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Inicio / Cuenteros Locales / cintia-bermudez / Convexo. Ventosa. Lechón.

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Éste texto es la continuación de Son app. Y ambos pertenecen a La isla de arena. Un reality de novela que actualmente estoy realizando. Llamo reality a estar escribiendo en línea. Aun no tiene final así que si lo prefieren esperen un tiempo a saberlo. Un saludo.


Cuando Argentino terminaba con la explicación. De ciertas cosas referidas a la posible guerra mundial. Reconociendo que es consciente, que cuando Rusia, acusa, lo hace esgrimiendo pruebas referidas al propio nazismo; sin eufemismos. Pruebas adonde se ve claramente a los implicados ucranianos haciendo el saludo nazi. Pero que no obstante a Argentino le resultan vagas razones, e insuficientes. Asegurando que detrás del árbol hay un extenso bosque.
Pero resulta que del entusiasmo empleado en la explicación, Argentino se posesionó tanto, que recién cuando intentaba unir su idea anterior, con esta última aclaración, sostenido la misma afirmación del principio. Enseguida se da cuenta que Tábata y Susana se han quedado dormidas. En la postura de disimular el hecho de estar durmiendo. Brazo doblado con puño apoyado en la sien. Manos cruzas abrazando el mentón a la vez de sostener la cabeza. Entonces unas vez que se cerciora de la nueva realidad. De ser el único que está despierto.
Decide primero, con agua de mar, arrojar unos baldes al inodoro. Más luego, una a una, llevar a las chicas a la cama de dos plazas que hay en la pieza. Y recostando sus cabezas en la almohada, cubriendo sus cuerpos con frazadas, cumple con la misión de ofrecer les un merecido descanso, a quien tanto ama. Además dejando abierta lo posibilidad de cuando ellas despierten él poder dormir.
Luego, en una bolsa de residuos, fue poniendo los envases vacíos; la basura en general. Y con la esperanza colmada de ilusiones se pone a contemplar al mar. Las nubes de algodón. El resto de la tarde que se va apagando como una vela de cera.
Aún le cuesta creer lo que está viviendo aunque de a poco se va como familiarizando.
Se pone las anteojos para revisar la agenda. Como primera imagen recordando a su cliente apellidado Albornoz, quien le regalara el hermoso lechón. Con ello haciendo revalorización del trabajo. De cuan satisfactorio le resulta respetar a la clientela, atenderla bien, a la vez de hacerla crecer cuanto más pueda.
Con sorpresa ve entrar agua del océano al living comedor. Y de inmediato piensa en que: como sea tienen que resistir. Pues sería un despropósito, justo al otro día de conocer a su hija, que mueran ahogados dejando de existir. Cuanta ironía sería que tanta felicidad vaya a quedar sofocada hechando humareda al cielo. Se le cierran los ojos del sueño, pero el brillo del piso mojado, como espejismo de la ruta, lo hace mantener despierto. De pronto recordando parte de lo vivido en la travesía. Muy registrada en su mente la imagen de Tábata, como confesando, sin una necesidad aparente, cuestiones que el presupone como ciertas, pero que le disgusta que se las refriegen en la cara. Anclando el recuerdo en el año anterior, donde ella le juraba absoluta fidelidad. Le rechinan los dientes del frío. Del frío que llega del mar.
Desaloja de su mente la bronca. Que tal vez sea infundada pues las chicas, entre ellas, se pelean, diciendo lo primero que asoma al paladar. Entonces mejor, antes de estar masticando angustia, prefiere agarrar un secador y comenzar a quitar el agua. Más, no debiendo cerrar la puerta, agua de las olas que pasan de un lado a otro de la casa, cual si ésta no existiera. Y siendo que es inútil luchar, pues carece de un lugar más bajo, decide ir escurriendo el trapo de piso dentro del balde. Mojadas las zapatillas se siente como caminando por la nieve. Y al sentirse ridículo de querer arrojar de nuevo el agua al mar. Cambia de rumbo hacia la bañadera, tirando allí el contenido del balde; cual si estuviera en el sauma cargando la pileta con sales. Piensa mientras limpia: Estoy tan sólo que me puedo comportar como un inútil. La vida es un boleto de ida hacia el más allá.
Se consuela imaginando, que para este destino, la aventura por la que atraviesan, seguramente, de tan importante será la única; la principal. Hasta trata de disfrutar del despelote. O mejor dicho. Pretende conectarse con el presente material antes que con los pensamientos retrógrados. Y que la tarea desplace a la maquinación.
Cuando de pronto, ve entrar un pejerrey empujado por las olas que vienen de visita. Por supuesto se queda mudo, petrificado, por la tanta agua del piso que es en verdad abundante. Encima acompañada de un pez tan codiciado. Agarra al pejerrey; que luego con orgullo le mostrará a las chicas. Puesto que odia hacer sufrir a los pescado no se demora en quitarle la vida. Lo corta por las agallas.
Suele decir que odia a todos aquellos que ponen a los frutos del mar, vivos, a freír en la sartén.
Pero por allí observa que el agua del piso es como que comienza a retirarse. Cree estar viendo visiones. Y rápidamente comprueba que en efecto la linea de flotación de la casa se ha elevado con relación al océano. Se ha elevado por lo menos medio metro.
En principio no encuentra explicación a tamaño fenómeno. Decide indagar al respecto. La cuestión es que ahora la prefabricada está a reaseguro así de alta con relación al nivel del mar. Mira hacia el horizonte, en busca de ver pinos, pues son los árboles más altos. Y ahí piensa en lo bonita que son la piñas puesta de adorno en un recipiente acorde. Se sigue viendo solamente mar.
Al volver de los pensamientos, nota que la casa está inexplicablemente elevada, pero que de todos modos sigue flotando. Viniendo a su mente la imagen de esas embarcaciones que compiten en las olimpíadas. Que mientras navegan, flotan sobre el aire con solamente las quillas hundidas.
Para lo cual se le ocurre acostarse en el pasillo y mirar para abajo. Se siente en la vereda como mirando por una sucia alcantarilla; y aún así no alcanza a ver nada fuera de lo normal.
Ahora sí tiene sentido pasar el secador de pisos; piensa.
Cual si fuera el empleado de una pizzería, se pone a secar y limpiar; mientras ofrece al cielo unos pasos de baile; como haciendo al tiempo añicos.
Cuánto miedo a quedado archivado, con esta situación de estar elevados.
Al temblar de frío nuevamente, decide cambiar de ropa y de calzado.
Aquel huracán que amenazaba, parece haber quedado más allá del horizonte. Con qué velocidad cambia el clima en esta zona y en esta estación. Los vientos que azotaban los vidrio ahora los acarician. Además, Argentino piensa: Que cuándo vea una primera estrella habrá de brindar en su honor; que viendo a las muchachas en la cama, le parece que estuviera viendo doble; que es la primera vez que su hija se queda a dormir en su casa; que, cuál será el verdadero amor que se quede a su lado por siempre?
El agua del piso cae como en cascada sobre el Atlántico. Aun así otro pez salta y entra por la puerta. Esta vez se trata de una lisa. Mismo procedimiento. Decide con ambos pescados preparar un ceviche. Luego de limpiarlos sobre la tabla toma un plato y en rodajas los pone a marinar en adobo y limón.
Con la casa elevada, siente estar en las nubes.
Y exclama para sus adentros frases monocordes de satisfacción. En tener la mar bajo una perspectiva parecida a la de un barco.
Cuando de repente, cual si la casa estuviera haciendo equilibrio sobre una cuerda, tiene la rara sensación de estar parado sobre un tobogán, con los pies puestos a cada lado del eje del centro. Será que ha subido a la superficie un submarino y la casa le oficia de sombrero de torero?
Entonces reflexina acerca de cómo el miedo siempre opera sobre las emociones haciendo que podamos llegar a percibir la realidad de una manera muy extraña.
En cuanto a la tormenta que parecía iba a estallar. Quedose pensando en cómo el clima hubo amainado. Quedando como atascado en la recámara de una simple nubosidad pasajera. En puras insinuaciones de seducción en competir con el rocío a la madrugada.
Maneja la idea de volver a tirarse al mar para así inspeccionar lo que sucede. Sin embargo tiene miedo de encontrarse con algo desagradable. Quizás un monstruo que le haga un piquete de ojos.
Cuando de pronto ve aparecer un cangrejo del tamaño de la hélice de un ventilador de mediano porte. Decidiéndose, cual si fuera una ficha del punto y banca, empujarlo con el secador al Atlántico.
Sin demasiado entusiasmo, aunque ciertamente esperanzado, decide poner un espejo de Tábata en el palo de la selfie. E ir a inspeccionar con algo de tecnología a favor. Y por ello se repite cual la tabla del nueve: No es momento para andar escatimando en tener miedo que el espejo pueda terminar en el fondo del océano.
De rebote pensando, que sí el experimento le responde favorablemente, a lo mejor en breves segundos logre desentrañar el enigma.
Renglón aparte. Antes de hacer la prueba, mira todo a su alrrededor, y repara en el adobo que le puso al ceviche, que parece nadar en leche de tigre.
Con todo, la humedad que percibe en el ambiente es absorbida por su inteligencia en luchar por engendrar una buena idea: Y si no llueve, mejor. Para que tanta lluvia? Es lo más que ha logrado pensar, luego de haber calzado el espejo en el soporte. Vale aclarar, que éste último pensamiento, se corresponde con la creencia de pensar, que en zona de campo, resulta preferible que llueva sin parar aunque se inunden los pueblos, a la sequía que significa la muerte.
Y entonces a falta de una idea mejor, vuelve acostarse, por debajo de la baranda, al borde del pasillo. Y afinando el ojo intenta descubrir lo que está pasando. Sobre qué están subidos, al estar así de altos.
Solamente logrando ver espuma de mar alborotada por algún tipo de fuerza centrífuga.
Es que acaso habrá un volcán haciendo trabajos de parto?
De todas maneras para Argentino ha sido un logro la expedición en observar lo que sucede.
Tiene en su interior la decisión tomada de beber cerveza. Con un encendedor de plástico hace volar la tapa y comienza a besar a la botella.
Para nada siente que la casa elevada lo vaya a estorbar. Por el contrario le place ser un especie de mosquito que mira la realidad desde un acantilado.
Lo que sí, no se podrá perdonar, es sí antes de la cinco de la tarde no resuelve el misterio, por fin dándose cuenta de qué trata el fenómeno paranormal.
Le entusiasma la idea de pensar, que sí la noche viene despejada, la Vía Láctea se ha de mostrar hasta en sus más ínfimos detalles. Argentino sostiene: Que la Vía Láctea, es una ruta muy transitada de astros que salen de la boca de un hombre similar a San Cayetano; que estaría apostado en una punta de la carretera.
Y que del aire que emerge de su respiración van saliendo estrellas, que luego se van acomodando con sus redondas siluetas en el resto del universo.
Sin pudor de que lo escuchen, repite en voz alta: Debo volver a mirar. Debo volver a mirar. Por la luz que me alumbra. Debo volver a mirar.
Argentino le dice "mirar" al hecho de investigar el por qué la casa está tan elevada.
Entonces deja de lado la cerveza. Volviendo a intentar la asonada de revelarse contra la apatía de tomar por el senda de la pereza. Seca el vidrio espejado. Se acuesta nuevamente en la rambla. Estira el brazo a más no poder, colocando el palo todo lo lejos que se pueda, fuera de la casa. Y una vez enfocado el espejo palpa con la mirada la espuma blanca mezclada con iodo. De pronto encontrándose con un par de ojos en extremo cautivadores; que resuenan e iluminan cual fuegos artificiales.
