A veces, ni yo mismo reconozco mis palabras,
otras veces yo preferiría no haberlas conocido;
hay en nuestra voz un discurso incontrolable,
significados se tornan en otras significaciones,
ese decir que no siempre coincide con lo dicho,
cuando el mensajero es solo la inocente víctima.

La poesía se recrea en una irresponsable actitud,
en un insight que despierta nuestra inconsciencia,
revelaciones que viven en letárgica retaguardia,
una epifanía festiva que celebra su resurrección,
la mirada de lado que perdió su miedo ancestral,
ese atrevimiento que nos pone siempre al límite.

Voces sentidas que son la revelada inconsciencia
el terrible hierro candente al borde de nuestra piel
en esos miedos que encuentran al fin su ruta fuga
en la indecisión que se decide y ya no teme nada,
esas palabras impropias que no me pertenecen,
pero me identifican aunque yo no la reconozca.

JIJCL, 6 de octubre de 2024.