Vieron a Edmundo un mes consecutivo echando lima a su obra. Limaba por la mañana, por la tarde y hasta la media noche limaba. Al otro día seguía lime que lime; apenas dejaba de limar a la hora del almuerzo y cena. De un momento a otro dejó de limar, pues Amanda lo amenazó con entregarse a otro hombre. Edmundo, no dejó de limar por la amenaza de su mujer, sino porque había perdido el apetito sexual. Los medicamentos que estaba tomando para la prostatitis, le apagaban los deseos. Su mujer necesitaba que un macho la poseyera, por lo menos tres veces a la semana. Nelson Moreno se encargó de satisfacerla durante mucho tiempo. Edmundo no se inmutó siquiera pues tenía la herramienta oxidada. Un día Edmundo amaneció muerto. Al principio quisieron echarle la culpa a Nelson Moreno, pues todos sabían que era el amante de Amanda. Muchos pensaron que lo pudo haber matado para quedarse con los bienes, pero cuáles bienes, Edmundo no tenía sino un manual de ortografía y redacción sucio. Edmundo se había envenenado con arsénico, pues de tanto echar lima destruyó la obra poética que había escrito durante toda su vida.