Con lo cual, se sucedieron en sus pensamientos. Una larga seguilla de: Ay, socorro mío. Ay, socorro mío. Yo de ésta me salgo. Yo de ésta me salgo; al costado de la hoguera he dejado la cerveza esperando; al costado de la hoguera he dejado la cerveza esperando.
Durante unos segundos, que le parecieron eternos, ambos se quedaron observándose con aparente ternura.
Aunque al instante de madurar el miedo se hubo salido de la situación e incorporado nuevamente; retrocediendo de espaldas hasta chocar con la salamandra.
Siente deseos de poner unas hojas de revistas, y lo hace, de mientras reflexionar sobre el asunto. Lo persigue la sombra oscura del miedo. De sentirse un juguete del destino.
Luego de cavilar con la mirada puesta en la ventana de la salamandra. Le sobreviene un fuerte impulso de ir a despertar a las chicas. Pero se lo reprime; fuertemente.
Piensa en aquella tierna mirada, y se detiene, rememorando el amor sin conflictos que se ven en las películas. Por qué temer entonces? De a poco recuperando los deseos de volver a mirar cual sí aquellos ojos fueran los de una hada.
Pero también se da manija pensando que quizás pueda tratarse un dinosaurio. Un dinosaurio que los ha elegido para llevarlos a la prehistoria. O quizás un dinosaurio hembra que cuando tenga el período el mar se pondrá marrón y nacerán millones de peces gigantes; y adiós al hambre en el mundo.
Sin embargo le pareció una mirada de cantante de ópera, muy gorda y pesadumbrada. Algo triste hay en esos ojos. Cuál una vaca que se desprende del ternerito. Cual pescador que recién levanta la red y mira que hay dentro. Se mira al espejo y se ve despeinado. Resultando que el viento y los reflejos de luz le han curtido la piel dejándolo claramente más tostado. Pero sin embargo, este espejo está sucio que bien puede llevar a engaños.
Quedaron gravados en sus retinas los ojos de aquel ser, y los parpados se le cierran como persianas que caen de golpe; impresionado de aquella visión de algo real que se esconde debajo de la Chismosa. Mientras tanto, afuera, todo sigue igual solo que un tanto mas apagada la luz de la tarde. Y el viento que sopla un tanto más desmesurado. Para su sorpresa escucha en su mente el cantar de las muchachas. Que por un segundo piensa que se han despertado.
Pero también escucha el despiporre de las brasas cuando suena la canción del fuego. Y sin embargo solo un par de hojas animan la llama.
Como siempre le trastorna la imagen de tener que quemar parte de la casa para usar de leña. Lo perturba casi tanto como los dichos de Tábata de haber estado con otros hombres aparte que su persona.
Y si por esas cosas de la vida tuviera que sacrificar maderas de la casa, aprovecharía para ahumar el lechón antes de cocinarlo. Con de yapa la posibilidad de poder ser divisados por gracia de la emanación.
Le duele el cuerpo que quisiera tener un bastón de plata, sumamente tallado, y de paso sentirse un hombre importante.
Pero no obstante el impasse, decide volver a mirar debajo de la casa. Aunque de nuevo ve por el espejo solamente espuma batida de mar.
Calcula que recién para el amanecer del día siguiente, volverá a hacer una nueva inspección del asunto. No vaya a suceder que aquel ser de mirada encantadora se asuste y se mande mudar para siempre.
En su sonrisa se dibujan un par de alas de halcón. Mastica un éxito consumado.
Por un largo momento quedose pensando en cuánta ansiedad irá a tener que soportar, si se queda de brazos cruzados cantando la traviata.
Entonces decide golpear el piso con cifrado barullo cual los de un telégrafo.
Le funcionan las coronarias como los redoblantes de una banda de jazz.
Pero no recibe respuesta y el sonar de las olas lo pone impaciente.
Sabe que no puede esperar demasiado pues la situación es desesperante. Tiene el raro presentimiento de que en cualquier momento aparecerán canoas cargadas con indios a querer devorarlos. Que cuando reparen en ese par de bombones lo comerán a él solo.
Siendo que volver a cureosar con el espejo no le encuentra sentido. Prefiere exponer el pellejo zambuyendo el cuerpo en el océano y yendo personalmente a nado. Pero medita sobre lo arriesgado de pescarse una pulmonía ante el peligro de desafiar al frío.
Entonces cambia de parecer y piensa en la posibilidad de atar en un hilo un pedazo de lechón; de la parte de las orejas. Pero que podrá suceder si este bicho interpreta que debajo del alimento se encuentra una trampa?
Sin embargo le queda claro que por la ruta de dudar de todo, lo más probable es que termine siendo un bandoneón arrabalero.
Ahora siente, que por lo menos, está intentando algo positivo. Positivo es igual a: Acción sobre voluntad al cuadrado. Entonces con la misma daga con que su mujer acuchillara a su hija; no sin antes oler el filo cual si fuera una bombacha; corta las orejas al cerdo, y las anuda de manera simple.
Pero antes de sumergir la linea en el mar, repara en la posibilidad de que el bicho sea vegetariano, e interprete las orejas cual objeto de plástico. Algo le dice en su interior, que si esto no resulta habrá de intentar con el melón.
Y piensa mientras hunde las orejas en el frío Atlántico: Como sea voy a tener éxito y lo voy a disfrutar en solitario. Que cuando reciiba un pique lo voy a publicar en los diarios.
Manejar el palo de la selfie además de sostener el hilo, le suena como un tanto exagerado.
Y al cabo de un momento de tensa expectativa. Comienza a observar cómo la casa se mueve y se mueve.
Con algo más que un suspiro, se dice para sí mismo. En un pensamiento a flor de piel, que con un poco más de energía hubieran sido palabras:
Ninguna otra sensación anterior habrá de poder superar a ésta.
Pero un momento. Malas noticias. Ha dejado de sostener y la casa vuelve a estar al nivel del agua. Maldición. Para que le habré ofrecido orejas? Por que no mejor el melón? La prueba de verse interesado está en que ha soltado la casa. Pero la piola de albañil está sumamente quieta, como qué huele pero sin tocar nada. De haberle gustado la habría tomado. Y ahora que hago; cómo sigue esta comedia?
He aquí que una vez terminado de maldecir otro poco, la casa se volvió a levantar como al principio. Y ahí sintió un alivio tremendo, a parte de experimentar la grata sensación de sentirse acompañado.
Sin perdida de tiempo vuelve a poner el espejo en el soporte.
Se recuesta en el pasillo. Elonga el brazo todo lo posible. Sufriendo unas leves contusiones en la refriega contra la superficie dura.
De nuevo se topa con la imagen de la espuma revuelta cual un merengue.
Y finalmente se cruza por fin con la mirada de aquel inmenso ser.
Atada a la baranda quedó la línea con la carnada. Entonces estira el brazo y la samarrea. Como diciendo: Ey, amigo, como es que desprecias tamaño bocado; que sí te place sería capaz de darte el lechón entero.
De todo aquel blablerío solamente logra conseguir un tímido guiño. Que hasta piensa en la posibilidad de estar viviendo solamente sus pupilas, más no el ojo entero.
Además de todo observa en los ángulos de la casa. Una estela como la que deja una barca. Lo que a las clara significa que además de elevarlo lo está trasladando.
En el propio atardecer van ocurriendo estás cosas. Mientras que el crepúsculo se va acercando de manera sigilosa.
En la medida que se van conociendo: lo asombroso da lugar a lo misterioso. Y en ese caso qué importa la oscuridad. Si la luna y la Chismosa tienen luz propia.
Y así en un renacer de disfrutar del momento. El juego de la fe se impone sobre la ignorancia; quien comienza a decaer.
Sin duda estan gozando de la relación. Y el viento es fiel testigo que Argentino no miente. Que más allá de la pura necesidad se encuentra un afecto especial.
Le aviva la esperanza el hecho de no haber sido atacado; de en ningún momento haber sufrido agresión. Sino por el contrario estar siendo agraciado con la conjunción de dos mundos en total armonía. Y tanto, que se le cuece el cerebro de pensar en ofrecerle el melón y que lo pueda disfrutar comiendo.
Por todo los medios habidos y por haber, evita caer en el espanto de imaginar un revés inesperado.
Entonces mete la mano en el mar haciendo como un gesto que indica: Amigo, espera que enseguida regreso.
Como parte del salvataje, deprisa, decide ofrecerle el melón a ver que sucede. Y presuradamente va en su busca del fruto gigante. Con a la vez decidir tomar del cajón un pegamento para con el hilo armar un paquete seguro. Perturbado por la ocurrencia, al instante desiste pues, inmerso en elucubraciones de a lo mejor se pueda intoxicar. Y entoces prefiere optar por manipular una aguja de tejer en hacer un agujero en el centro. Más luego, con la misma aguja, hacer pasar la soga de lado a lado; todo en un proceso veloz. Pues en realidad ignora si el melón flota o se hunde. Con la seguridad de en el extremo de la soga colocar un peso importante. Y de esta manera estrambótica ofrecerle de comer en la boca.
Sobre su rostro cae la transpiración, que pese a ser invierno, parece que se hubiera metido en el ducha.
Volviendo a pensar con generosidad: que sí le gusta el melón a lo mejor le pueda ofrecer la plantación del pasillo.
Pues está conforme consigo mismo se contesta amablemente a su propia requisitoria.
La sombra del melón sobre el Atlántico se parece a todo lo opuesto al sol.
Piensa en todo, hasta en lo circunstancial, y como consecuencia, coloca entre los agujero del melón un poco de edulcorante líquido.
Entretanto, hace las de pescador sin métodos violentos.
En la casa reina el típico silencio de la hora de la siesta.
Nuevamente opta por dejar el espejo, para luego del intento del melón, volver a mirar esos grandes ojos.
Y mientras el fruto se hunda habrá de arrojar un puñado de arroz integral.
Sobre la expectativa normal subyase una compacta confianza de haber acertado con la intuición de saberlo vegetariano. Caso contrario hará un nuevo intento con pan francés.
Contestose a sí mismo a todas las dudas evitando la necesidad del rezo.
Entre ellos y el universo, existe la gran corazonada de que podrán establecer una mejor comunicación.
Silenciosos par de minutos de espera de solo respiración y viento.
Y se escucha en la radio de su mente, necesitar reposo antes que desfallecer. Recibiendo caricias del sol luego de las diecisiete.
Y por que no, sí por el momento al magnánimo febo nadie lo tapa.
Para quien quiera que sea que esté allí abajo: Buen provecho!
Pues a juzgar por algunas cáscaras de melón, con edulcorante, que emergen para luego flotar, resulta evidente que la merienda ha sido todo un éxito.
Y así es que el monstruo, o al pensar de Don Argentino, quizás una simple ballena, comienza a moverse hacia el continente.
En resumidas cuentas, la casa gris, de estilo Americano, navega flotando poco menos que al ras del océano Atlántico. En las postrimerías del Mar Argentino. Con Don Argentino al mando de la Chismosa. Apuntando, sin necesidad del timón, la nave hacia la bahía de Samborombón. Con la tripulación durmiendo la mona cual osos en el invierno del Ártico.
