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La señora Y estaba preocupada. No se había reportado. Sabía que su marido esperaba en su puesto de control que le enviara una imagen de su situacion actual.
"Cada cuarenta minutos debes enviarme una fotografía",- le dijo él cuando comenzó a trabajar en su Punto Cero.
Ella para no llevarle la contraria le enviaba fotos de sus actividades diarias. De esta manera al levantarse se retrataba en la cama y luego camino al trabajo y eventualmente durante el desayuno. Esto generaba los pocas reacciones de agrado del hombre, quien de vuelta le remitía imágenes de seres hambrientos y sonámbulos.
En el Punto Cero debía permanecer noches enteras y el día se le hacia eterno tratando de conciliar el sueño.
Cada cuarenta minutos de día y noche miraba el celular para ver si tenía las imágenes de su esposa.
Ella estaba programada para ello y si tenía una reunión del tipo que fuera se daba el tiempo para poner en conocimiento de su marido las acciones que ejecutaba de tal manera que desfilaban momentos de su oficina, de reuniones de la Corporación, del tren metropolitano o con su hijo comiendo helado. Incluso un día en que vio a una persona caer de una bicicleta y cumpliendose el tiempo no tuvo más remedio que mostrarle un hombre derrumbado buscando sus monedas.
Ella que lo hacía de buena fé le enviaba retratos de perros, gatos, de las personas dentro del tren o incluso retrató besos de novios, arrebatos amorosos, persecuciones policiales o colibríes bebiendo néctar.
Una noche, ella salió con un buen grupo de personas de su empresa a beber unas cervezas.
Y desde su Punto Cero, presa de un intenso desasosiego el esposo le pidió que le enviara imágenes de la mesa que compartían.
Ella comenzó su trabajo de derecha a izquierda con mucho detalle. Y en todas ellas faltaban dos personas, dos sitios vacíos, uno al lado del otro.
El hombre analizó las imágenes y le pidió que alguien le sacara una a ella para ver dónde se sentaba.
Ella consintió en hacerlo. Una amiga capturó el momento. En un plano amplio se veían las amigas riendo y en algunos casos mirando hacia otro lugar y haciendo señas juguetonas.
Y junto a su mujer había un lugar desocupado.
Al cabo de un tiempo intrigado e inquieto le preguntó: ¿quien está justo detrás de tí?
En ese momento el marido ya había salido de su punto cero contraviniendo las normas y protocolos de seguridad y había llegado al lugar. Al momento reconoció perfectamente quien era la persona que ocupaba el sitio desocupado.




Texto agregado el 20-08-2024, y leído por 58 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-08-2024 El cuento pinta un concepto nuevo. Qué detalla con frialdad. Te felicito. peco
 
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