A propósito de los adelantos de la vida artificial, sugiero algo qué podría ser, al menos, ‘simpático’. Pero debo partir de lo que habrá, qué no es utópico ni está tan lejos. Y me apoyo en un razonamiento tétrico: Qué es que en cien años, los miles de millones de habitantes del planeta de hoy, estaremos muertos.
Entonces, si miramos hacia el pasado y llegando al primer ser humano, aparece una incógnita: el número de años transcurrido desde tal acontecimiento. Tiempo que sí lo partimos en segmentos de cien años terrenales, daría una cifra qué cada vez es menor. Pero qué multiplicada por ese gigantesco monto de años, no podríamos ni siquiera imaginar la cantidad de seres humanos ya extintos.
Y sí a lo dicho, le añadimos el efecto del flotante polvo qué sé asienta sobre la superficie, aparecería la dimensión de la tapa que va ocultando todo lo superficial. Cosa que ocurre aunque el diámetro del globo permanezca igual. Por lo que podría decirse que es una reposición perenne de su contorno. Pero que es más lenta sobre lo que es agua, árboles y hielo.
Más, la idea para los cibernéticos consiste y sé basa en que pronto(ya lo están haciendo), sé podrá hablar como otro, vestirse, caminar, trabajar, cantar, manejar, componer, escribir y hasta embarazar sin lo que le debe preceder: la maravilla del amar. Y la idea propuesta, sería regresar a la vida a los seres humanos qué vivieron desde el primer día de la existencia humana.
Y de paso comprobar sí al egoísmo lo podría curar el algoritmo. Entonces, daría gran placer ver llegar a los de abajo, al lugar adónde hoy estamos nosotros. ¡Sólo qué a esa acción, la podría obstaculizar otra: el retorno de los que lleguen de arriba!
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