Y encima, navega a una velocidad crucero, sorprendente, de varias millas náuticas.
Cuando de pronto, sin que Argentino lo pudiera imaginar, asoma por el frente de la casa, una cabezota de tortuga, de un tamaño descomunal; que enorme es poco decir; es un quedarse corto.
De un alegre fulgor interior del quelonio, sus ojos se van iluminando de los colores del arcoiris; de seguramente sentirse feliz y agradecido por el melón.
Alternativamente, por el hecho de nadar, emergen de sus patas de cinco dedos, sendas aureolas de espuma y sal, cual del tamaño de cráteres lunares.
Desde ya que para poder abonar semejante flete habría que dar a cambio varias monedas de oro por una tonelada y media de brotes de soja.
Remada tras remada, con admirable decisión, la tortuga transporta a la Chismosa hacia la bahía de Samborombón. Que por la velocidad conque se desliza va provocando verdadero viento capaz de hacer girar un molino. No obstante, resulta notable, como a medida que se acercan a la costa, se va apaciguando el frío marino.
Argentino tiene en su haber una gruesa soga, que mientras viajan, lentamente se la va pasando por a través del cuello. Para más luego de hacer un moño, usar las puntas como riendas, como para conducir cual si fuera un carruaje. Resultando una verdadera aventura ser acarreado por una gigante tortuga; cual sí la Chismosa fuera un colosal mateo fileteado por manos expertas.
Iba quedando ciego de tanto mirar el poniente navegando con el sol de frente.
Más, por fin la experiencia funesta, que representa estar a la deriva, parece llegar a su límite final. Con además sobre la espalda, en las ventanas de vidrio, ir empezando a reflejarse la soñada bahía. Entonces se pinta la vida de felicidad al renacer de un futuro prometedor.
Mientras navega a destino seguro, Argentino se va preguntado: Sí al fin de cuentas, la manifestación del sector local del universo, en esta ocasión representada por el planeta tierra, se expresa tan fehacientemente: Producto de un premio celestial por motivo de haber sido en la vida un tipo honesto? Un buen tipo, honrado y generoso? Que ahora encima pone a resguardo del cruento sufrimiento, a dos bellas exponentes del sexo femenino? Además de desempeñarse en una profesión con tantos vericuetos, que siempre sortea responsablemente en la medida que se presentan los jodidos trámites. De encima tener una vida afectiva por demás ajetreada; aunque dentro de las leyes de los sagrados sacramentos. Entonces se pregunta y se responde mientras sostiene las riendas. Llegando a la conclusión de ser esta manifestación de la contracara de lo consabido: Consecuencia directa de alguna vez haber cantado con Don Quiroga y sus compañeros inseparables.
De la tanta emoción, y de recordar ciertos furcios, en este momento crucial de sinceramiento, ignorando saber a ciencia cierta, sí en el balance final, conciderarse un tanto luciérnaga de ciudad, con frío, que contempla la luna llena en busca de abrigo. O la propia luna llena que da calor a una luciérnaga que titila defectuosa antes de perecer...
Pues se trata de un gran humedal, mientras tanto llegan empiezan aparecer aves que en estos lares las hay de a montones. Lo mismo que cangrejos y altos pastizales.
Allá derecho, más cerca de lo que imagina, está la costa ansiada; a la altura del río Salado. Y tan cerca se encuentra el sitio de la salvación, que hasta podría seguir el camino de a pié.
Entonces entre lágrimas de emoción, antes de tener que despedirse del amado galápago, se le ocurre la linda idea de pegarle en el borde de la caparazón que azoma, unas monedas de oro. Y así lo hace en la cantidad
de tres.
Muere la tarde, apareciendo las primeras estrellas. Las primeras libélulas. Los primeros saltamontes. La última claridad que aún no se rinde.
Sumada a la emoción de lo vivido, de pronto, Argentino logra divisar más atrás de la costa, a tan solo veinte metros, la increíble construcción de un fantástico panteón griego. Por lo tanto quizás allí se encuentren los espíritus de algunos de los grandes pensadores. Que con ello tal vez se de la hermosa posibilidad de quedar flotando alguna que otra cuota de inteligencia, como esperando para meterese en su propia cabeza y así ayudarlo a seguir pensando mejor.
Aunque la sagacidad que de por sí trae de fábrica, lo lleva a querer anticiparse al lento movimiento de amarre, e ir en busca de alguna rama donde atar la casa.
Es que la tortuga es tan grande que a lo mejor prefiera regresar de adonde vino, y así evitar complicarse más de lo recomendable.
Junto a la salamandra,
sabe que lo espera una larga noche de guitarra y vino. Y un aluvión de ideas le viene a la mente, entre ellas la de estar decidido a sacar tablas de la casa, e iniciar una estupenda fogata exterior. Que luego irá alimentando con ramas del lugar; hasta, sí es posible, tocar el cielo con las llamas.
Finalmente se decide a descender con el agua a la cintura. Y en pocos minutos logra llegar a tierra firme.
Lo primero fue encontrar una larga caña, además de gruesa, que de inmediato supo clavar en el fango.
Aquí no hay montañas con cumbres nevadas. Esto es un llano aburrido pero con un colosal panteón de Atenas.
Así, medio borracho, decide colocar una tabla que tiene en el galpón para poder descender caminando.
Una vez instalado, con un poco de leña del humedal, se toma un tiempo como para respirar profundamente el aire gaseoso y húmedo del lugar.
Sin investigar más nada, toma la guitarra y comienza a tocar una canción de Vox Dei; muy emocionado recordando a la madre de Ricardo Soulé, que fue para él como una santa madrastra de jamás olvidar.
Entonces mirando por la ventana, piensa que la casa en la orilla parece el muelle de un boating de millonarios.
La casa flota pero ni de cerca se mueve como en alta mar. La orilla se ve medio oscura y hay ranas y grillos.
Las mujeres duermen como troncos para qué despertarlas? Que después ellas lo despierten a él. Si es que no duermen hasta el otro día.
Así mismo, la borrachera del capitán, va pasando de ser marejada de arroyo a tsunami del Pacífico.
Renglón aparte, mira el piso de madera, sintiendo preocupación por la humedad que pueda estar absorbiendo la pinotea. De todos modos, en su momento, hubo sido tratada con productos impermeabilizantes.
Ignora sí la tortuga se ha marchado o está en las inmediaciones. Pero basta por hoy. Por hoy, basta. Tiene pensado quedarse refugiado mirando el fuego. Maldiciendo las malditas mañas de los pesares en ignorar el tiempo nuevo.
Ha tirado un colchón en el suelo y en cualquier momento piensa caer desmayado. Pero primero está en sus planes beber vino y cerveza hasta vaciar la bodega entera. Tomar un té ni por joda solamente Borgoña y Torrontes.
Más después caer en la tumba de la almohada; donde siempre da los últimos retoques a las conclusiones del día.
Hay una hoja blanca donde tiene ganas de escribir un nota de agradecimiento para luego colocar en una botella y arrojarla al mar:
Gracias Dios; ahora vaya y ayude a otro que lo necesite.
Al menos por hoy, se prohibe rezongar por nada, ni escuchar lo que elucubra a menos que sean pensamientos optimistas. Veremos sí puede.
Tiene la estructura ósea dolorida que le cuesta apoyarse hasta en el propio Cánnon. Pero por fortuna el calor de su cuerpo se hubo extinguido cuando se metió al río para amarrar la casa. Se siente totalmente desiflamado. Pero sin embargo salió a mirar y en un mechón de pasto ató una segunda soga.
Aún ignora sí la inundación afecta también esta región o al mundo entero. Pero por lo visto pareciera que aquí no ha llovido tanto.
De pronto come una cucharada de arroz; pero asqueado, enseguida la escupe en la pileta. Haciendo luego un buche de vino y tragándolo.
En la memoria tiene los recuerdos de la tortuga gigante. Que nunca habrá de olvidar mientras viva.
Imagina que a lo mejor pueda venir un gaucho, de polaina y poncho, que con maquinaria acorde lo ayude a levantar la casa y ponerla en tierra; y del cuál su hija se pueda enamorar. A decir verdad, le gustaría conseguir un marido para la nena.
Pero al rato, desprovisto de pudor, fantasea estar haciendo el amor con a quien le dio la vida. Es que para él es una desconocida sin derecho. Lo mismo que él para ella; pero al revés.
Se pregunta si cabría la posibilidad de que pase algo, sí por esas cosas de la vida se hicera un examen de adn y le diera negativo. Se fagosita pensando que todo es posible en el tranvía de la fantasía. Pero en la realidad chorizo con chimichurri. Por lo visto aún quedan lugares que desconoce pero que lo seducen a querer inspeccionar. Viejo zorro; arruinar el prestigio por sentir tan sólo el sabor de las cosquillas.
Del pasado otoño recuerda que Tábata le quiso propinar una tunda, porque pensaba que en éste mundo está todo digitado para hacerla sentirse un ser inferior. Y que él es un integrante más del circo cruel; experto y cómplice en consentir aquellas injusticias. Más luego, al comienzo del invierno, se olvidaron del incidente y le siguieron dando a la matraca. Por fortuna entre ellos no existen las amargas discusiones de la separación definitiva. Sino solamente un debate intelectual casi siempre acompañado de algún tipo de agresión física por parte de ella. Como dice la canción: Ayer no más, una mujer en mi camino, me hizo creer, que amándola sería feliz; sin embargo me fui a dormir con envenenada el alma.
En el presente se siente como alga bamboleante golpeándose contra un acantilado. Aunque mejor coser en la boca un cierre relámpago.
Afuera está la vida así de sencilla y linda. Para que más?
Piensa que de ahora en adelante, siempre que compre algo, le va hacer una marca, para que nadie se lo pueda cambiar por otro parecido.
Fatigado de pensar en hacer el amor con Susana, se siente oriundo de un pasado convencional pero actualmente inmerso en un presente copado de una deliciosa oferta. Para lo cual se autopercibe zapatilla de suela gastada. Macho de salir de la largada quemando gomas, pero que a los cien metros regresa caminando por la banquina. Hombre que de incurrir en el insesto de una delicada criatura, sería considerado un cobarde incapaz de explicar con argumentos creíbles, el porqué de las anchas ojeras. El porqué de en vez de buscar felicidad en el aliento de una infante, por qué mejor no se inclina hacia las pesadas drogas. Minuto de silencio. Aún las rosas marchitas sirven como perfume.
Pese al sabor de la saliva, de vino y de felicidad, calcula que en el tema de la guerra, aparte del horror propio de la confrontación, los conflictos bélicos mundiales acarrea problema económicos para el resto de las naciones.
Nunca sufrió demasiado por los cuernos de su amante. Lo considera algo secundario. Bien lo pudo comprobar al tener sexo pago. Y de saber que bien poco lo perturba estar con alguien que recién estuvo con otro.
Ojalá fueran abedules los juncos y las totoras. Y las bellas flores, mujeres que se entregan por complacencia.
Luego de descorchar otra botella vuelve a pensar en la política. Y saca como conclusión que los occidentales imperialistas tienen la tendencia de cuando estan furiosos ir derecho hacia al exterminio. Que eso es lo que los rusos interpretan como nazismo.
Después de varias copas más, se dormita y sueña que Tábata entra en el salón llevando una mesa con ruedas con el corazón sangrando. Qué es un corazón enorme como una pelota de básquet.
