Esa ansiedad de encontrar
una forma volátil
que se acomode a tu alma...
Esa mirada perdida en unos ojos
que te hablan de un pasado
escondido entre nubes negras...
Esa prisión de un alma
que necesita existir,
acunada entre mis brazos, tal vez...
Esa nostalgia brillando
en una oscura agonía
de secretos y reproches...
Ese sin sentido de una ternura
tan cercana y escondida,
sufriendo en silencio...
Ese amor que se extiende
como un cáncer maligno,
incurable y amargamente delicioso.
Y todo va avanzando
por ese insondable sendero
por el que se me permite
vagabundear, a veces...
Tu protección, mi protección...,
el escudo de un miedo
siempre latiendo en mi interior,
tal vez en tu interior...
Y conscientemente o no,
el camino se alarga,
se endurece y serpentea...
Y si existiese ese atajo...
¿nos llevaría al destino
que ambas buscamos...?
El dulce sufrimiento de la espera,
el tierno aroma de la complicidad,
y el irresistible miedo al rechazo...
Sólo es eso...
Ese miedo al silencio, tan incómodo,
cuando la ternura no encuentra
su ansiada y exaltada bienvenida.
El mundo nos enseña a escondernos
pero nuestras almas necesitan ser libres,
tan intensamente como para
poder olvidar que no lo son...,
tan exaltadamente como para ignorar
que todo puede ser una mentira,
una alucinación en ese desierto interminable,
con la obsesiva sensación
de vivir sedienta de amor,
de confianza, de paz interior...
Y todo se reduce a innumerables apuestas:
GANAS O PIERDES...
Cuando ganas siempre pierdes algo
y cuando pierdes, siempre ganas algo,
aunque sólo sea la satisfacción
de seguir viviendo sin perder la fe...
(14/03/00) |