De los recuerdos ya no me acuerdo de muchos,
la mayor parte de ellos yo ya los perdí de vista,
quedaron en ese pasado que nunca ha de volver,
relegados al forzado sempiterno segundo plano,
distancia que la memoria no puede más alcanzar,
en ese exilio forzado que no tiene más redencion,
en esa culpa que nunca pide para ser exculpada.
No hay lagunas de la memoria que deba cubrir,
mi historia es una precisa aporética transliterada,
en la indecisión calculada que siempre me sirve,
instantes detenidos para una traslúcida biografía, mito domesticado en la narrativa más recurrente,
hagamos de la historia la más bella historiografía.
Me olvido de mí a instancias de mi yo idealizado,
del caballero devotado tan solo al propio vasallaje
del narcisista fugitivo que huye del propio espejo,
vestido con una armadura de luces sin sombras,
cortesano de noble proceder al abrir el obturador,
en un negativo que se pervierte en su propia luz.
Prefiero esos recuerdos que me sé de memoria,
imágenes adulteradas en mi propio autoengaño,
en esa distorsión que se sigue al mito fundador,
en ese gentil héroe que yo mismo me he forjado,
un autorretrato con los mejores colores posibles;
barnizado con los olvidos, elipsis y selecciones
JIJCL, 27 de julio de 2024
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