No obstante el momento de gruesa excitación, prefiere dedicarse a admirar las ideas puras, en el sentido de pureza. Y a la perversión lógica del humano, circunscribirla al terreno conocido de la religión. Porque Jesús es sanación, y él adora estar sano. Jehová es la pura ciencia precisa, y él ama descansar todo los domingos. En tanto que Alá es ser buena gente y él adora estar rodeado de amigos, hombres de bien. Más después están los Budas, que son las loas lógicas a la materialidad; las cosas que nos llevamos por delante y que nadie puede negar. Se puede negar un milagro pero jamás un accidente de avión.
En el estar está él presente, y el ahora, sin remordimientos, está beodo.
-Carmba. Me he quedado profundamente dormido. Qué he soñado como un loco pero que enseguida me olvido. Mejor así; haber descansado cómo corresponde.
La estoy pasando tan bien, estando solo, que la próxima vez que duerma lo haré encerrado bajo llave. Abro los ojos al día; buen día amanecer! Las siete a.m. Que placer.
Cuanta felicidad; estoy en mi amada casa luego de tanto trajín.
Pero debo salir a inspeccionar. La vida continúa y no hay que aflojar. A los pensamientos negativos hay pasarlos por un tamiz hasta transformarlos en amnesia.
Estoy sumamente extrañado, de habiendo dos ingratas juntas haya tanto silencio. Es que todavía duermen? A ver? A ver? Espléndido, la casa en absoluta paz y armonía. Mis dos amores roncando cual sí hubieran estado toda la vida despiertas, y recién anoche se acostaran a dormir por primera vez.
Buen día amanecer, voy a salir a ver que sucede de bueno y de paso a estirar las piernas.
Pero primero a desperezarse. Inhalo ondo y suspiro aliviado! Alegría sin igual; querida naturaleza.
Sin duda, comparado con la travesía de la que venimos, aquí todo yace muy tranquilo; cómo en la morgue de un hospital.
Nunca he bebido tanto alcohol. Es más, siempre fui muy medido; y soy un tanto abstemio. Demás está que lo aclare, que perfectamente sé, que de recién despertado luego de una noche de copas, uno debe quitarse la resaca bebiendo agua pura; agua y limón.
Pero hete aquí que sucede, que al agua del tanque no la quiero tocar; pués la quiero mantener como reserva. Y es así que aquí mismo prorrogo la rigurosa veda, por lo menos hasta comprobar si estamos a salvo. Lo mejor será ser prudente. Pasa que es intomable el agua del río de este lugar. Por lo tanto que nadie se atreva a beber del líquido del tanque. Solamente tomaremos cerveza y vino. Que buena decisión.
Sin embargo observo con tristeza que el galápago brilla por su ausencia. Y ante la falta del mastodonte amigo, por fuerza, se me impone la imagen del vacío. Cómo consecuencia, aquel maravilloso panteón griego, inmerso en gruesa neblina, comienza a ganar la simpatía de mis ojos; que no pueden dejar de mirar.
Che, me voy a echar una meadita. Voy hacer pis en el río. Sin importarme que la naturaleza me mire el pirulín.
Tengo por cierto que la naturaleza sabe reaccionar ante los acontecimientos importantes que generan los humanos; pero orinar es un hecho tan cotidiano y permanente, que ella misma se encarga de hacerlo trascender cual algo insignificante. Por lo tanto es de suponer que la naturaleza permanecerá al margen, totalmente indiferente.
Pero que veo allí. Unos sábalos, que con sus bocas abiertas parecen besar la superficie del Salado. Además de otros peces compañeros, que por la pinta deben ser bogas, haciendo percusión y cabriolas con sus bellas colas sobre el aire.
Naturaleza! Debo admitir que viniendo de un lugar similar a éste, ya me he familiarizado de tu belleza y por tanto he quedado cómo un tarambana insensible de la bondad de tus virtudes. Que ando como mal acostumbrado a la tanta belleza tuya, como consecuencia habiendo perdido parte de la capacidad de criterio. Por ende dejando de apreciar vivamente: La deliciosa húmedad de las mañanas, el mítido croar de sapos y ranas; pero que yo ni de cerca presto atención. Incluso he dejado de apreciar el hermoso piar de los pájaros de cualquier clase de condado, que es de las cosas que más me reprocho. Que dedicado de lleno a los trámites: Hoy por hoy carezco por completo de la capacidad de sorprenderme ante tu grandeza; Naturaleza. Porque de tan acostumbrado, ya no me sorprendo de prácticamente de nada que tenga que ver con crepúsculos y amaneceres; con eclipses o lunas llenas; con fosforencia o aureolas boreales.
Está mal que lo diga, pero pocas cosas de tu composición, Naturaleza, me maravillan, aunque a decir verdad de todos modos te amo profundamente.
Por ejemplo, mira allí, Naturaleza, y si puedes contestar, contéstame. Que opinas de aquellos surcos sobre el río que dejan las ramas del sauce por gracia de la correntada? Poca cosa, verdad? Pues a mí me recuerdan a mis patas de gallo al norte de las mejillas. Pero en cambio a ti, te significan algo? Éso es parte tuya; digo, de la naturaleza; o del espacio tiempo del que tantas loas invertimos?
Tengo entendido que la vida es movimiento perpetuo de tus entrañas en engendrar reciclada existencia; es así? tú opinas lo mismo?
Si necesitas contestar por medio del viento, pues hazlo. Pero por favor, sólo haciendo soplar una brisa reconfortante.
Mira como bebo cerveza. He aquí mí naturaleza guiada por la coyuntura. Brindo por ti, Naturaleza.
Sabes? Recién estoy desayunando; como un montañés que se alimenta con rubia cerveza, y más luego de apoyar el chopp en la boca le quedan los labios como con espuma de afeitar.
Estoy barbudo, irreconocible; lo sé; debes saber perdonar.
Aunque a esta hora es aventurado asegurar algo, el clima pareciera conservar la acostumbrada inestabilidad de los últimos tiempos; estoy en lo cierto?
En definitiva, hay escarcha, hace frío, y está bien que así sea, pues el sol se aparta de nosotros. No veo nada de sorprenderme en ello. Pero hemos salido de un gran lío y ello es lo que cuenta.
Aunque resulta improbable que sea algo fácil, recuerda, Naturaleza, que ayer prometí buscar leña. La leña de palos sueltos, que es? Es parte de tu cuerpo; o es asqueroso excremento? Pues entonces me pondré las botas de goma y tomaré el machete para abrirme paso por entre la maleza.
Te prevengo, Naturaleza, que habiendo cenado y desayunado con cerveza, voy a descender a tierra algo tambaleante. Y voy a dirigir mis pasos dando especial prioridad a ir hacia la mole de cemento. Ven, acompáñame. Te prometo hacer de guía turístico y a no dejarte de a pié.
Epa, te has fijado? O sencillamente eres tú; aquella garza que de golpe salió volando aparecida de detrás de los juncos?
Pero, che, Naturaleza.
Dime. Que opinas de aquel de allí en frente. De aquel panteón de tipo griego, que me tiene el nervio óptico exitado como cuando la Susana ve rocío perfecto en las flores del rosal. Dime: A ti te pasa lo mismo que a mí, con aquel Partenón de Nashville?
Al fin de cuentas, tú eres, Naturaleza, tan bella como la sirvienta Blanca Nieves; y tampoco te habrán de sorprender las construcciones arquitectónicas.
Pero, fijate, oh Naturaleza: Cómo entre tu neblina exitada se alza aquel pantenón de tipo griego, como salido de escuadra y apoyado sobre la maleza. No sé tú, pero a mí me da a pensar que es algo a tener en cuenta pues hace viva competencia con cualquier factor de los que tú manejas. Que del tanto misterio que despierta en el alma, se hace imposible permanecer callado e indiferente; no te parece? Coincides conmigo? Pues alli vamos. Ven, acompañame; que no te iré a defraudar..
Yo le digo panteón griego pero quizás se trate de una antigua mansión de estancia. Evidentemente deshabitada que carece de puertas y ventanas. Ruego no sea usted, excelsa señora, como esas mujeres quisquillosas que se azquean de ver un beodo. Porqué hoy hasta que acabe el día, a las veinticuatro horas, tengo pensado consumir sólo cerveza y después desquitarme con el vino; más cuando practique un disparo de carabina todo el mundo al suelo.
Insisto en decirte que me tiene intrigado aquella construcción abandonada de tipo panteón griego. Y entonces opto por acercarme hasta por fin tocarla; ven acompáñame, te lo ruego.
Pero un momento, bella naturaleza, estoy escuchando dentro de la Chismosa sonar el teléfono celular de Susana?
Salir corriendo, pues, se hace urgente. Y tal vez sea la madre de mí hija. Iré a toda velocidad para atender antes que corten; puedes esperar aquí sí lo prefieres; pero sí quieres conocer mí casa por dentro quedas invitada.
Iré a cruzar de nuevo el tablón como gimnasta olímpico; pero sin dar volteretas. Eureka. Felizmente he logrado cruzar sin darme un porrazo. Aquí te tengo telefonito. Aquí te tengo. Te he localizado por el sonido y con toda facilidad te manipulo; rápido y con eficacia. Hasta que por fin puedo atender la llamada a tiempo:
Hola. Si? Quién habla? Sos vos, Nilda? Te habrás enterado que la casa salió flotando. Quedate tranquila. Pero sí pudieras hacernos el gran favor de dar aviso a la prefectura. Tomá nota. Creo yo, estamos en la bahía de Samborombón. A la altura de río Salado. Hola. Hola. Se cortó. Maldición. A lo mejor sea otra persona y yo me estoy descargando con Nilda. De todos modos me tranquiliza que los pensamientos estén encerrados dentro de la cabeza. Insisto en remarcar que a los recuerdos complicados del pasado los iré transformando en olvido.
Paciencia, Naturaleza, volvamos a lo nuestro. De momento vuelvo arder de la intriga por saber todo acerca de aquel panteón griego.
Entonces, en vez de hablar insensateces, mejor vayamos a emprender una excursión llevando el machete y el celular.
Juro que aquellas que quedaron atrás, serán las últimas palabras que he pronunciado en voz alta. Ha trabajar! De aquí en más todo será pensamiento. Vamos para allá.
Pero un momento. Debo seguir hablando. El viento dibuja una magnolia. Una magnolia sobre la superficie del panteón griego.
Eres tú, Naturaleza, quien hizo éso?
A ver, veamos? De que está hecha esta edificación? Sin duda tiene una textura extraña. Hay pocos indicios de ser una construcción hecha por albañiles.
Caramba, que contrasentido: pata para arriba veo a una libélula rascarse la espalda.
De la tanta admiración tengo aletargada la lengua, en cuanto a opinar sobre algo que sea demasiado contundente. Esto es una masa. Es que todo el monumento es absolutamente de arena; y eso como se toma? Se toma con un beso de cerveza.
Es cual sí un gigante hubiera jugado con arena en hacer un especie de castillo. El gigante intendente de Punta Piedras.
Pero, un momento. Ahora el viento dibuja girasoles en las paredes interiores.
De todos modos a hurtadillas voy a entrar en el panteón griego.
Como primera impresión, insisto en repetir que se trata de una fabulosa construcción hecha solamente en arena. Arena limpia de la que ya no existe.
Sin duda está todo en buen estado, totalmente vacío, y es solamente de arena.
Caramba, quisiera permanecer callado, pero a decir verdad me resulta poco conveniente.
