El hombre más perfecto del mundo, no soportaba que las cosas estuvieran fuera del lugar que les correspondía. Apenas veía que las rosas artificiales estaban fuera del florero, corría a alzarse del suelo y las ponía dentro de él. Apenas veía un libro sobre la mesa, corriendo lo llevaba a la biblioteca; si veía la fotografía fuera del portaretrato, la ponía de inmediato en su lugar.
Era tan riguroso en su trabajo de corrector de pruebas, que no podía ver una coma en el lugar equivocado. Cuando veía un punto mal puesto, de inmediato lo ponía en su lugar. Nunca se dejaba ver en público, no sabemos las razones por las que rechazaba al mundo. Vivía en una burbuja que él mismo creó. No sabíamos si era gordo o flaco, blanco o negro, calvo o melenudo.
Había corregido los Versos satánicos de Salaman Rushdie, encontró según él muchos errores de redacción y puntuación. En lugar de corregir el libro, lo volvió un desastre. El escritor no aceptó las correcciones y lo mandó a la editorial tal como él lo había escrito. Aún así lo invitó al lanzamiento.
El corrector llega de incógnito, no daría ni una pista que permitiera ser reconocido por sus fans. El escritor contrató un detective para que diera con ese sujeto desagradable. Había cámaras de seguridad por todas partes, también un grupo selecto de guardas de seguridad y escoltas del escritor, por si alguien intentaba hacerle daño, era repelido de inmediato.
El evento salió a la perfección, Salman leyó varios fragmentos de su libro, luego respondió todas las preguntas del público y finalmente firmó de su puño y letra a todos aquellos que querían tener un buen recuerdo de esa tarde de poesía con uno de los buenos escritores de todo el orbe.
El corrector de pruebas estaba a punto de irse, pero le dijeron que en ese momento no le podían abrir la puerta. El detective fue a pedir un informe detallado al guarda de seguridad que controlaba todas las cámaras. Lo único anormal que le reportó fue que un hombre elegante se sacó un moco y lo pegó en la pared. Al poco rato el corrector fue y lo limpió con la lengua. Por un moco descubrieron al corrector.
Pedro Moreno Mora |