repente, cual si la casa estuviera haciendo equilibrio sobre una cuerda, ahora mas que nunca tiene la rara sensación de estar parado sobre un tobogán de plaza, con los pies puestos a cada lado del eje del centro. Enseguida preguntándose si acaso la prefabricada pueda llegar a estar arriba de un submarino; a la vez este queriendo emerger a la superficie, como consecuencia quedando la Chismosa cual una gorra de gaucho de las pampas sobre el casco de la nave. Con lo cual en su mente empieza a afianzarse la idea de tirarse al mar para poder inspeccionar sobre que cosa enorme hay allí debajo. Aunque a decir verdad, le tiemblan las piernas por la posibilidad de encontrarse con un monstruo desagradable.
Sin embargo, al cabo de un puñado de reflexiones encontradas, se decide por poner un espejo enmarcado en plástico en un palo de hacer selfies. Cuestión que de inmediato pueda ir a investigar con una herramienta a favor que le permita saber la verdad del asunto. De rebote pensando, que si el espejo devuelve una imagen favorable quizás por fin pueda descubrir lo que está sucediendo.
Y entonces, a falta de una idea superadora, vuelve acostarse panza para abajo, metiendo la cabeza por debajo de la baranda, además de estirar el brazo hacia afuera a más no poder. Con enseguida afinar el ojo en poder descubrir el misterio que lo tiene en vilo. Y ocurre que al momento de mirar por el espejo, solamente logra ver espuma de mar alborotada por algún tipo de fuerza centrífuga.
Y una vez incorporado luego del intento fallido, se dice en voz alta, para nada poder perdonarse si antes de la cinco de la tarde no logra resolver el misterio, por fin dándose por enterado de qué trata el fenómeno de estar elevados por sobre el oleaje. Y así, irónicamente se dice, hace unos segundos haberse sentido un expedicionario que miraba la realidad abastecido con tecnología de punta.
Pero mas allá de toda ironía, una y otra vez le viene a la mente la impronta de volver a intentar descubrir el motivo de la prefabricada estar siendo transportada por algo muy extraño.

Texto agregado el 10-11-2024, y leído por 256 visitantes. (0 votos)


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