El tiempo solo es tiempo cuando lo convertimos en tiempo, solo así.
Roberto Bolaño
No quiero acordarme donde dejé mi memoria pasajera,
los vestigios de todos los tiempos vencidos y por vencer,
de aquellos instantes detenidos como copias fractales,
ecos fantasmagóricos de un pasado que me asombra,
inconsciente memoria que no se atreve a seleccionar,
recuerdos que se retroalimentan en una escala infinita,
en la felicidad que se amalgama con la dichosa tristeza,
pasado que se redime en un retorno nunca solicitado.
He perdido la noción del tiempo por una ingrata tríplice,
en la secuencia lógica y cabal que desordena el tiempo,
pero el fin es siempre el principio en este tiempo cíclico
todos los tiempos conviven en sofocante tiempo único,
insano carrusel de indeseables emociones sin control.
Quería parar el tiempo, vivir solo en el instante presente,
en un momento en que nada le deba al lejano pasado
y pasar sereno por cada recuerdo con la mirada perdida,
aturdido por unas sensaciones entre el placer y el desconcierto,
dejaré atrás todas las expectativas, augurios, proyectos.
Porque yo si quiero pasar la vida sin ver la vida pasar;
en esa angustia de una expectativa que no se cumple,
deseos que se difuminan en las probables intenciones
o en pasados cualesquiera que ya fueron los mejores,
recuerdos y subterfugios para mis constantes lamentos.
No quiero mirar adelante como no quiero mirar hacia atrás,
estacionado en una parada que anuncia la inminente salida
yo, poco atento a las señales, voy a detener el tiempo,
en un aquí me quedo que transciende a la lógica temporal,
en un tiempo finito que por mi no tiene porqué acabar hoy.
JIJCL, 2 de noviembre de 2034. |