Se ufanaba de hablar cinco idiomas; los utilizaba para seducir a mujeres viudas, pero nada. Lo único que lograba era unas cuantas monedas por las clases que les daba. Estas señoras no iban a enamorarse de un políglota caído en desgracia.
No le ayudaba ni siquiera el aspecto físico, pues era muy desaliñado. En gringolandia no consiguió nada, lo mismo le pasó en Francia, su fonética mexicana lo delataba. De allá lo echaron a patadas, pues hablaba mal de los Franceses. Aterrizó en México lindo y querido. Trabajó en una empresa de encomiendas. Con gran esfuerzo logró ahorrar algo de dinero y se embarcó para Italia, más concretamente a Roma, ahí volvió a sus andanzas. Trató de seducir a una mujer ricachona. Lo hizo en latín y lo único que logró seducir fue a una vaca muerta.

Pedro Moreno Mora