La pulsera.
El día de su casamiento, Evangelina al salir de la iglesia vio entre la gente, algo que brillaba y que le llamó la atención.
Lo levantó y resultó ser una pulsera, la muchacha miró hacia todos lados para ver si le pertenecía a alguno de los invitados, pero nadie parecía buscarla y acercándose a Rodrigo, su flamante esposo se la puso en uno de los bolsillos del elegante traje.
Luego de la fiesta el matrimonio se retiró a su casa para cambiarse de ropa y tomar un taxi hasta el aeropuerto donde un enorme avión los llevaría a su destino, México donde pasarían una semana inolvidable de luna de miel.
Terminada la semana, Evangelina y Rodrigo volvieron de su luna de miel a comenzar su vida como siempre lo habían soñado.
Veinticinco años después le tocó el turno de casarse a Virginia la hija de ambos.
Una tarde Virginia invita a Evangelina a ir de compras.
Debía elegir el vestido de novia y quería hacerlo con su madre la que aceptó con agrado.
Muchas fueron las tiendas que visitaron, pero los precios eran más que altos y por el momento era imposible pagarlos.
Muy triste volvieron madre e hija a la casa cuando de pronto Evangelina le dijo a Virginia que quería mostrarle algo y bajaron al sótano donde un enorme baúl guardaba entre otras cosas, el vestido de novia de Evangelina.
Aunque parezca mentira, Virginia nunca lo había visto hasta ese día.
-Creo que deberías mirarlo y ver qué me dices dijo Evangelina a su hija.
-Mamá, qué vestido tan hermoso, debiste estar bellísima con él y que modelo tan original, parece recién hecho.
Evangelina le propuso a Virginia que se lo probara, quizá no tendrían que gastar una fortuna, su vestido había sido confeccionado por un gran modisto y si hiciera falta se podría arreglar.
-Mamá que buena idea has tenido, voy a probármelo dijo Virginia.
Al ver a su hija con su propio vestido y ver lo bonita que estaba Evangelina no pudo menos que esconder una lágrima, su hija se parecía demasiado a ella y volvió a vivir su propio casamiento.
Tan contenta estaba Virginia que no le contó nada a su novio ni a su padre, había conseguido más de lo que buscaba, el vestido parecía hecho a su medida.
Ahora resuelto un gasto menos, tenían que buscar el traje para Gastón, a lo que su madre le propuso echar un vistazo al traje de Rodrigo que nunca más había usado y que ahora con unos kilos de más le sería imposible ponérselo.
Aquello parecía de película, el traje, aunque hubo que acortarle un poco el pantalón y las mangas le quedaba pintado y Gastón quedó impactado al verse con el traje de su suegro.
Al fin llegó el día del casamiento, en la misma iglesia donde sus padres se habían casado.
La historia parecía repetirse, la felicidad de Evangelina y Rodrigo al ver a su hija en la iglesia junto a Gastón, era un pedido que le habían hecho a Dios tantas veces y ahora se estaba cumpliendo.
Mientras bailaban en la fiesta, Virginia sintió algo en uno de los bolsillos del traje de Gastón y le preguntó qué era aquello a lo que inmediatamente Gastón llevó su mano al bolsillo para sacar una pulsera y quedar mudo al hacerlo.
Virginia quiso saber de quién era, pero Gastón le dijo que jamás la había visto. Parecía que iban a tener la primera pelea y aún no terminaba la fiesta.
Evangelina notó que algo sucedía y se acercó para saber qué estaba pasando y al ver la pulsera, todo volvió a su memoria.
-Mamá de quién es esta pulsera, ¿acaso es de papá, porqué estaba en su traje?
Evangelina sonrió diciéndole que no imaginara nada raro, que aquella pulsera era posible que ni su padre la hubiera visto nunca ya que ella la había encontrado al salir de la iglesia cuando se casaron y por no tener donde ponerla la guardó en uno de los bolsillos del traje de Rodrigo olvidándose de ella.
Madre e hija observaron detenidamente la pulsera y se fijaron que tenía una inscripción que al leerla decía… Mi presencia te dará felicidad eterna.
Aquella pulsera que tantos años estuvo guardada con el pasar de los años brilla más que nunca y pronto cuando la hija de Virginia sea la próxima novia de la familia, la usará y la felicidad también a ella la acompañará. La magia puede estar donde menos la busques, hasta en una simple pulsera.
Omenia
4/9/2024
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