En mis pesadillas tengo pesadillas,
sombras negras, de risa vacía,
arcoíris que surgen en sendas marchitas,
cuando el sueño se ahoga en bruma sombría.
La redundancia de mi fantasía
se consume en maligna ironía,
y en la oscuridad donde el miedo habita,
mi dolor se retuerce, se hunde, palpita.
La alegría se viste de amarga condena,
en un ciclo de sombras, sin tregua, sin pena.
Es danza perpetua, que nunca reposa,
en la noche, mi mente se rompe y me acosa.
Los colores se pierden, se borran al fin,
donde el llanto y la risa se extinguen sin fin.
La niebla se disipa, el terror persiste,
en un sueño que quema, que mi alma resiste.
Los dulces recuerdos se asoman fugaces,
pintados de sol entre oscuros desenlaces,
y en este infierno, las flores renacen,
solo para morir cuando el miedo me alcance.
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