Cuantas horas disparadas, tiempo, más tiempo que se alarga en esta basta selva de papel. Plena de gente que canta, que ríe, que sueña, con el espíritu sensible, místicamente sonándolo mejor.
Tiempo que se escurre sin razón, ni voluntad, tiempo inerte que añora la soledad del llano
Allí donde se remontan tantas locas ilusiones sin encontrar solución, ni esa música que nos nutre de vida.
Hay un sendero de luz que nos anima, nos mueve, nos alerta, así y todos los campos se dilatan en senderos propios y alejados del mundanal mundo. Se puede interpretar como se quiera, cada lugar es solo eso, un lugar, que pueden sentirlo propio, pero no lo es, en todo caso ese momento fue de quien lo vivió.
Los caminos se cruzan y nos vemos en él, los saludados nos alegramos, pero entendemos que no es propio, es de quien lo vive cuando lo vive.
Que está pasando en cada pensamiento, que nos preguntamos, y como es la respuesta, no sabemos desarrollar ese espacio que aún nos queda, tratemos de verlo de otra manera.
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