Laberinto.

¿En qué momento mi vida se convirtió en un laberinto del que no pude salir?
Laberinto en el cual entramos el mismo día que nacemos, porque eso es la vida, un laberinto sin salida que, a pesar de saberlo, intentamos encontrarla para que nos lleve, quizá… a otro laberinto distinto con el cual soñamos aún con la certeza de que tampoco de ese saldremos. Y así nuestro mundo gira y gira y siempre nos encuentra en el mismo lugar. Y llegando a la madurez de nuestras vidas, sin encontrar la salida que nos permita respirar, intentando una felicidad que, si en algún momento llega, más rápido se va… dejándonos más perdidos que antes.
Pero el ser humano continúa intentando seguir adelante, aunque con el tiempo ya no busquemos esa salida salvadora, porque nos hemos acostumbrado y aunque parezca increíble la rutina de seguir con el intento nos agrada y tal vez si encontrásemos la salida, no la veríamos, o simularíamos no verla porque es más fácil creer que dentro de nuestro laberinto imaginario, la vida jamás terminaría.
Y así con estos pensamientos y tantos otros nos convertimos en pacientes de alguien que aprovechando nuestras debilidades nos hace acostar en un sillón y nos hace hablar y hablar y hablar mientras finge escucharnos grabando lo que decimos que en realidad nada le importa porque si verdaderamente quisiera ayudarnos no tendríamos que visitarlo una vez por semana durante años mientras él o ella ya no tiene lugar en sus bolsillos mientras que a nosotros sólo nos queda en los nuestros, pelusas que el tiempo se encargó de guardar.
Pero, no es de esto de lo que quisiera hablar, aunque mi psicólogo me ha recomendado que continúe hablando sé que no tengo salida, no soy tan tonto como él pretende hacerme creer y a esta sesión he venido preparado. Sé que me hará hablar de todo aquello que quiero guardar sólo para mí, pero yo también se fingir y esta vez encontraré la salida en mi laberinto. Mientras me escucha, como siempre, una taza de café aún humeante cae de sus manos…
Al día siguiente en las noticias matutinas un hecho sangriento ocupaba todo el programa, un hombre había sido encontrado muerto, un psicólogo había sido hallado recostado en su propio sillón de consulta con un tiro en la sien.
Aún no se ha encontrado al o a la asesina, la policía cree que quizá uno de sus pacientes lo hizo, pero nada estaba fuera de lugar, no había signos de lucha, sólo una taza de café hecha añicos, el médico forense ha declarado que el hombre fue sedado antes de recibir el tiro que terminaría con su vida.
¡Qué cosas tiene la vida! ¡Me siento libre al fin! Quizá he logrado salir, aunque…

Omenia
20/7/2024