Cuando los padres de la cibernética abarataron los viajes interplanetarios, Trébol una mañana llegó a la luna. Y llevó consigo un disgusto y una serie de verbos que ya no tenían sentidos: como vestir, comer, beber, hablar, dormir y muchos otros. É incluso un idioma con tantas cosas, además de los verbos citados. Verbos que pronto notó que eran obligatorios por los demás de su entorno allá en la tierra.

Y le sorprendió que hasta el dormir y estar despierto ya no tenían tanta importancia. Ya que alunizó en el lado del planetita que siempre es de día. Y que aunque es chiquito, podría quedarle muy lejos el lado de la noche. Pero más lo conmovió lo de tener que morir; por aquello de que ya no había quién lo enterrara. Palabra qué cambió por la de ‘enlunar’.

Sin embargo, nada fue peor que entender que esa acción(la de enterrar) era algo que allá lo hacían los otros para no tener que olerte y ver tú tétrico deterioro. Y lógico: ¿Aquí en la luna a quién le importaría? Pero también caviló mucho con los grandes embustes terráqueos: cómo la posesión de cosas mediante el uso del peor disílabo del idioma. Y usado en sus dos variantes: mío y mía. Y llegado ese momento miró a su alrededor. ¡Y dio gracias a Dios porque no vio una bandera clavada en el suelo(en el caso de que aquí, se le pudiera llamar también así)!

Más, no hay felicidad completa. Pues observó que el peso depende de lo qué te hale. Y ahora lo estaba halando una bola ochenta y un veces menor que la otra de donde vino. Por lo tanto ahora era una plumita. ¡Pero que conste, eso sí, que el viento de aquí no tiene madre!

Hasta que en su juicio entró el recuerdo de la navidad del 2024. Cuándo sé afirmó en la tierra, que por dos meses sería orbitada por dos lunas. Pero que hoy, ochenta años después y parado sobre el suelo de la original, Trébol sé quejó de las mentiras que se hablaban allá. Porque este(donde estaba), chiquito como es, creyó que exageraron al afirmar que orbitaría la tierra junto a otro. Y que ese otro(dijeron) era una piedra de menos de nueve metros de extensión. ¡Un descaro mediático qué humilló a mi luna!