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En el mar.

Desde hace muchos años, un pequeño pueblo vive de la pesca, un grupo de familias tienen el sustento asegurado gracias a sus valientes pescadores que siguen la tradición de generación en generación.
Una noche como tantas, el capitán reúne a sus compañeros diciéndoles que sabe que existe un lugar bastante alejado de la costa donde es posible recoger todo tipo de peces, grandes y chicos que lo único que deben hacer es alejarse un poco más, mar adentro, muy cerca de un islote deshabitado y allí tirar sus redes.
Avisaron a sus familias que quizá esa noche no regresarían, pero que no se preocuparan, sólo iban a llegar un poco más lejos y por eso demorarían más de lo acostumbrado.
El capitán era un hombre acostumbrado a la pesca, su padre y su abuelo lo fueron y los otros hombres le tenían mucha confianza, por muchos años navegaron juntos.
Luego de algunas horas, el barco pesquero con doce hombres a bordo estaba repleto, los hombres festejaban tanta pesca y al ver que ya no entraban más peces, decidieron levantar y guardar sus redes. Dieron por terminada la pesca y se dedicaron a beber algo y a comer las ricas empanadas que sus esposas, madres o hijas les habían preparado para llevar.
Estos hombres eran de todas las edades, aunque uno de ellos era quizá muy joven todavía, pero al tener que mantener a su madre, debido al fallecimiento de su padre, decidió seguir sus pasos y el capitán lo llevó con él.
De pronto ese mismo muchacho vio saltar algo por encima del pesquero y tal fue el susto que se puso a gritar y a decir cosas incoherentes tales como que una sirena era lo que había saltado sobre el barco.
De más está decir que aquello fue un verdadero espectáculo, durante mucho rato se burlaron del pobre chico hasta que de pronto volvió a suceder lo que el muchacho había visto, pero esta vez estaban todos juntos y ahora nadie se burlaba, lo que todos vieron los dejó completamente mudos, una sirena como la de los cuentos infantiles saltó tan alto que al caer al agua se la pudo ver perfectamente.
Ahora el que habló fue el capitán diciéndoles que debían volver, que aquellos lugares no les pertenecían y que jamás volverían allí.
Algunos no estaban de acuerdo, la sirena era mitad mujer y de una belleza tal que muchos quedaron enamorados, pero a pesar de todo siguieron el consejo del capitán que mientras volvían los reunió a todo y les dijo que tenía que contarles algo que jamás pensó que haría debido a que él nunca lo creyó y era lo siguiente…
–––Cuando era chico, mi padre y mi abuelo muchas veces me llevaron con ellos cuando iban a pescar sobre todo cuando cumplí los doce años, que según mi padre ya tenía edad suficiente para aprender el oficio de la pesca. Solían contarme anécdotas increíbles, las cuales supuse que eran inventadas y no les di mucha importancia, a esa edad se piensa que los mayores no sabemos nada. Cierta vez mi padre me contó que iba con mi abuelo y nadie más y sin querer, al ser una noche de verano muy calurosa, se alejaron más de la cuenta cuando de pronto una enorme sirena de cabellos dorados y ojos color de fuego hizo lo mismo que lo que acabamos de ver nosotros y decidieron seguirla cuando de pronto se vieron rodeados de hombres, tan fuertes que flotaban en el agua y que el susto los dejó sin habla, hasta que uno de ellos les habló diciéndoles que así como las sirenas que habían visto, ellos eran igual, mitad hombre y mitad pez, pero que no eran asesinos, que si alguna vez algún hombre desapareció no era culpa de ellos, es que las sirenas eran las madres de sus hijos y al verlos amenazados por aquellos hombres los mataban, pero que no se asustaran, qué sólo les pedían que se alejaran y que no profanaran su mundo en el mar, que los dejarían irse con la condición de que jamás volvieran. De más está decir que ahora que he comprobado que todo lo que mi padre decía era cierto, le pido perdón por haber dudado no sólo de él sino de mi abuelo y quiero que me prometan que jamás van a volver y si alguno de los pescadores se lo proponen, inventen alguna escusa, pero no divulguen el secreto porque, así como nosotros y el resto de los seres vivos queremos vivir, ellos también. A la mañana siguiente, al llegar nuestras mujeres estaban esperándonos, esa mañana estábamos tan callados que una de ellas dijo…
–––¿Qué pasa con ustedes, acaso vieron una sirena?
Esto hizo reír a todos, pero aquello fue el principio de un secreto que espero no sea divulgado, todos comprendimos el valor de la vida de todos los seres y creo que más de uno volvió siendo un verdadero hombre.
Omenia.
6/7/2024

Texto agregado el 07-07-2024, y leído por 90 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
09-07-2024 Apoyo lo que comenta Sendero. Sin duda sería un mundo mejor si lo practicásemos. Me gustó tu cuento. Saludos sheisan
08-07-2024 Me gustó este cuento y su moraleja. Saludos Ome. vaya_vaya_las_palabras
08-07-2024 El respeto a todas las formas de vida debe de ser una ley para los hombres. Abrazo grande. sendero
08-07-2024 Es que el mar guarda maravillosos misterios. Hay cantidad de leyendas fascinantes al respecto. Me encantó Ome. Besitos. MujerDiosa_siempre
 
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