Inicio / Cuenteros Locales / sendero / Paco
Cuando escuchaba mis pasos, gritaba «¡Ya llegaste!». Subía y subía hasta llegar a mi hombro. En mi oído, chasqueaba tres veces; esos eran sus besitos.
Era tan pequeño que el zarpazo de cualquier gato sería mortal. Por la noche, lo colocábamos en una jaulita y se metía gritando «¡A dormir, a dormir!».
Una noche llegué y me extrañó no escuchar su grito. Lo encontré con vida en el regazo de mi mujer. Se estaba muriendo.
Vi cómo se abrieron sus pupilas cuando escuchó mi voz. Allí conocí la impotencia. Lo cubrí en mi mano y corrí hacia el automóvil. «¿¡Dónde vas!?» «A buscar un veterinario».
Su gemido me detuvo. Paco, el pequeño periquito, ya no gritaría «¡Ya llegaste!».
Un dolor me torció el cuello y salí al patio a envolver mi noche con la noche. |
Texto agregado el 14-06-2024, y leído por 123
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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16-06-2024 |
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Una vez tuve un loro barranquero, nunca habló y se terminó escapando. Ahora ya no me gustan los pájaros salvo las golondrinas. Tu texto me llevó a otros tiempos, Rubén, y te agradezco. Abrazo grande. Cavalieri |
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15-06-2024 |
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Suben el borrador. De por sí no saben escribir y todavía se atreven a subir los borradores. eRRe |
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15-06-2024 |
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¿Cuál es la función de la última oración? guy |
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14-06-2024 |
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Y ese perico tenía un compañerito que se llamaba Mario. Y otra cotorrita amarilla que le decían, Pao. eRRe |
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14-06-2024 |
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Al igual que a vos también pase por eso. Un abrazo. Tete |
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