Se que me voy de tu vida... y lo entiendo, porque eres así, inmutable, como una roca ante el vaivén del mar. No te puedo cambiar, y quizás ni lo desees. Sé que naciste para no amar, pero ese destino no es suficiente para borrar las huellas que dejamos los unos en los otros. La verdad pesa en mi pecho como un plomo; aunque mis palabras, mis poemas, mis abrazos y hasta mis besos intentaron atraparte, nunca encontraste su eco en tu corazón.
Recorreremos caminos distintos, como ríos que se bifurcan en tierras lejanas. Me duele dejarte, y aún más, me duele saber que no me sientes. Es un dolor singular, como si me arrancaran un trozo del alma. Pero reconozco que esta despedida, aunque amarga, es necesaria. Es lo mejor para ambos. Te irás a seguir con tu vida sencilla, sin alterar su ritmo, pero antes de partir, deseo dejarte un legado: un poco de mí.
Permíteme untarte con mi esencia, como un perfume que se adhiere a la piel. Quiero que lleves un pedazo de mi ser contigo, para que cuando algún día decidas abrir tu corazón y permitir que el amor entre, tengas algo más que ofrecer. No quiero que otros toquen tu vida sin que tú hayas experimentado el profundo toque de lo que realmente significa amar.
Mis palabras, aunque no resonaron en ti, desearía que sirvieran como un faro. Un faro que ilumine tu camino cuando decidas amar. Quiero que recuerdes la fragilidad de mis versos, la intensidad de mis pensamientos, el calor de cada abrazo que te ofrecí. Tal vez, solo tal vez, esos momentos sean el cimiento de algo más profundo en alguien más.
Porque sé que en algunos recovecos de tu ser, en ese rincón donde guardas tus sueños y anhelos, hay un espacio en blanco que espera ser llenado. Y aunque me voy, quiero que lleves mis recuerdos como un recordatorio de que el amor existe incluso en su ausencia.
Así que, mientras te alejas hacia tu futuro, recuerda lo que fuiste para mí y lo que un día pudiste haber sido. Aun en la distancia, me aferro a la esperanza de que, en algún momento, tu corazón despierte de su letargo y logres sentir, no solo por ti, sino también por todos los que vendrán después.
Se que me voy de tu vida, pero en este adiós, dejo una parte de mí, para que nunca olvides que amar es un arte, y aunque tal vez no lo domines, siempre habrá tiempo para aprender. |