La esperanza es lo último que se pierde” murmuró con sorna al salir de la consulta.
Maldecir es más vicio que consuelo, pero qué más da, cuando todo está perdido ya y nadie
a su alrededor tiene ni idea. Aquella noticia solo fue otra caída más desde la caída, otro
peldaño hacia la desazón. ¿Por qué? se preguntaba miles de veces y pensaba
compulsivamente en ese instante justo antes, cuando todo era tan diferente.
“El tiempo tampoco lo cura todo” pensaba, mientras ella descorrió las cortinas un día más
para arrojar algo de luz antes de que otra palabra, otra discusión, tiña con tizón otra mañana
a su lado. Ella alberga desde hace tiempo un secreto, un giro de la historia y una decisión
tomada. Él no se esperaba otro terremoto en su mundo, pero las palabras han resonado en
la habitación y no hay vuelta atrás.
“Toda existencia necesita un sentido” piensa, mientras cierra el libro en su regazo en el
mismo instante que este entra por la puerta, posa su mirada en esos ojos que son los suyos
y dice “vamos a jugar fuera”. Con ella de la mano, baja rodando la rampa hacia el jardín y agradecido sabe haberlo encontrado.