De que otra manera que no sea hablando en voz alta, podría comunicarme con la amada naturaleza? Claro está, comunicarme en tren de seguir platicando como es menester entre participantes del universo.
Ah, sí, ya sé, ya lo tengo. Se me ocurre una segunda opción. Tal vez cantando cómo Pavarotti le pueda demostrar el respeto que le tengo a mí amiga la naturaleza.
Y allí va una primerita de su repertorio: Oh, sole mío, cual piu mai vento, el sentimento de la emocioneee...
Escucha, Naturaleza. Escucha lo que sucede. Entre las notas de mí canto optimista, se escucha un coro que acompaña mí voz, en la lúgubre mañana de luna llena, por medio de una voz fantasmagórica.
Sé que te expresas asi, pués hay muchos refugiados con toda clase de problemas en Medio Oriente. Y sumado a ello, en las estepas rusas irrumpe el ejército ucraniano en replicar la invasión en su territorio. Que hay muertos por todo el campo de batalla; y hasta en los propios cementerios; y es que por ello no logras reprimir tu triste canto; verdad?
Pero a ver, veamos. Recapacitemos.
Aunque pinche neumático el universo, flojemos un poco.
Analicemos lo que está sucediendo.
Si me permites decidir a mí, Naturaleza, prefiero mejor cambiar de programa.
Pasa que con nuestro canto comienza a caer arena de manera sospechosa.
Debe ser, pues, que tengo voz potente que hace vibrar el gran espacio haciendo temblar las paredes; y ni que hablar si tú me acompañas con un coro de Pink Floy; se puede venir el mundo abajo.
Pero cómo hacer para expresar la tanta emoción sino es cantando a viva voz? Nada más bonito que el canto que sale del alma, verdad?
Pero ante la evidencia cruel es preferible dejar la tozudez de lado; y aflojar un poco.
Aunque a juzgar por el descalabro de arena, aún sea hablando, sin duda nos debemos expresar bajando un poco el volumen. Que entre otras cosas, de manera cantada, iremos a paso de carreta para contar las tantas cosas que suceden.
Naturaleza! Fijate en esto. El piso del panteón también es de arena pura y dura como el asfalto. Como con guardas similares a las de una tortuga; que me hace recordar a mí amiga que aquí me trajo.
Y hay unos faroles también, y de qué otra cosa sino de arena, que según mis cálculos serían imposibles de encender.
Sabes? Estoy decidido a contar los pasos; Naturaleza; para saber cuanto mide esta inmensa catedral. Y voy a empezar de Este a Oeste. Uno, dos, tres... Che, naturaleza. Pués es conocido el haberse escuchado canciones en bosques encantados. Mientras cuento los pasos, tú me podrías cantar una canción bien bonita?
Lo sé, es inútil el querer escudriñar en tu intimidad. Pues deben ser infinita la cantidad de expresiones que tú manejas. Y a todo lo que tú haces de excepcional, nosotros lo llamamos milagros. Pero digo yo, que quizás algunas cosas tuyas, sean tan solamente flatulencias producto de la descomposición de los muertos por falta de ataúd.
No llores, pues, Naturaleza, que más que seguro se largará a llover.
Mira ya voy por cincuenta pasos. Y aún no llego ni a la tercera parte del salón;
abarrotado de muebles de arena.
Epa, ahí estoy escuchando una música tuya; al fin te has animado a cantar acompañada de órgano de iglesia! Ah, no, un momento, se trata del celular de mí hija. Menos mal que lo traje. Naturaleza, te comento que es una video conferencia. Que bueno poder ver a la gente mientras se habla; uno así puede confiar de con quien está tratando.
Hola. Quien eres?
No es Nilda.
Quien está del otro lado? Hola linda muchacha. Vaya que la estás pasando bien, así galopando en un caballo sobre la geografía de una playa junto al mar. Magnífico, muchacha. Querés decirle algo a tu amiguita del alma; pués me parece muy bien, pero va a ser mejor que me lo digas a mí; que después se lo transmito. Entendido?
Pasa que ella está durmiendo. Pues dale, decime lo que querés; que cuando se despierte le repito lo que vos me digas.
-Hola? Don Argentino? Me puede ver? Qué bueno que está en su casa. Yo a usted lo veo perfecto. Está allí mí amiga? Sepa que aquí hay un mal entendido.
Mi amiga se llevó la guitarra.
Ay, que vergüenza siento. Le quiero prevenir acerca de esa chica; es una embaucadora. Una mentirosa de los mil demonios.
En cuanto a lo muestro... No sé por donde empezar...
-Lo nuestro? Y a usted quien la conoce? El colmo. Se cayó la imagen. Hola. Hola, me escucha, por lo menos?
Mire, señorita, si usted podría llamar a la prefectura y decir... Maldición! Se ha cortado la comunicación por falta de batería. Confianzuda la muchachita eh...
Qué hacer?
Seguir con lo nuestro.
Naturaleza! Mira lo que estoy viendo allí al fondo del panteón, del lado de afuera!
Veo todo como cuando sueño estar en un mundo perfecto.
Una larga fila de elefantes de arena, tomados de la trompa con la cola; salvo el primero. En la cantidad de más de cien; doscientos. Qué mis ojos no paran de contar, y siguen habiendo paquidermos por doquier; todos en fila india; hasta perderse la vista en el horizonte.
En contra de lo que me previno la señorita del llamado. En vez de bala de escopeta, como para prevenir una estampida en mi contra. Estoy imaginando lo bonito que le quedarían, una moneda pegada en la frente de cada uno de esas esculturas.
Sí, Naturaleza, en vez de un tiro de arma de fuego, les voy a colocar una moneda de oro en la frente. Tengo la mente maravillada por efecto de la emoción y del alcohol, que quisiera darme el gusto en vida de hacer posible esta realidad de invertir en fantasía. Realidad que te pertenece, Naturaleza, esculpida por gracia de las propias sensaciones tuyas. Lo único triste es que todo este derroche de expresión existencial, se deba a las tantas cosas tristes que nos rodean. Entonces me sumo con el aporte de mi tesoro en apoyar tus expresiones más íntimas.
Entonces, valiente Argentino, ve por las monedas y date ese gustazo.
Y allí voy corriendo la carrera más importante de mi vida en ir en busca de lo ornamental.
Qué corro como el conejo detrás de la zanahoria. Qué corro cómo el ratón que huye del gato; y cómo el gato que escapa del perro guardián; y cómo el ladrón que huye de la patrulla policial. Qué voy galopando como la señorita que acaba de llamar.
Aquí me hallo, madrecita naturaleza, como el colibrí frente a la flor dueña del polen.
Y vuelvo para allá, hacer cumplir por mano propia y delicada, el objetivo.
A ver elefantes míos. Cuándo llegue, les quiero colocar una moneda a cada uno para que luzcan esplendorosos.
Me va llevar medio tarro y medio día, pero a quien le importa escatimar esfuerzo en situación tan celestial.
Ya estoy llegando. Ya he cruzado el salón.
A propósito del pasado que extraño aquel llamado. Habrá sigo un vídeo compartido de algún sito web?
Para qué tanta vigilancia y desconfianza, que sea lo que tenga que ser.
No es que me haya enamorado, pero esa muchacha de camisón blanco, con algo de transparencia, galopando al borde del mar, me hubo parecido por demás atractiva.
Y habiendo llegado a destino. Manos a la obra con la cuestión de los elefantes.
Naturaleza! Excelsa amiga de lujo. Aquí traigo el tarro negro que llamo cofre; del qué tanto te hablé. Es un tarro de plástico que de origen trae envasado dos kilogramos de polvo vitamínico. Donde yo guardo las monedas de oro, para preservarlas de la corrosión del tiempo.
Y hete aquí que a este cofre lo tenía escondido debajo de la casa. Hasta que tú te fuiste a expresar con un tremendo temporal y la casa salió flotando. Y después, prácticamente en alta mar, lo fui a buscar teniendo que bucear a la altura del Atlántico. Pero éso lo quiero al pote y lo llamo cofre. Porque tiene tapa a rosca y las monedas están herméticamente selladas. Protegidas cual si estuvieran en la caja de seguridad de un banco.
Y de paso me vine con un Borgoña de Mendoza; al que ya mismo voy a empezar a besar.
Escucha ésta, Naturaleza. Al primer elefante le voy a colocar un Dinar de oro en el medio de la frente.
Se lo voy a clavar aquí, donde nace la trompa... Presta atención, elefante bonachón; y tú también, Naturaleza Preciosa. Pues, con toda ternura, te iré a colocar esta moneda de enorme valor. Que se trata de la principal moneda de los imperios islámicos medievales; que tal? No es poca cosa. Es muchísimo decir.
Y contigo inicio la misión de embellecer aún más esta larga fila de increíbles paquidermos. No obstante, cómo para que me quede algo de la mañana en favor de hacer otros quehaceres de campamento. Voy a ir tomando al azar monedas del tarro, y una a una, prolijamente, se las voy ir hundiendo en las frente al resto de la manada.
Segunda moneda. Cómo se puede apreciar, ya este animalito de dios está agarrado con su trompa de la cola del primero; y así sucesivamente con el resto del desfile.
Interiormente, para mis adentros, me digo una y otra vez, Naturaleza, cómo habría yo de querer defenderme a los tiros de carabina en contra de tan bellas esculturas; un disparate de borracho imperdonable, sería.
Para ti, tercer elefantito, un San Jorge victorioso de Rusia; que tal? Te queda perfecto.
Y para ti, un Chervonets también, de Rusia.
Y así sucesivamente.
Vreneli Suiza, para el octavo participante; que yo les digo, cariñosamente, elefantitos, pero que son incluso más grandes que los reales.
Octava moneda que hundo en tu agraciada frente, con pasión controlada y delicadeza.
Uy, que bonitos están quedando.
Me elevo al cielo en plegaria por la felicidad que siento de ser galardonado con esta bella posibilidad de agregar un aporte a tu inmaculado talento.
Para ti, un Soberano del Reino Unido, con antiguo valor de una libra esterlina.
Y así mi fuerza de voluntad avanza y avanza, pegando y pegando, monedas tras monedas; montado mi entusiasmo en los rayos del sol de entrada la mañanita. Y adiós al amanecer que es hora de trabajar hasta entrada la tarde.
Naturaleza! Mientras coloco más monedas me haría falta un poco de tu música. Ah, la música del viento, claro, sumado a un energético tarareando que vaya saliendo de mi propia voz. La la la. La la la.
De apreciar tanta belleza descomunal. Atónitos van quedando el río y sus alrededores, verdad?
Y más monedas adhiero, a las robustas frentes, más impresionante se ve el paisaje.
Qué por gracia del sol las monedas lucen cuál faros delanteros de motocicletas de alta gama.
Ahora, digo yo, cuánta pasión despierta el amor al mundo, brindando obra de exelente factura.
Encima el cielo rosado bestido de nubes de terciopelo que haría temblar de emoción hasta el alma del peor de los vagabundos.
Y a esos finos nubarrones que van pasando hacia los hontanares. A descargar donde hace falta. También los veo con deseos de llorar en hacer garúar ahorita mismo.
Que quede claro, y de ser posible acentado en los anales del Olimpo, que todo lo qué está sucediendo, sucede en función de la armonía y del amor hacia la naturaleza viva del universo.
