Somos observadores, somos resultado de nuestro entorno al cual buscamos afanosamente adaptarnos, somos una especie con capacidad de metamorfosis basada en la imitación. Cuando logramos pasar suficiente tiempo en un grupo nos transformamos en él. De manera sorprendente inicia un proceso en el que nuestro mundo se deforma para convertirse en este nuevo ideal que tanto queremos ser. Y entre más tiempo adoptamos una forma más nos influye. Imagínese tomar todas las interacciones que hemos tenido en nuestros grupos sociales y las extendemos sobre un papel organizándose desde la de mayor exposición a la de menor exposición. Veríamos como una especie de código de barras conformado por unas primeras franjas más gruesas probablemente por personas como nuestros padres con los cuales hemos tenido suficiente tiempo para imitar, y siguiendo con franjas cada vez más delgadas que corresponden a metamorfosis rápidas y por ende descuidadas y de baja fidelidad, con sujetos que apenas podemos copiar. Queremos a toda costa no ser nosotros.

Somos camaleones desbocados conformados por un código de barras cada vez más uniforme.