Constanza se encuentra en la línea entre la vida y la muerte se desdibuja, Constanza se encuentra en el umbral de una nueva realidad. A pesar de saber que su tiempo en la Tierra ha llegado a su fin, un último deseo arde en su corazón: hablar con la mismísima Muerte.
Decidida y valiente, se adentra en un viaje a través de los velos que separan ambos mundos. En un paisaje etéreo y misterioso, finalmente se encuentra cara a cara con la imponente figura de la Muerte, cuya presencia es tan majestuosa como temible.
Constanza, con voz firme pero con un brillo de determinación en sus ojos, le pide a la Muerte que le permita despedirse de aquellos que han cruzado el umbral antes que ella, dado que ella sabe, que no irá al mismo lugar todos ellos. La Muerte, sorprendentemente comprensiva, accede a su petición y abre las puertas del pasado para que Constanza pueda reunirse con sus seres queridos una vez más.
A medida que atraviesa recuerdos y momentos compartidos, Constanza siente una mezcla de nostalgia y paz. Habla con sus abuelos, con amigos de la infancia, con aquellas mascotas que la acompañaron en su camino. Las lágrimas y la risa se entrelazan en un baile emocional mientras se despide de cada uno de ellos, llevando consigo palabras no dichas y afecto eterno.
Finalmente, Constanza se enfrenta a la Muerte una vez más, pero esta vez con serenidad en su corazón. Ha cumplido su propósito, ha encontrado la calma en la despedida y está lista para abrazar lo desconocido con valentía. |