"Faro que alumbras al mundo, por encima de la tempestad" decía Carlos Goñi en una de sus canciones. Faro que te levantas imponente sobre la costa, ante la inmensidad del océano, rompen olas en tu cuerpo pero tu persistes ante el mar, iluminando, fiel a aquellos que te necesitan, marcando ese avismo entre la calma y el peligro. Agunta, aguanta en los siglos , mantente firme y no dejes que nada ni nadie te derribe.A lo lejos el mar, extendiéndose hasta el confín. Cambiando su estado en solidaridad con su compañero, el cielo. Variando los dos al unísono, siempre juntos y eternamente separados unidos únicamente por una mirada en la lejanía y el faro entre ellos. El viento trae ese peculiar aroma a salitre. Instintivamente cerramos los ojos como si alguien nos dijera que lo hiciésemos para sentir más profundamente cualquier sensación que por pequeña que sea no sería menos importante. En ese momento un fugaz pensamiento se nos pasa por la cabeza, uno que no brota de la originalidad, uno tan común en las gente como la propia gente: Marchar. Irnos tan lejos como lo hace el mar cada día, viajante entre los viajante, pequeño peregrino. conociendo cada continente, cada mar tempestuoso y salvaje o tranquilo y no morirnos sin haberlo hecho.