Un tren en el andén
del cielo,
hace sonar
su sirena,
más luego
trepa a dar vueltas
y vueltas por el firmamento.
(En la próxima estrofa, veré si te pude incorporar, Naturaleza, en mí canción de estrofas largas como la nariz de Pinocho.)
Y el revestimiento del oro nos remite a la India del Ganges. De valientes compañeros de destino en la otra parte de globo terráqueo.
Prometo que para antes del mediodía, toda la manada lucirá de gala para recibir a la reina del más allá; la propia Naturaleza.
Que sí entre los dientes tuviera oro también lo colocaría en vuestras frentes de admirar.
Todo lo contrario a un pétalo de alcaucil es una oreja de elefante; y con una moneda de oro en la frente estamos invitando al Buda hacer migas en estos lares.
Aquí nunca habrá vulgares monedas de estaño o plomo, pues solamente oro es lo
se exhibe en esta contienda.
Qué de la corrosión propia del tiempo, quedarán eximidos estos bellos elefantes; para así entrar en la larga recta de la eternidad.
La noche se ha de teñir de pequeñas estrellas con estas medallas que voy poniendo; y que jamás se han de apagar.
Como el campesino que arroja maíz a sus gallinas, del color del sol y del sabor de la buena vida, les voy a ir adornando la cabeza con metal precioso de admirar.
Y acercándome a la mitad de la fila, ya me siento el ganador de los nuevos tiempos.
Tengo azulado el orgullo de tanto mar y tanto cielo, y ahora el oro envuelve al condado como para regalo de emperadores.
Por dentro mi mente está formada por diferentes cavernas. Que en estos precisos momentos, por medio de los ojos, están siendo iluminadas con la luz del oro.
Miro hacia el final de la fila pero no encuentro un límite para satisfacer la curiosidad de mis pupilas. Que parece seguir como reguero de pólvora hasta llegar a la mismísima carretera.
Igual me siento, hecho con lo hecho hasta el momento; el Conde de Lucanor. Que aunque envalentonado por el alcohol igual me tiembla la gola al ver al tarro por la mitad.
Se van portado fenómeno, de maravilla, criaturas del arte, pues hasta el momento ningún elefante se a quejado de dolor de cabeza.
Siempre a esta hora estoy en el banco, o en las oficinas del registro automotor, en cambio hoy, aquí, me siento libre como un águila en la cordillera de lo Andes. Qué he podido darle rienda suelta a la creatividad del alma en explayarse a su antojo.
Las precipitaciones continúan amenazado, pero sí llueve, igual estos elefantes se pondrán más duros que el propio cemento.
Lejanos truenos, que ignoro, pero que sin embargo me hacen reparar en que aquí también ha llovido, y está todo inundado por una tempestad de la ostia.
Creo que nunca llegaré al final de la fila y aún así me voy sintiendo satisfecho.
Exhalo música que cómo humo, se funde con el aire de este hermoso lugar. Mi alegría adquiere la forma de un máximo bienestar, al ir viendo la obra concluida aunque más no sea hasta la mitad.
De buenas a primeras me va quedando el dedo índice acalambrado de hundir monedas en la arena de los bellos elefantes. Pero a quien le importa éso; si aquí lo que importa es embellecer la naturaleza.
Un momento, que está pasando? Que, estrepitosamente (cuál maldición que cae del cielo) el elefante al que le acabo de pegar una moneda, de golpe y porrazo, se empieza a desmoronar como toro en la arena de la plaza.
Que alguien me explique cómo soportar tanta desazón. Que de tan hombre ahora parezco una vieja que lleva pollera de raso; caído en el propio frente de batalla donde llevaba un desenvolvimiento magistral.
Pero qué pasa que ahora veo caer a los elefantes de manera inexplicable?
Lo mejor va a ser que regrese al panteón griego a proteger a los primeros elefantes de la fila.
Me resulta insoportable el tener que dar esta noticia a Naturaleza. Pero si ya lo debe saber! Si hasta lo debe estar mirando. Sin excepción caen los elefantes de la misma forma en que aparecieron.
Santo Cielo, por qué habrás cambiado de opinión en querer destruir tu hermosa obra? Está claro que lloro sin consuelo! Pero que hay? Ante algo tan terrible es inútil permanecer indiferente.
Finalmente sufro con la forma de un centauro. Mitad asno y la otra mitad una mariquita que se refugia en el llanto en vez de la fe.
Me permito maldecir por la lógica consecuencia de aquí suceder una verdadera devastación. Lo tengo que decir en voz alta para que Naturaleza me escuche y pare de romper el castillo.
Y grito a los cuatro vientos mi dolor.
Siento el cuerpo lleno de arena! Hasta en el alma tengo arena; que a lo mejor se la pueda ver.
Pero pese a todo voy a seguir poniendo monedas en el panteón! Voy hacer una cruz de oro; buena idea.
Y aunque todos mis elefantes hayan caído formando un sendero interminable. Juro que le dare millones y millones de palmadas a la edificación para así apelmazar la arena! Cuanta desazón, cuánta! Ahora me pasa que levantando la cabeza se me llenan los ojos de arena. No queda otra que retroceder en dirección a la salida. Santo Cielo! El panteón también se está desmoronando!
Y la casa? Y la casa no se estará hundiendo?
A dios gracia la prefabricada flota deliciosamente bajo la inercia de un buen pasar.
Sin embargo, cuando me levanto, corro retrocediendo, y plaf. Una mesa de arena de estilo Luis xv, se interpone en mí camino y me la llevo por delante. Que he quedado como un cascarudo que se revuelca patas para arriba. Y mí instinto de conservación, junto con el sexappeal, fueron a parar al mismísimo demonio.
Lo mejor será seguir retrocediendo. Atrás!
Y así retrocedo como puedo, arrastrando el cuerpo como un lagarto en dirección a la salida. Y encima el aroma del vino derramado me retrotrae al estar en una bodega colmada de barriles.
Allí estoy llegando! No debo desesperar. No debo caer en el pesimismo. Pero aún así tengo la mente inmersa en la más pura devastación de ideas negativas. Estoy impregnado de tristeza y desolación.
Quisiera poder reprocharle a la amiga Naturaleza el descuido de dejar que suceda tamaño derrumbe. Pero sería un desacato que no me quiero permitir. Se que soy yo el que carece de la capacidad de entender el porqué de la cosas.
En cuatro patas gateo como una vaca lechera tratando de encontrar la salida. Pero aquí, ni las puertas son puertas, ni nada mantiene su forma original; nada ya conserva su estatus.
No debo aflojar y debo continuar retrocediendo hasta poner la vida a salvo.
El panteón se va transformando en un simple médano de arena limpia.
Quisiera poder volver a levantar las esculturas, pero de donde sacaré la fuerza y el talento. Me siento mutilado pués la arena cubre algunas partes de mí cuerpo. Qué estoy empanando en arena como para ser freído como una milanesa. Ahora mi cara es de arena. Mi vestimenta también es de arena.
Ya todo lo que me rodea es pura arena sin forma. O mejor dicho con la forma de un médano de arena.
Las aves del lugar baten alas como aplaudiendo la escena final del panteón y sus elefantes.
En mi mente continúa el sonar del desánimo.
Pero debo reconocer que sólo por la misericordia de la Naturaleza es que no morí aplastado por la gigante catedral.
Seguramente el universo está compuesto por tantos participantes como granos de arena aquí presentes.
Debo regresar a mí casa. Más no hablar de escudarme con renegar de resentido. Sino más bien continuar como la venía llevando.
Ya estoy llegando cuál si regresase de la guerra. Pero con mucha experiencia para considerarse como positiva.
Voy a atravesar el tablón del muelle, con el tarro de monedas bajo el brazo, lo más derecho que pueda. Con el orgullo arriba por sobre el ser cabizbajo y meditabundo; únicamente asido a la tarea de seguir dando batalla.
Por la ruta de la aristocracia voy entrando a la Chismosa. Qué bonita casa tengo; imposible de no sentirse orgulloso. Y ahora también tengo una heredera. Cartón lleno!
Chicas! Aquí vengo de regreso... Con apenas un hilo de voz para poder continuar construyendo palabras. Lo que sí no he perdido, es la ansiedad de llegar a descochar otra botella. Pero esta vez de champagne; porque seguramente Naturaleza sabe lo que hace y entonces quiero retomar la ruta del optimismo.
Fui y abarqué al mundo y me sacaron a paradas; y ahora estoy parado en un limbo; arrebatado de la mitad del tesoro. Apenas sobre la línea de un reír con deseos. Demos vuelta la hoja.
La sensación de amargura me acrecienta la sed. Y dudo mucho que si continúo bebiendo puedad alcanzar el atardecer en dos patas.
La espesa neblina le ha dado paso a un día inestable. Dios sabrá lo hace; o lo que siente.
El fuego de la salamandra un poco renacera con hojas de esta revista: Para ti. El viento que sale de la agitacion que conservo aviva aún más las llamas de colores.
Estoy sudoroso. Pero me tengo prohibido tocar el agua del tanque. Y entonces voy a luchar así de sucio en auyentar el humor endiablado que se mete de colado. Pués quiero tener a flor de piel una sonrisa de amor para toda mí gente; y que nadie se atreva a querer doblar la voluntad en sentido contrario.
Las chicas siguen durmiendo que dudo de si no estarán muertas.
Cómo parte de una recuperación alzo la botella para brindar que estamos todos sanos y a salvo.
Me rescato de la trifulca conmigo mismo. Y digo en voz alta: Gracias Naturaleza por lo mucho que nos das.
Que luego de un proceso adverso lo mejor es meditar antes de maldecir. Y a tranquilizarse dando espacio a la nueva fe.
Las plantaciones bien regadas hacen florecer los capullos. Y lo mismo ocurre con la fe, que es el riego para el alma en ponerle ganas a los deseos de triunfar en la vida.
Impregnado de congoja, como cura dando misa, me reafirmo en la fe y en la palabra.
Así como logramos salir ilesos del bravo océano ahora todo lo que pasó es plausible de enterrarse en el olvido.
Entonces sobre mi rostro la mueca del dolor desaparece por medio de una sonrisa sentida. Y nuevamente sobre mí voz el sonido de la fe. Nunca una sombra te puede matar. Y esto que pasó es algo circunstancial con relación al naufragio. Lo debo tomar así. Que hasta me dan ganas de ponerme a vender arena por Internet.
Pienso en todo lo que pasó y ésto es otra más de las contingencias que supimos sortear con éxito.
Viva conmoción que se va, rápido se va, con cada palabra que digo; mamado con vino espumante.
Entonces mejor opto por dejar de llorar y volver a sonreír. Y esta vez con una sonrisa de felicidad total.
Lo acabo de decidir. Me voy a comer el cebiche aquel... Allí voy, pescaditos adovados.
Antes de ponerme a cantar, entre otras cosas quiero decirme a mí mismo, que mejor por un rato me calle un poco. Y así darle paso a estar silencioso, como meditando. Porque sí no logro parar de hablar, de relatar la vida cómo lo hace la ópera, o como lo hace la radio nuestra de cada día, entonces quiere decir que me he vuelto loco.
Pero un momento, digo esto último y paro: Estoy muy impresionado por el sol que me acaricia y me da calor. Lo siento como si fuera un hermano con problemas de integración.
Las caricias del sol las agradezco casi tanto como una buena ducha.
