El juego constaba de escribir 6 oraciones y con ellas armar un cuento.
Oración 1: Booocaa cumple
Oración 2: Nadie salió a despedirme cuando me “jui” de la estancia, solamente el ovejero un “peyo”
Oración 3: De donde viene el sabor de los huevos de pascuas? Es una buena excusa para comer chocolate?
Oración 4: Con la humedad la neurona esta achicharrada
Oración 5: Si tuviera que hacer una pregunta, ¿Por qué lees lo que lees?
Oración 6: Ña, lo sensual es invisible a los ojos.

Cuento:
- Nadie salió a despedirme cuando me “jui” de la estancia, solamente el ovejero un “peyo”. Decía Soilo afligido.
Él hablaba solo o más bien era de hablar con los animales. Juan Martinez, apodado Soilo, era el casero de un campo de San miguel del Monte. Solo se encargaba de mantener su huerta, sus animales y de cuidar la estancia del señor Dominguez. Su trabajo era fácil y complejo a la vez, pero él se crio en el campo y estaba acostumbrado a la soledad. Ña, lo sensual es invisible a los ojos, era su frase preferida. La usaba para todo. Cuando veía juguetear a un hornero que hacia su nido en el palenque o una oveja correr a una liebre o cuando los caballos, luego de una jornada de trabajo, se desparramaban por la tierra para librarse de la sudoración.
Ese día. Soilo se despedía de la estancia. La humedad llegaba al 1000%, como también sus ojos llorosos, mostraban una humedad por dentro, difícil de disimular. Con la humedad la neurona esta achicharrada. No podía pensar. Por suerte para él, seguía teniendo sus otros sentidos. Boocaa Cumple. Un grito araucano salió de su garganta mientras saboreaba un huevo de pascua sabor chocolate. También con el fin de ponerse firme nuevamente y no mostrarse triste.
- ¿De donde viene el sabor de los huevos de pascuas? ¿Es una buena excusa para comer chocolate?- Le preguntaba Santiago, su nieto de apenas 6 años, como para romper el hielo.
- De la Boca. Sentí. Saborea. Boca cumple- respondía Soilo disimulando una sonrisa difícil de esconder.
- El chocolate es rico y sabroso. Siempre es buena excusa para comerlo.- Siguió con su respuesta, mientras su nieto lo miraba fijamente con su boina al costado y sus bombachas color beige. El porte de campo lo tenía y además iba a la escuela, su cuenta pendiente.
Ese día Soilo se despedía del campo del Sr Dominguez, su patrón por más de 20 años. Ese día, jubilación de por medio y una enfermedad que lo traía a mal traer que le imposibilitaba su trabajo, se iba a vivir con su hijo, en el pueblo y cerca del hospital, para poder seguir el tratamiento.
El auto estaba cargado. Su casa vacía. Un dolor en el corazón y en el alma por el tener que abandonar su trabajo, su vida. Aunque tuviera 80 años y una enfermedad que le impedía continuar, es difícil aceptar y decir adiós.
Soilo miraba de reojo mientras le entregaba la llave al sr Dominguez y se metió en el asiento delantero de un Renault 12. Su hijo Luis, puso primera y Santiago, iba en el asiento de atrás, tapado por un par de cajas. Luis puso la radio.
- Si tuviera que hacer una pregunta, ¿porque lees lo que lees?.- preguntaba el conductor del programa
- Para seguir viviendo.- respondió Soilo.