Cosas de la vida.
No lo vi venir, pero las crueles manos del destino, allí estaban, a punto de arrebatarme lo que más quería y no supe detenerlas.
Años juntos y de pronto, la tristeza ensombreció su semblante y mis pensamientos volaron como palomas que perdieron su rumbo y no saben qué camino tomar.
Cada día lo notaba más distante, sus salidas, sus llegadas tarde sin motivo, todo estaba tan claro para mí y nada pude hacer, sabía que se iría sin saber el verdadero por qué de aquél alejamiento.
Traté de seguirlo, pero todo fue inútil, él siempre fue el más inteligente de los dos y más de una vez me di cuenta de que me veía, aunque me escondiera y cambiaba de rumbo.
Así durante meses y a pesar de mis preguntas, no obtenía más que las mismas respuestas, nada ocurría, me decía, que eran imaginaciones mías, hasta que llegó el día que al volver a casa después del trabajo, no estaban sus cosas y supe que lo había perdido.
Al principio lloré mucho al imaginar mi vida sin él, pero luego me di cuenta de que quizá la otra mujer, la que había ganado la batalla contra mí, lo quería más que yo o le daría tal vez algo que yo no podría darle y así fue pasando el tiempo y me fui acostumbrando a la idea de no tenerlo conmigo hasta que un día cuando bajé al sótano a limpiar, vi el baúl que no se había llevado y tuve que abrirlo, aunque aún las heridas que causaron su partida no se habían cerrado quería ver el contenido que antes nunca había visto debido a que era de él y no solía revisar sus pertenencias, lo quería y le tenía confianza, pero en ese momento todo había cambiado, pudo más mi curiosidad y lo abrí.
Jamás imaginé lo que encontraría dentro de su viejo baúl, una carta dirigida a mí. Con manos temblorosas la abrí, fueron tantas las cosas que imaginé que me diría que hasta lo tildé de cobarde sin haberla leído pensando en una disculpa por haberse ido sin siquiera despedirse, pero nada de lo que hubiera pensado correspondía a la realidad.
Carta de Miguel a Magdalena su amada esposa.
Mi querida Magda, sé que desde hace muchos meses mi comportamiento hacia ti fue cambiando y no sabes el dolor que siento este momento al escribirte, sabiendo que tengo que marcharme, no pude decirte el motivo, no puedo imaginar el dolor que sentirías al enterarte por eso te dejé creer que ya no te quería y así sufrirías menos. Estoy seguro que el día que encuentres esta carta vas a saber que jamás dejé de amarte, que siempre fuiste el verdadero amor y es por eso que preferí irme a verte sufrir. Quiero que sepas que cuando llegaba tarde a casa no era por estar con otra mujer, que muchas veces te vi cuando me seguías y cambiaba el camino para que no te enteraras del lugar a dónde iba, pero ahora ha llegado el momento de confesarte todo, durante algún tiempo las cosas en el banco fueron de mal en peor, tomé dinero que pensaba devolver, pero nada salió como lo pensé, no pude hacerlo y tenía que conseguirlo de algún modo.
Lo malo es que para eso me involucré con gente indeseable y pensando que la venganza por no poder pagar caería sobre ti es que me voy, la casa a donde me dirigía era la de un prestamista sin escrúpulos que me tiene amenazado, lo bueno es que no te conoce, sólo sabe que trabajo en el banco, cree que vivo solo en una dirección que le di y que es una casa abandonada.
Ayer fue al banco y me volvió a amenazar. No quiero que sufras más por mí, equivoqué el camino, ahora tengo que pagar por mi error, en este momento voy a entregarme a las autoridades, por favor, no me busques no soy quién creíste conocer, la vida me cambió, dejé que todo se desmoronara por dinero, sólo quiero decirte que seas feliz y te olvides de mí, te lo mereces.
Al leer aquella carta no podría explicar lo que sentí, estaba tan equivocada que me odié a mí misma mis pensamientos parecían el de una loca, llanto lágrimas y tantas cosas juntas casi me enloquecen al cerrar la carta y guardarla en mi pecho.
Entonces tomé una decisión, iría a la cárcel a comprobarlo todo y le diría que nunca había dejado de amarlo y que lo esperaría.
Al llegar me recibió el comisario encargado y luego de mostrarle la carta me miró con tanta ternura que en el momento no pude entender, pero que más tarde lo supe cuando me mostró un informe donde decía que lo lamentaba mucho, pero que Miguel se había quitado la vida…
No pude seguir allí, mi rumbo es incierto, mi vida se transformó a tal punto que con mi sufrimiento a cuestas debo elegir entre la vida o la muerte, pero en este caso, a pesar del dolor que siento dejaré de ser cobarde, creo que mi vida aún puede tener sentido…
Omenia.
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