Luego de la extenuante aventura del panteón griego y los elefantes de arena. Inmerso en fabuloso contra sentido. Ahora Argentino lucha contra la salamandra alimentado su interior con revistas de actualidad que a todas luces resultan un paliativo. Frente a esas escasas llamas, no obstante, agradece los entretenidos minutos de calor de hogar.
Y sin importar lo que pueda hacer el viento o todo el frío que pueda llegar entrar. Entre él y el exterior sólo media delgadas paredes de apenas unas pulgadas más que las de un simple tabique.
Para Argentino, Naturaleza, vendría a ser, la representación de los agentes naturales, y los llamados hechos metafísicos, personificados en una figura simbólica, de la cual siente viva presencia. Y pese a todo lo arriesgado que le toca vivir se mantiene optimista.
Por su parte las mujeres duermen en la misma posición que al principio.
Pese a ser un día típico de clima inestable, a grandes rasgos, con tendencia al olvido, todo yace en aparente calma.
Sin duda el alcohol está muy presente en el desenvolvimiento de la conducta de Argentino. Aunque a decir verdad, a bebido mucho menos de lo que ostenta. Pasa que al carecer de cultura alcohólica a un simple mareo lo manifesta cual un asunto de Estado.
Y para deshacerse del miedo atroz que lo embriaga, delega su confianza en la amiga Naturaleza; que por otra parte le ha venido a confesar sus pesares por
lo pésimo que viene la marcha del mundo.
Pero de pronto, al ver algunas goteras, con sus correspondientes manchas sobre el suelo, Argentino se pone de cierto mal humor llegando a maldecir esta contingencia nueva. Para nada se avergüenza de escuchar lo que dice en voz alta sino más bien de lo que piensa en silencio.
Y cuál un detective observa esa agua. Que parece ser, trae adheridas partículas de algas marinas; y que sin duda se trata de líquido proveniente del mar. Entonces, como es lógico pensar, se pregunta cómo a llegado esa agua allí. Para lo cual, sin esperar a que ángeles le venga a contar lo que ocurre, mira hacia el horizonte y comprueba que el clima está relativamente desmejorado pero sin haber llego a llover; y entonces, de dónde provienen esas goteras? Sumado a que olfatea el aire y solo siente olor a océano. Y sin dejar de reconocer la cierta tendencia a su favor del vaivén de los pesares. A decir verdad un tanto de miedo lo embarga el otra vez volver a comenzar el cachengue. Y aún bajo los efectos del alcohol, considera que el susto que siente es justificado pues nuevamente están ocurriendo cosas muy extrañas.
Entonces toma los anteojos y observa de nuevo el agua y hasta hace una degustación pormenorizada.
Cuando de pronto una ventana se abre sin una aparente justificación. Más, por otro lado, por la puerta, que siempre está abierta, asoma el brazo de un pulpo colosal.
Y al segundo, pasando lo mismo pero por las otras aberturas de la casa, aparecen otros brazos llenos de ventosas. Ocurre que un pulpo monstruoso, de tamaño descomunal, tiene agarrada la casa de costado. Y haciendo movimientos delicados por medio de contracciones muy precisas, arrastra la casa hasta montarla sobre la propia costa.
Argentino hace fuerza para evitar decir malas palabras. Tratando de meditar sobre que hará al respecto. Primero quedando como petrificado al sentir impotencia. Más enseguida, con carácter aguerrido, en vano se hecha a la tarea de intentar despegar la punta del enorme brazo. Que entra por la ventana haciendo una curva hacia dentro.
Por un momento hasta llegó a temer por el daño que pudiera ocasionar a sus plantas del pasillo. Del terror sintiendo deseos de pincharse con agujas para comprobar si no está soñando.
Aunque finalmente decide priorizar al instinto de mirar al cielo, creyendo poder ver desde arriba reflejado el espectáculo en las nubes. Aunque el firmamento, indiferente, solamente le devuelve la imagen de un día gris con el sol asomando de a cuenta gotas.
A los tentáculos de los brazos superiores, se le deben sumar la friolera de otros que agarran de los distintos sectores. Y en movimiento de contracciones suaves el pulpo arrastra la casa hacia el médano de arena que quedara luego del derrumbe; que de por sí es bastante importante.
Argentino cree tener un ataque de nervios pero solamente se trata de un flor de susto.
-Sucede que la polarización de mis sentimientos, va cambiando de optimismo a morir del susto.
Finalmente tal vez sea una topadora lo que arrastra la prefabricada.
Y qué es entonces esa cola horrible de elefante contagiado con la viruela del mono?
Pero qué ven mis ojos?! Se trata de un pulpo colosal. Gigante hasta lo más insospechado de los tamaños. Que se arrastra como un gordo con la cola sobre el piso.
A lo mejor del dolor deje de hacer locuras, si por ventura logro pincharle una ventosa con el cuchillo.
Sin embrago me parece que es bueno y quiere poner la casa en tierra; y éso estaría sensacional. La casa está temblando que parece que pronto irá a estallar. De momento no queda más remedio que rezar porque no exploten las maderas. Por fortuna hasta ahora no se ha roto nada. De hora en más solo ovación y aplausos para el pulpo de colocarnos sobre tierra firme.
Pues entonces, ya vamos camino hacia el medano donde estaba el panteón.
Queda claro que si yo fuera una simple hormiga quizás no me sorprendería tanto del despliegue de la naturaleza.
Afortunadamente en ningún momento hemos perdido la posición horizontal. Y sin embargo hay sectores donde se han corrido los muebles.
Ahora que recuerdo, en la memoria tengo visto un hecho parecido en una película donde había un Leviatán qué hundía una carabela.
Eh, amigo, que tal si lo convido con un rico cebiche a cambio que deje la casa sobre el médano de arena. (Al lechón no se lo ofrezco porque seguro que me dice si)
Mire, si no consigue novia, mejor internese en el océano que a allí hay de todo. Pero le recomiendo que arrastre la casa con delicadeza porqué sino la puede hacer añicos.
Además tenga cuidado que aquí hay dos señoritas durmiendo y como esto siga así se van a estrellar contra el respaldo de la cama.
Y ya que está, por favor, hágame la gauchada de poner la casa lo más nivelada posible.
Es de frotarse las manos el hecho de saborear una consagración de este tipo. Que bueno, ya estamos escalando la pendiente del médano.
Debo gritar a los cuatro vientos que siempre en mi fuero íntimo estuvo escondida la fe porque Naturaleza vaya a responderme con una resolución de ensueño.
Y yo que en noviembre pasado me quejaba de los días soleados donde el sol calientan las chapas del techo de la prefabricada como para cocinar chinchulines.
Resultó ser un éxito el procedimiento del pulpo colosal en colocar la Chismosa en la cumbre del médano. Un pulpo de exposición, que ni siquiera un poco cansado se sintió con la ardua tarea de remolque. Además cuál si la prefabricada fuera un cajón de verduras comenzó a mover la vivienda en todos los sentidos: Norte, Sur, Este, Oeste, hasta dejarla con el nivel del piso totalmente liso y derecho. Con aparte también alisar los alrededores. Abnegado pulpo que con sus grandes ojos daba muestras de enorme valor. Y entre nubes el sol atónito los miraba disfrutar de la vida haciendo travesuras ordenadas por Naturaleza.
A todo esto Argentino salió al encuentro del pulpo con la misma alegría y cariño conque se relacionó con la tortuga. Y del mismo modo le puso sobre las ventosas tres monedas de oro. Además de pegarle en una de las ventosas la botella con la nota de agradecimiento por la fortuna que tuvieron al salir ilesos de la tormenta.
Resultaron geniales esa ventosas del pulpo cómo han podido sujetar la casa.
Argentino hubiera querido tener tortillas de calamar para darle de comer en la boca.
Además Argentino le hablaba por señas moviendo los brazos como aspas de molino. Tratando de ser todo lo mas cariñoso posible.
Luego sucedió que habiendo dejado las monedas, pero no así la botella, el pulpo regresó de inmediato al río para emprender su largo viaje de regreso. Parecía saludar con los seis brazos mientras que con las patas se trasladaba. Y así es que la casa prefabricada quedó situada en un sitio inmejorable.
-Gracias Naturaleza. Hoy solo tengo palabras de agradecimiento. Se que eres tú la que hace todo en favor nuestro. Y tanto que las chicas continúan durmiendo como osos polares. Nosotros nos salvamos gracias a vos. Ignoro si tu eres dios o alguien que él creó para que sea independiente. Un cosa o la otra da lo mismo pués solo tengo palabras de agradecimiento. Como hacer para eludir la responsabilidad de agradecer hasta el cansancio. En verdad no puedo. Mil veces gracias.
En el dar y el recibir sin duda es mutuo el cariño por todo lo que nos das. Pero sin embargo tú eres grande e importante y nosotros anónimos e insignificantes. Por tal motivo nuestro cuerpos te pertenecen; Naturaleza. Más no se puede pedir.
Pero sin demora, tengo el deber de preparar una linda fogata.
Con todo lo que ha pasado se puede decir que es aún es temprano. Entonces ya mismo voy a ponerme a juntar ramas sueltas para prender un fuego para hacer el lechón. Igual ya tengo unas separaditas. Como ves se va formando la pila pero con ramas totalmente embebidas en agua.
El pulpo se ha llevado la botella y me ha dejado las monedas. Un fenómeno.
Era una risa. Evitaba acercarme demasiado al pulpo pues no fuera a ser que quedara pegado.
Queda claro que los pastizales son el pelaje del campo. Hay mucho trabajo por delante pero ahora tenemos la esperanza de estar en casa. Con todo, de tanto trabajar voy a terminar fundido, pero a quien le importa éso. En el eterno ahora está la verdad. La salud pervive en conectarse con lo que uno hace y no estar disperso en ochenta cosas.
Ahora lo que voy hacer es ponerle al lechón la ortodoncia, los fierros, y a clavarlo en la arena. Sin duda las señoras de la casa van a estar muy contenta de poder comer algo rico y nutritivo.
Porque hace mucha falta buena cantidad, va a ser mejor que continúe con el trabajo de juntar ramas que sirvan de leña. Y para apurar el trámite me gustaría prender la motocierra pero temo despertar a las Cenicientas. Entonces, a cambio, preferible, voy a usar el machete.
De los dolores no me quejo pues son la lógica consecuencia de haber trabajado tanto. Pero lo que sí estraño es escuchar música. A las muchachas cantar.
Tenían que llegar las libélulas era extraño que estuvieron ausentes. Tal vez sea indicio que el tiempo mejora.
Voy poner al lechón en posición vertical. Y las llamas bien cerca. E iremos a comerlo de los bordes como el shawarma.
Hace apenas una semana que sé qué soy padre de una jovencita de veinte años y todo lo que nos ha sucedido!
Bueno, bien, ahora debo darme prisa ante que los astros dejen ver sus siluetas. Voy a asar el mastodonte mientras descorcho otro vinito. Lástima la falta de radio. Ahí vamos para afuera nuevamente. Que bueno que no hay que cruzar mas el tablón. Un lujo.
Adonde estará el tablón? Allá lo veo. Ni loco lo pienso quemar.
Para los momentos posteriores al almuerzo, les voy a pedir a las chicas que canten unas sambas. Generalmente se usa prender el fuego con papel pero yo voy a usar un trapo con nafta.
No paro de caminar de ir y venir pero este arenal es como estar en Miami. Qué bonita a quedado la casa. No bien pueda le voy a pasar barnices.
