Cuatro amigos conversaban, cuando de pronto el Sujeto A dice con algo de miedo:
Tengo miedo de escuchar las canciones que me ayudaban a conectarme con mi inspiración, porque durante casi toda mi vida mi musa fue la tristeza.
Hoy en día, cuando ya no escribo y perdí parte de mi facilidad y estilo, me pregunto si conectándome de nuevo con esas sensaciones quedaré atrapada en el camino. Ya no soy la misma persona que ve la vida desde la oscuridad y la desesperación.
Entonces… ¿Podré conectarme con esa parte sin que me consuma? ¿Tal vez podré encontrar mi inspiración en otra parte de mí?
Sólo sé que si no lo intento, las palabras van a quedar en mí y formar un fuerte y una coraza hacia mí misma por reprimir la autoexpresión. Es cuestión de dejarse fluir y que las palabras vayan tomando vida solas, como siempre fue. Yo solamente escribo lo que me dictan desde lo Alto a través de mi corazón.
Sujeto B, responde:
Cuando uno esta sumido en la tristeza pareciera que las palabras emanaran sin cesar, pero también uno se inspira cuando esta enamorado, no te parece? Muy buena reflexión... y deja que salga lo que hay en tu corazón
Al mismo tiempo Sujeto C, indica:
Creo que la inspiración es fruto de la libertad del alma. Aún en la tristeza, puede existir una necesidad de expresión a satisfacer. Si pese a todo nos queda un soplo vital libre, la pluma corre fácil. Pero si el alma está presa del pesar, del aburrimiento, del tedio sin remedio, la mano se resiste y las letras se niegan. Por lo menos, es mi caso
Finalmente, D menciona:
Alguien me dijo que había dejado de escribir por que había agotado su inspiración y los temas. Yo creo que si la inspiración escribe sola, sin mayor ayuda de la mente, cuando escribes a diario es práctica del alma y no requieres más que eso: escribir, y eso me lo enseñaste tú |