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Quizá aún debamos esperar.

Entre Salto y Paysandú, en Uruguay, existe una estancia cuyo nombre no diré, pero que es muy conocida por todos y cuando digo todos no me refiero simplemente a los lugareños, no, lo digo porque trascendió fronteras y ha sido visitada hasta por uno de aquellos hombres que fue a la Luna debido a sucesos extraordinarios que allí suceden y que muchas veces no tienen explicación.
No es mi intención relatarles lo que allí sucedió ni sucede actualmente, pero si contarles lo que me pasó a mí una noche que como tantas hermosas noches de luna llena y estrellas tan brillantes que son la envidia de los citadinos, recorría los campos linderos a la estancia debido a la paz que allí se sentía y también debido a la curiosidad que todo ser humano tiene sabiéndose en un lugar tan místico como aquel. Me encontraba solo, como digo, aquella noche cuando de pronto algo cruzó el firmamento tan rápido que apenas tuve tiempo de levantar la vista y lo que vi fue algo casi irreal, aquello parecía un avión, pero no tenía la forma clásica de uno, sino que era algo alargado y tan brillante que tuve que ponerme lentes oscuros para no quedar ciego. No tuve miedo, pero si mucha precaución, los años no solo nos trae vejez, quiero creer que un poco de sabiduría viene con ella.
Me escondí cerca de la gruta del Padre Pío que está ubicada frente a la estancia, lugar donde la gente suele llevarle al santo, algunos recuerdos de agradecimiento por favores concedidos por éste y allí estuve tirado en el piso entre unas piedras y donde suponía que nadie podía verme cuando de pronto a unos cincuenta metros del lugar, un aparato bastante más grande que lo que yo creía era un avión, totalmente plateado y lleno por donde se lo mirara, de luces de colores muy brillantes aterrizó y con mis binoculares que siempre me acompañan en mis recorridos, pude distinguir figuras, no diré que eran humanas, pero algo semejantes si, que bajaban de la nave.
Aquellos seres eran cuatro ni grandes ni pequeños, pero diferentes al ser humano. Sabía que desde mi posición no me veían, pero en realidad eso era lo que yo creía ya que en menos de un segundo me vi rodeado por aquellos seres que no me hablaban, pero que de alguna manera se comunicaban conmigo mentalmente.
Al principio mis piernas temblaban tanto que no recuerdo cómo me mantuve en pie, pero mi orgullo fue más poderoso que mi cerebro y traté de escuchar en mi mente lo que tenían para decirme. Los seres no parecían querer atacarme, por el contrario, podía, al leer sus mentes sentir que me estaban protegiendo al decirme que me fuera lo más pronto posible y que no volviera ya que mi vida corría peligro.
En ese momento quise saber quiénes eran y de dónde venían, pero uno de ellos se me acercó, me miró con ojos alargados y muy grandes y lo comprendí, debía irme y no comentar lo sucedido con nadie. De esto pasaron algunos años, no dejé de ir a mis paseos por el lugar hasta que hace muy poco tiempo lo ocurrido anteriormente, volvió a suceder, pero esta vez uno solo de aquellos seres era el que estaba a mi lado.
Pensé que esta vez tendría que saber algo más y me animé a preguntarle qué estaba haciendo tan lejos de su planeta, que me gustaría conocer y obtuve una respuesta inesperada en mi mente.
El extraño ser me dijo que efectivamente ellos venían de un planeta muy lejano y que sabía que a mí me gustaría conocer y que él podía llevarme.
Cuando sentí eso le pedí que lo hiciera, pero la respuesta de él no fue la que quería oír.
Aquel ser que jamás olvidaré me dijo simplemente que hacía muchos años que nos visitaban, que nos estudiaban y que no iba a llevarme por el simple hecho de que debido a que todos los seres humanos y no humanos habíamos sido creados por la misma mano, en su mundo, los seres tenían los mismos defectos que los humanos, el amor y el odio estaban también en ellos y así como los terrícolas que los descubrieran eran hombres buenos, los recibirían con buenas intenciones, si esos mismos hombres fueran malas personas quizá los matarían, así podría sucederme a mí, por eso no puedo llevarlo me dijo, igual que acá y que en todo el universo, el bien y el mal van de la mano.
De pronto lo comprendí, aún visito esos lugares, pero, aunque sé que están, ya no quiero que me lleven, soy terrícola y este es mi planeta lo demás llegará, quizá con el tiempo cuando el hombre haya aprendido a vivir en armonía con sus vecinos o nos lleve a la destrucción total.
Omenia
8/6/2024

Texto agregado el 11-06-2024, y leído por 77 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-06-2024 Un relato lleno de imaginación y al mismo tiempo de desesperanza. Hay que esperar. Muy bien, Ome. maparo55
12-06-2024 Con toda seguridad, aún debemos esperar, mi querida Ome. MujerDiosa_siempre
12-06-2024 ¡Qué gran pena! Entonces, no hay esperanza alguna. Te felicito. peco
11-06-2024 Como andan las cosas Ome, sería venturoso que sobrevivieramos. Ya ves no perdemos la oportunidad de hacernos harakiri. Abrazo amiga. sendero
 
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