Querida Alicia:
Me cuentas que ya has arribado a Cuba.
"¡Perla del mar! Cuba hermosa... / Salud, oh, tierra bendita, /tranquilo edén de mi infancia!... / Salud, salud nobles hijos /de aquesta mi dulce patria."
Cuba, tierra de grandes hombres y de eximias mujeres, de seres que han destacado en diversas manifestaciones del arte aún contra la adversidad. Te felicito Alicia, porque desde hoy podrás empaparte de cultura y de buen son, que también es cultura, rodeada de gente alegre, de gente buena, de gente que quiere y merece ser feliz, de gente igual que tú.
Alicia, te imagino frente a este inmenso Caribe que nos separa y que nos une a la vez, todo depende de cómo se mire; te imagino, decía, con un libro en las manos, recitando al viento los poemas de Gertrudis Gómez de Avellaneda, poemas de amor desdichado y pesimista ("...te amé, no te amo ya, piénsolo al menos,,,"), porque ¿de qué más podría escribir habiendo sido tan golpeada en la vida?
No me parece extraño que esa gran dama, serena y digna, haya terminado prácticamente en el olvido, apenas rescatada por la crítica de los últimos tiempos como precursora del feminismo moderno, feminismo que desborda en su actitud vital y en la fuerza de sus personajes literarios. Y no me extraña, Alicia, porque a "Tula" con mucha frecuencia se le dio la espalda, como lo hizo Marcelino Menéndez Pelayo, quien basado en el espíritu independiente y los "escándalos amorosos" de la escritora cubana, escándalos que le valieron sinnúmero de críticas de una sociedad que tuvo el atrevimiento de lanzar la primera piedra, y con ello impidió su ingreso a la Real Academia Española sin que valieran sus merecimientos literarios ¿o será que -como imaginan algunos historiadores- aterrorizados por la habilidad que poseía la adorable criolla creyeron más prudente dejarla fuera?
De Gertrudis Gómez de Avellaneda son los hermosos versos conque inicié esta misiva, versos que fueron escritos con el hiriente recuerdo del abandono de su patria, allá por 1936, cuando tenía 22 años de edad; así salió de su querida Cuba tras la muerte de su padre y el casamiento apresurado de su madre. Y escribió:
Voz pavorosa en funeral lamento, / desde los mares de mi patria vuela / a las playas de Iberia; tristemente / en son confuso la dilata el viento; / el dulce canto en mi garganta hiela, / y sombras de dolor viste a mi mente.
¡Ay!, que esa voz doliente, / con que su pena América denota / y en estas playas lanza el océano, / "Murió —pronuncia— el férvido patriota..." /
"Murió —repite— el trovador cubano"; / y un eco triste en lontananza gime, / "¡murió el cantor del Niágara sublime!"
Y fue España el país que la acogió. Allí entró en contacto con la literatura romántica del momento, Víctor Hugo, Chateaubriand y Lord Byron. Allí encontró el apoyo de escritores como José Zorrilla, Fernán Caballero, José de Espronceda, o Alberto Lista. Pero allí encontró también cúmulo de desgracias y sinsabores: La muerte de sus dos maridos, el cobarde abandono de su amante cuando resultó embarazada de una niña, la que nació muerta... infortunios que moldearon su temperamento depresivo y apasionado.
Querida Alicia, cuando tengas oportunidad escápate a las playas de Camagüey, cuna de Gertrudis Gómez de Avellaneda, y ante el romper de las olas recita los versos de "Tula", que yo estaré atento a tomarlos del viento que vaga por el Caribe.
Con toda mi admiración, desde Cancún, en la costa del Caribe mexicano:
Tu amigo, Julio Enrique.
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