Todo empezó la noche en que se dio cuenta que nada era como lo había imaginado. Así, de repente se dio cuenta que todo lo que había creído creer se había desvanecido y ahí, enfrentando su realidad en un cuarto oscuro sintiendo una mezcla de tristeza, desesperación y soledad empezó a comprender la situación en la cual se encontraba: “Total y absoluta Incertidumbre”.
¿Qué hacer o no hacer? ¿Qué decir o no decir? No podía mover un solo musculo, no podía pensar o decidir, incluso respirar era difícil, una fuerza invisible dominaba todo su ser. Es más, no había espacio para el “ser”, los instintos más básicos estaban activos y a pesar que no había un peligro mortal, se sentía como si alguien o algo estuviera a punto de hacerle mucho daño.
¿Pedir ayuda? Pero a quien…, ¿Amigos, familia, Dios? No había nadie, nada o algo que fuera capaz de solucionar este problema. El primer pensamiento que se asomo a su cabeza desecha fue: ¿Por qué a mí? Lo cual agravo la situación. ¿Por qué a mí? Seguía repitiendo una y otra vez mientras miraba al piso y lagrimas se acercaban a su rostro.
Cayendo de rodillas, con lágrimas en los ojos solo lograba sentir como sus emociones aumentaban de manera exponencial, destruyendo cada pedazo de su ser. Una pequeña gran tortura que deshacía su alma de a poco, haciendo que la tierra se sintiera como el infierno, una victima de la gran injusticia de la vida. De una vida insufrible que estaba diseñada solo para sufrir.
Y ahí en medio de esta marejada de sufrimiento exclamó: ¡¿POR QUÉ?! ¡Porque mi café esta frio!
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