GUERRA POR COMIDA Y MASCOTAS

En un mundo cualquiera de nuestro universo se llevó a cabo una guerra inusual y esta fue tan sanguinaria que perecieron todos los de la raza dominante. Este planeta estaba divido en dos hemisferios: uno occidental y otro oriental. Cada uno se caracterizaba por tener personas amadoras y comelonas. Es obvio pensar que existía entre estas personalidades un estilo de vida que los hacía detractores de algunas enseñanzas extranjeras. Una de estas y la más conflictiva radicaba en el gusto por la comida o más específicamente por el tipo de carne que se consumía. Un día cualquiera, los del hemisferio occidental crearon un organismo gubernamental, para proteger a animales que según ellos, los orientales masacraban. Pero, los del hemisferio oriental reaccionaron ante el ataque de sus enemigos y acumularon suficiente información para contra restar el ataque que según ellos, también, era injusto para su cultura milenaria. El conflicto estaba armado y pronto empezó la guerra que desangraría a las dos civilizaciones. Se movilizó suficiente material bélico en ambas partes para destruir si era necesario hasta el planeta. Los occidentales amaban a los perros y a los gatos, mientras que los orientales amaban a las vacas y a los cerdos. Para unos eran mascotas, mientras que para los otros eran comida, y así sucesivamente. Ambos hemisferios se trataban de sucios y de cochinos. A pesar de ello, coincidían en una clase de carne y era la del pollo, como los más tontos, para ser apetecidos por ambos bandos. De esta manera injusta este tipo de aves no tuvieron la dignidad para ser consideradas y respetadas como mascotas. Los pollos eran sometidos a prisiones, siendo las jaulas el sitio ideal para engordarlos y posteriormente descuartizarlos sin compasión. A medida que crecían las instituciones que defendían a los derechos de los animales, se impusieron leyes más duras, para condenar a los abusadores de los cerdos, las vacas, los gatos y los perros. Sin embargo, como paradoja en el conflicto, crecieron las cadenas de almacenes y restaurantes donde se vendía la carne de pollo a precios muy accesibles. Muchas recetas a base de esta carne consumían los defensores de los animales, con el pretexto que este animal si se podía comer y saborearlo como un plato exquisito ¡Qué comodidad!
Cuando en un hemisferio se comía cerdo en el otro se comía perro y así se la pasaban provocándose mutuamente. Un día ya no se lanzaron palabras grotescas, ni amenazas sino bombas y durante dos años se mataron entre sí, hasta quedar solamente como sobrevivientes los animales defendidos.

Lo insólito de la situación fue que los animales sobrevivientes consumieron los cadáveres de los humanos para seguir existiendo. Fin de las leyes.