A nuestro héroe de planeta azul lo invitaron a una fiesta de disfraces; nadie debería decir, ni antes ni después de que se disfrazaría. De hacerlo, tendría que pagar con una penitencia, que consistía en bailar desnudo en la siguiente fiesta. Todo lo que esa noche sucedería quedaría en secreto.
Nuestro héroe se disfrazó de calabaza, compró un disfraz en el centro de Cali y se lo llevó para su casa. La fiesta empezaba a las diez de la noche e iría hasta el siguiente día. Después de cenar, se recostó un ratito en el sofá. Vio sus redes sociales, nadie lo había saludado por el chat, ni comentado un poema que había escrito en su biografía. Se durmió dos horas y se despertó sobresaltado. Miró la hora y vio que a duras penas alcanzaría a llegar a tiempo.
Se bañó y perfumó lo más que pudo, se puso el disfraz y salió a la calle. Al rato abordó un taxi y en una hora llegó a Santa Mónica residencial; pagó el valor del pasaje y se bajó pronto. Timbró en la dirección señalada. Era una casa grande y muy bonita. Al rato salió a abrirle la mujer Maravilla y lo hizo seguir. El salón estaba repleto de invitados, cada uno con un disfraz diferente.
La noche siguió su recorrido, ya eran la una de la madrugada. Algunos héroes ya estaban mareados por el ron que servían a cada momento. Los que deseaban hacer el amor, subían al segundo, tercero y cuarto piso en el que habían habitaciones para esa ocasión. No fue raro ver muy enamorado a Superman de la mujer maravilla, a Santo, el enmascarado de plata de Lucha Villa y a la Pocahontas del llanero solitario. En fin, héroes enamorados de heroínas y viceversa. El salón empezó a quedar vacío. Solo cuatro parejas bailaban un bolero, entre ellos, nuestro héroe del planeta azul con La Reina del Nilo. Ella le dijo que quería hacer el amor. Él se puso nervioso, pero accedió. Ella, lo tomó de la mano y lo condujo a una habitación del tercer piso que estaba vacía.
Él no se quitaba la máscara de la calabaza por nada, pues no quería bailar desnudo en la siguiente fiesta. Ella lo abrazó fuerte y le quitó la chaqueta negra, luego la camisa, la camisilla y cuando le iba a quitar el pantalón, se arrepintió. Enseguida le dijo:
-Ya sé quién eres.
Él le contestó:
-Cómo me descubriste?
Ella con rabia le dijo:
-Por ese hijueputa olor a almizcle.
Él no lo podía creer.
Esa noche, todos hicieron el amor, menos nuestro héroe de planeta azul. La Reina del Nilo no se quedó con las ganas, golpeó en la habitación donde se encontraban Superman y la mujer Maravilla. Le abrieron pronto e hicieron un trío. De haber hecho el amor con el carecalabaza, le hubiera dicho:
-Porqué te depilaste la araña, solo debes tener tres pelos en el culo.

Pedro Moreno Mora