Edmundo, tuvo un sueño en el que no era él, sino su hermana llamada Amanda. Al principio le dio miedo, pero mientras el sueño avanzaba, se sintió mejor. No era para menos, Amanda era una gran empresaria y el un pobre vendedor de chucherías. Al amanecer se levantó a colar café. Después hizo el desayuno y se dirigió a la iglesia, pues le gustaba asistir a la eucaristía de las seis de la mañana.
Se puso falda negra y chaqueta blanca, tacones y medias de seda. En el camino se encontró con un hombre musculoso, quién la abrazó fuerte y la besó con mucha pasión. Ante la delicia de esos besos, se sintió en el cielo. Ese hombre le pidió que se casará con él, ella aceptó. La boda se desarrolló sin inconvenientes, hubo fiesta y comilona. Cuándo todos se fueron, el hombre musculoso la llevó a sus aposentos. Cuando la iba a poseer, Edmundo volvió a soñar que era él. Ya no hubo nada qué hacer, el musculoso lo poseyó con toda la pasión. A Edmundo le gustó que un hombre lo haya poseído por primera vez.