Resulta un sueño ver como a quedado asentada al piso. Derechita. Un fenómeno el pulpo. Gran maestro constructor de obras.
Y aquel sendero, un fenómeno. Qué bueno sería que viniese
un avión y con las alas lo alise. Sin duda estoy medio mamado. Porque para alisarlo no tendría que tener ruedas y hacer un aterrizaje forzoso.
Sí para el amanecer estamos acá todavía, seguro que si, me voy acostar en la arena a mirar las estrellas.
Ya casi esta todo listo para darle mecha al fuego.
En las postrimerías de la muerte me voy acordar de todo esto y voy a morir contento. Y cuando mi alma suba hacia el cielo voy a mirar mi prefabricada por última vez y tirarle un beso.
Tengo pensado ver si puedo comprar esta porción de tierra y lotear el terreno. Y así tenerla de casa de fin de semana. Y si estas tierras no tuvieran dueño y fueran tierras fiscales, voy a intentar ocuparla todo el tiempo que el Estado me lo permita. Aún no termino esta botella y ya estoy pensando en abrir otra. Es que estoy queriendo dejar la cerveza para las chicas.
Qué locura el asunto del recalentamiento global, que el lechón hace cinco minutos que está bajo la influencia de un sol dudoso, y ya está tibio.
Cuán grande fueron esos tentáculos del pulpo trayendo la casa hasta aquí. Mejor imposible.
Nesecito música y las dos cantantes durmiendo. Cuánta ironía. Que cante yo no sería lo mismo. A mi me gusta que canten otros cantores.
Aquí estamos mejor que en ningún otro sitio. Cuando pueda voy a plantar un cerezo. Hasta puedo tener una lancha e ir al bello mar, de pesca.
Qué grande el pulpo con esa cavidad del manto, y las branquias que se las veía respirar y respirar.
A seguir trabajando, Argentino. A poner una mesa afuera y comer como bacanes se ha dicho.
Pero atención. Los parlantes de mí voz interior me van indicando que aquí está ocurriendo de nuevo otro hecho esencial que proviene de las entrañas de la naturaleza. Y lo uelo en el aire por eso lo manifiesto con viva inquietud. Más no obstante de tanto ir y venir, y de tener la lengua afuera, voy a concentrarme en el presente a ver si puedo captar: de quien se trata y de donde proviene el motivo que pone en alerta a mis sentidos primarios.
Que aunque debo seguir trabajando pues aún queda mucho por hacer (sí es que quiero agasajar a mis preciosas para cuando despierten) voy a invertir un par de minutos en concentrar mí atención en pos de dilucidar el intríngulis. Para empezar, en mis mejillas siento un calor que proviene de algún sector de la geografía; que me resulta de carácter alternante. Que por momentos siento alta temperatura en la cara. O veces en la nuca persivo una ola de calor que me envuelve como sí estuviera metido en una caldera. Ah, ya sé: un volcán en erupción!
Pero dónde hay una montaña en este llano de puros pastizales? Y puesto que no la veo en ningún sitio lo considero asunto cerrado.
Entonces al resultarme infructuosa la misión de andar adivinando. Será cuestión de esperar hasta que lo latente se haga manifesto.
Mientras tanto, cual sí estuviera frente a un reportaje televisivo, en voz alta voy a dar la impresión histórica de lo que voy sintiendo.
Cómo primera medida a la naturaleza la llamo Naturaleza; porque tanto la tempestad, como la tortuga, y el propio pulpo gigante; fueron de tamaño tan exuberantes que me hicieron vivenciarlos patéticamente cual si mí difunta madre estuviera presente. Es decir que al ser de alguna manera testigo directo de eventos tan importantes, todos por causa de la naturaleza, entonces me sale decir Naturaleza; cuál un nombre propio proveniente de los eventos naturales que fueron ocurriendo de manera sucesiva.
Amén de pensar, modestia aparte, que los acontecimientos ocurridos los considero dirigidos hacia mi propia persona; al ser yo participante directo de las dichas manifestaciones; seguramente producto del sufrimiento que la naturaleza expresa, cual ser vivo que es, por culpa de la guerra generalizada y los otros tantos daños que los humanos le infringimos a su cuerpo.
Ahora que lo pienso... Días pasados he visto en Finlandia un volcán al ras del suelo que hubo entrado en franca erupción... Pues entonces a buscar un hueco en la tierra de donde salga lava.
Pero qué ven mis ojos. Un especie de lagarto gigantesco que camina en dos patas, largando llamaradas de fuego por la boca.Y del fuego que suelta la humedad se transforma en vapor de agua. Por mi madre, es sin duda un dragón que viene caminando desde el lado de la ruta. Hacia aquí por el sendero de arena que dejaran los elefantes.
Y de paso con su enorme cola, mientras camina va alisando el camino hasta dejarlo hecho una seda.
Es un dragón; sin duda; que se me traba la lengua y me cuesta seguir hablando.
Atrévete cocodrilo mal del estómago a incendiar la casa y sabrás del rigor de mi machete.
Y si por el contrario es bueno y me estoy equivocando? Creo yo, merece una oportunidad.
Estoy más que seguro que todo esto es obra de Naturaleza y por tanto este dragón es más bueno que el pan.
Ey, amigo, si te portas como se debe, entonces iré a caer de rodillas y me pondré a rezar como un loco.
Queda demostrado que la naturaleza es tan compleja que también pueder tener expresiones de calibre mágico.
Mejor voy a salir a recibirlo.
Hola, amigo, que lo trae por aquí? Venga ésta es su casa.
Epa, pero que veo, aquí entre medio de la arena están las monedas que hace un rato coloqué en la frente de los elefantes. Mientras voy en su encuentro ya llevo juntadas diez monedas.
El dragón sueltas fuego por la boca que parece mechero de horno de barro.
Hola amigo sea usted bienvenido. Perfectamente me doy cuenta que estamos hablando de un buen espécimen que lucha por la paz en el mundo.
Y ojala que nada de lo que diga me conduzca al cementerio.
Ya llevo juntadas veinte monedas y hay otras tantas.
Venga sin miedo. Yo también soy un hombre de bien y muy pacífico. Reconozco que estoy un tanto bebido y quizá extrovertido para el carajo. Pasa que tomando alcohol me quito el frío y la ansiedad. Y deseo que entienda que es algo circunstancial del momento; y que mañana ya estaré de nuevo con los diez puntos.
De mientras termino de juntar las monedas que quedaron de la fiesta anterior, venga y siéntase como en su casa.
Qué lo trae por aquí; si es que se puede saber.
Ah, pero que buena idea tienes de querer cocinar el lechón. Oh, qué hermoso el cómo tus llamas se deslizan por sobre la piel del chancho.
Quiero que sepa que allí en aquella casa tengo dos mujeres hermosas durmiendo; y por ello temo que pueda ocurrir un incendio.
Quiere que mientras usted cocina lo ponga al tanto de cómo fue que llegamos hasta aquí? Resulta que estábamos en esta misma vivienda, con mi familia reunidos, en un lugar llamado Punta Piedras. Cuando de pronto comenzó a diluviar y la casa salió flotando y salimos de excursión por el Atlántico. Todo hasta que un colega suyo nos rescató e hizo un remolque de lo más pintoresco.
Don Dragón, permítame que le diga, qué bonito está quedando el lechón. Lástima no tener una masa leudada para hacer unas pizzas.
Mire, usted siga que yo voy a ir hasta la casa a buscar un bidón con gasolina; que uso para hacer arrancar la motocierra. Y así voy a intentar encender la fogata mía. Eso sí, agua no me pidas, porque agua no te puedo ofrecer; porque la cuido como al propio oro.
Entonces mientras vos cocinas el lechón, yo me ausento por un segundo y enseguida regreso. Quiero que sepa que he recuperado todas las monedas en cuestión; y aparte quisiera obsequiarle algunas para que tenga de recuerdo.
A toda la alegría que me produce que usted haya venido y me cocine el lechón. Le tenemos que agregar algo de tristeza porqué mi pueblo debe estar sufriendo por culpa de la tremenda inundación causada por la lluvia.
Disculpe que lo deje solo por un momento.
Lo primero; voy a mirar a las chicas si siguen durmiendo. Enseguida regreso. Y después le sigo contando.
Por lo visto las chicas duermen. Pero han cambiado de posición lo que da a pensar que deben estar por despertarse. Qué si ven toda esta farra del dragón cocinando el chancho se van a caer de espalda.
Ah, ya que estoy llevo algunos platos y cubiertos. Y hacemos un lindo almuerzo.
Amigo dragón estoy regresando cargado con muchas cosas. Por lo visto aquí el diablo no tiene cabida y todo es de carácter celestial.
Voy a embeber este trapo con nafta mezclada con aceite. Y a ponerlo debajo de la leña.
Leña es mucho decir; son unas ramas asquerosas, ensopadas del agua de la gran tormenta.
No hay nada que hacer, a mí fuego le cuesta encender porque las ramas están muy mojadas.
Uy, uy, uy; cómo está quedando ese lechón; del color del bronce. Y hablando de metales, aquí le quiero hacer entrega de unas monedas para que usted lleve de recuerdo. Como no le veo bolsillo se las dejo arriba de las pirámides que de la piel asoman. Cuánta alegría que este usted conmigo. Tengo los pelos de punta de ver como va quedando la comida.
Espero no vaya a ponerse cabrero de que sea yo tan charleta.
Vió que inestable está el tiempo, qué unas nubes llegan y otras se van? Qué parece lo van empujando al pobre sol cual si fuera un convidado de piedra.
Siento envidia de ver su fuego cocinar de maravilla y al mío ser todo un gran fracaso.
Ah, pero un momentito, ahora también es capaz de encender mi fogata que se estaba apagando. Es usted un fenómeno, Don Dragón.
Cómo imagino que cuando termine la misión se marchará de inmediato. Quiero agradecer a usted y a Naturaleza los tantos mimos recibidos.
Ni en Buenos Aires ni en ningún otro sitio del planeta, me van a creer si les cuento lo que aquí aconteció; así que sí usted se va antes que las chicas despierten; calculo que me voy hacer el sosegado y escusarme argumentando que por culpa del vino, he dormido sin darme cuenta de nada de lo que aquí sucedidó.
Bueno, como le venía deciendo, veo que usted se marcha ahora mismo. Pues entonces le hago entrega de las monedas, tome, agarrelas. Será para mí un gran honor que las conserve.
Por sino lo sabe aquí estamos en Argentina, tierra de oportunidades. Y aquel rosal, ahora que estamos de primera gracias a ustedes, más que seguro va florecer como nunca.
Lo felicito, el porcino a quedado de primerísima alta cocina.
Y además me encuentro sumamente entusiasmado por la grata coicidencia en el gusto por el punto exacto del asado.
Desde ya, le agradezco de todo corazón lo que han hecho por nosotros. Qué ni las monedas me aceptan y ahora soy mas rico que nunca!
Ah, se va a ir por el río? Como a usted le parezca. Lo acompaño hasta la orilla así nos despedimos con un fuerte abrazo. Adiós, amigo Dragón. Hasta la próxima.
Yo siempre hablo con Naturaleza cuál si fuéramos confidentes. Le prometo que le voy a hablar bien de usted y a recomendar sus buenos servicios.
Sepa que me estremesco hasta las lágrimas en esta despedida sin igual.

Texto agregado el 11-08-2024, y leído por 59 visitantes. (1 voto)


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