Un hombre muerto y sepultado tres días antes, comenzó a soñar. ¿Acaso había resucitado? ¿O no estaba bien muerto? Soñó que estaba vivo y que no podía dormir. Entonces, acostado en su cama, decidió contar las tradicionales ovejas para poder hacerlo: 1, 2, 3, 4, 5, … y siguió contando. De repente, perdió la cuenta, así que empezó de nuevo: 1, 2, 3, 4, 5, … pero poco después la volvió a perder. Recomenzó, su mente estaba nublada, revuelta: 1, 2, 4, 7, 8… no supo en qué momento se durmió definitivamente, ahora sí, para siempre. |