Inicio / Cuenteros Locales / nelsonmore / La ambición le nubló los ojos
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Peleaba por una coma mal puesta y por un punto dónde no debería ir. Nada le gustaba; era como el anciano inapetente, al que le sirven las frutas más deliciosas y pide tan sólo una sopa de letras. Después de tomarla se muere y todos lloran en el velorio. Llora también el que echó veneno en la sopa. En la soledad de su alcoba dio lectura al testamento del viejo y también se envenenó, pues antes de envenenarlo no leyó bien. En el testamento decía: "A Edmundo le dejo todos mis bienes que tengan deudas; al estado mis bienes libres de deudas". |
Texto agregado el 12-06-2024, y leído por 161 visitantes. (4 votos)
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