Amigo esta es la mía. Y la tuya es otra. Pero lo triste para ti, es qué te surtes de mis defectos para mostrar tus ‘virtudes’. Y en grado superlativo, lo peor es que nadie gana. Sin embargo, hay una gran tristeza envuelta en el juego: Qué sé da cuando perjudicamos a alguien con nuestro desperdicio.

Sin embargo, me consuela lo que en música solo lo premia la inocencia. Porque ahí vale poco lo qué eres y menos lo qué piensas tú de ti. Ya que ligar tus notas frente a mi creencia de qué picándolas(las notas) sé oyen mejor, siempre lo aprueba quién no es músico. Aunque lo que suena divino, es porque lo es.

Más, escribir siempre será poner una palabra a continuación de la otra. Y lo posible es dar lo qué sé tiene. ¡Sí sé tiene! Y en ese estrecho espacio, prima la visión nuestra de los componentes de la conducta del ser humano. Algo tan rico en egoísmo y tan pobre en desinterés. Y ambos, a la vez, enemigos acérrimos del buen carácter.

Finalmente, amigo mío, ¡Tenemos diferentes estilos de perder el tiempo!