Inicio / Cuenteros Locales / Rubeno / La creación del mundo
El mundo, parecía, estaba por acabarse.
Todo había estado tranquilo en los mares, con sus regiones de calma y de tempestades. Pero en ese momento se desató un caos generalizado como si todos los naufragios se hubieran reunido a la vez en todos los rincones del mar y se hubieran confabulado todas las aguas formando olas gigantescas que arrasaban costas, que desolaban cuanto estaba a su alcance.
La devastación era tan terrible como bella. Una luz nítida y potente atravesaba las crestas de las altas olas y creaba las transparencias con las que sueñan los poetas que no conocen el mar. El azul se iba transformando en un gris de cataclismo y los marinos se dejaban morir hipnotizados por el espectáculo del mar embravecido.
El desbarajuste del mundo no se circunscribía a los océanos. Las tierras también habían enloquecido en ese momento y terremotos pavorosos sacudían sin piedad todos los rincones del mundo. Cadenas enteras de montañas desaparecían y volvían a ser creadas con un estruendo primigenio y del subsuelo manaban torrentes incontenibles de rocas ígneas que ardían y eran despedidas hacia el cielo con la magnificencia de lo que está siendo creado.
Un estropicio cósmico y súbito hizo que las constelaciones desaparecerán en un abrir y cerrar de ojos. Y nuevas estrellas, nuevos soles con una luz de belleza transparente, alumbraban los estragos donde todo lo portentoso acababa de nacer.
No quedó nada de un mundo demasiado viejo que ya nadie recordaría. Y construido sobre el sufrimiento de un universo en sus estertores, otro nuevo mucho más bello empezó a existir.
Todo ocurrió en un segundo. En un instante perfecto.
Todo ocurrió cuando sus miradas se encontraron por vez primera.
Se dejaron arrastrar, entonces, por un amor desbocado y temerario que los había estado esperando desde el momento mismo en que habían nacido… |
Texto agregado el 02-06-2024, y leído por 69
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