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Inicio / Cuenteros Locales / Nimmael / Dulce despedida.

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La esperaba cerca de la linea del tren, la lluvia azotaba el paraguas que sufriente, resistia.
Los golpes eran similares, el paraguas intentaba resistir al igual que yo, tan solo habia una diferencia. El fue creado para eso, yo no. Nosotros no.
Los lentes se empañaban tras cada exhalacion, esta se hacia profunda y dolorosa.
El ambiente oscurecia, el reloj avanzaba, la esperanza cerraba sus puertas a mis manos, que, desesperadas ansiaban la dulce fragancia de aquella mujer.
La lluvia insinuaba la desgracia, de fuertes y doloosas gotas se transformaron en crueles granizos. El paraguas, no resistió mas. Cayó, sin mas fuerzas, a la linea del tren, donde en algunos minutos mas, seria asesinado.
Triste noche me esperaba, sadica noche contenta me preparaba el té y la cama antes de dormir.
Era obvio ya, que no llegaria.
Intente caminar, para salir de ahi. Antes de hacerlo mire hacia las dos puertas tras de mi.
una, dos, y nada.
¿Que pena, no? Esa ilusion, esa maldita ilusion de que algun dia llegaria, era mentira. ¿Alguien me dijo alguna vez que seria verdad? Nadie, nadie mas que yo. Nadie mas que mis propias proyecciones, nadie mas que Dios. Crei escucharlo, senti su voz, la que con suave dulzura me mostro el futuro.
Ella volveria, este dia, al borde de una linea del tren. Tambien me dijo, que lloveria, que lloraria el cielo. No me dijo el por que.

Tendido y rendido en el suelo observaba a lo lejos las luces del tren, se escuchaban ligeros gritos de bienvenida, de alegria. No habia nadie en la estacion ¿quien los recibiria?
A la par de mis pensamientos, violentos pasos rapidos se acercan.
¿Donde?
Miraba de reojo las puertas, la luz del tren me encandilaba. Ya estaba cerca.
Ya lo sabia, ella no llegaria, mejor seria irme, irme a Paris, solo, a bailar bajo la luna sin zapatos... solo.
Tome la maleta e intente levantarme, las piernas tambaleaban, el corazon aullaba, el alma se retorcia dentro del negro dolor que la acogia.
Una voz cercana dijo: "Adios, dulce amor olvidado, el espejo se ha quebrado, los sueños han marchado, nos han abandonado."
Tienes la razon - Contesté- Los recuerdos, nos han olvidado.

El tren pasó, se llevo con el viento la maleta.
Ya me habia matado, esas palabras habian terminado de disecar el agua tierna, que dentro de mi quedaba.
Sin duda, era ella. Senti su aroma, por un segundo y por siempre, complaciente. Sus labios quebradizos me avisaban el porvenir, mientras su voz, inquieta, me despedia. Su pecho, aniquilante, tranquilizador ahi estuvo, frente a mi.

Sangrante despedida, pues ella luego, se suicidó.
Dejo que el tren llevara su vida, dejo que el tren llevara su sangre y su dolor, su espina.
Quizas por esto lloraba el cielo, quizas por su muerte, el granizo demolio a golpes la vida. Quizas por esto, debia dejar esta libre existencia. Caminar hacia otros parajes, donde esto no pesara, donde la Cruz de Cristo no me persiguiera, donde su voz no me alcanzara.
Alla debia estar, descansando bajo un arbol de paz, sobre una piedra de felicidad. y un mundo tranquilo, donde pudiera descansar.

Texto agregado el 13-10-2004, y leído por 216 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
15-10-2004 Hola!! así que ahora tu me has iniciado, estamos a la par. Me gustó mucho!! tenog un cuento que bueno, tu ya conoces. Un beso adiós. no entiendo lo de los votos, por eso no haré nada de eso. isobel
13-10-2004 interesante, muy bien escrito, tiene acción, suspenso y esa cuota de amor y desamor, de encuentros y desncuentros... tiene velocidad... ritmo de tren! cosa
 
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