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Inicio / Cuenteros Locales / dagalan / Un perdido imperativo ético que nos legaron los griegos

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En una anécdota del comienzo de Banquete de Jenofonte se cifra uno de los rasgos más importantes del saber griego, rasgo hoy perdido, y que por dicha pérdida, muchas personas actualmente se erigen con derechos subyugadores sobre los demás: a saber, que el conocimiento debe ser socialmente compartido, esto es, no debe ser negado a nadie, ni utilizado para hacer daño. Este es un imperativo ético que nos legaron los griegos.

La anécdota es la siguiente:

Calias, proxeno de los lacedemonios en Atenas, pródigo en fiestas extravagantes al calor de su casa aristocrática en el Pireo, enamorado del joven luchador de dieciséis años, Autólico, al que dobla en edad, regresa a su casa acompañado de él, de su suegro y de un esclavo. Acaba de presenciar con lágrimas en los ojos en el pancracio la victoria de su amado, cuando se encuentra en mitad del camino a Sócrates y cuatro de los suyos. Su desbordante emoción requiere de la presencia de estos vituperados filósofos al banquete que se dispone esa noche celebrar en honor del vencedor. Los reclama para brillo del festín como hombres de purificado espíritu frente a aquellos que habitualmente se solazan en sus fiestas: hombres que persiguen cargos públicos y poder, hombres de ambición material, hombres fatuos y groseros.

Sócrates, en una primera respuesta, rehusa la invitación y le recrimina a Calias sus burlas, sus desprecios y su ufana actitud respecto de él y los suyos, por el hecho de poder pagar a otros sabios instructores y así prescindir de los saberes que ellos, tildados de filósofos autodidactas, tienen. «El saber no es un bien que se compra o venda; no puede apresarse, no tiene amos, es libre» es lo que dictamina el imperativo ético que se respira en el aire griego.

Calias avergonzado le pide disculpas. Promete dejar de ocultar su saber y compartirlo. Se siente mezquino y quiere demostrar su dignidad y su deseo de atención. Entonces Sócrates sabedor de los sentimientos amorosos de Calias por Autólico, se ablanda y pensándolo mejor, acepta la invitación. El viejo sabio siempre se encontrará allí donde el saber se prodigue socialmente, allí donde una conversación abrevada por el vino y la inteligencia de los amigos se encuentre.

La luna ilumina las siluetas de aquellos hombres consustancialmente generosos que se aprontan al banquete.


David Galán Parro
11 de julio de 2024

Texto agregado el 14-07-2024, y leído por 425 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
16-07-2024 Un texto realmente cursi, dramático y modernizado. Basura. eRRe
16-07-2024 Eso de "imperativo ético" es una proyección contemporánea. eRRe
 
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