Poema
Hasta la muerte aprendiz
Desde muy niño me hice de generosos amigos:
los números, el abecedario y buenos maestros.
Me dibujaron letras, palabras, sumas y restas,
me pintaron paisajes del mundo,
me contaron la historia del hombre,
y lo más importante
me inculcaron el deseo de aprender.
Y la vida me fue mostrando
que el camino del saber es largo;
se hace corto el tiempo
y el conocimiento cada día es más extenso,
haciendo lógico lo ilógico, al igual que lo contrario.
¡Hay tanto que aprender!
Por eso y todo lo aquí expuesto,
considerando además que la vida es tan corta
y el tiempo avanza a un ritmo apremiante,
sólo me queda apurado decir:
que aunque viva cien años de loca lucidez
a la muerte alcanzaré, sólo siendo aprendiz.
herramientas
P.S. —Resumiendo: los números me dieron el pan y el vino para el camino, mientras las letras me daban motivos para soñar y buscar más allá del ábaco y el abecedario.
Aunque hoy sería más lógico decir; el teclado alfanumérico, como apéndice de la computadora actual, por un lado con su parte numérica me da las herramientas necesarias para vivir, mientras que con su parte alfabética me da motivos para soñar, viajar, abrazar la amistad y además me impele a no dejar de buscar la verdad.
Incluido en el libro: La espiral del viento.
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