EL MASCURRIAS
Dos casas abajo de la familia Ojeda Gómez, por la calle 5B, frente a la escuela de niñas, por allá en la década de los 80, vivía la familia “Mascurrias”, es decir, don Esteban y doña María, con José que tenía ciertas desviaciones mentales y otro hermano que trabajaba en Bogotá y, periódicamente bajaba al pueblo, a Socotá, a visitar a la familia.
Don esteban, era el barrendero del pueblo, muy juicioso en su trabajo, los lunes, madrugaba, hacia las cuatro de la mañana a barrer el pueblo, sobre todo, la plaza de mercado.
El mercado se desarrollaba en el parque principal Jorge Eliecer Gaitán, allí cerca de la mata de Oticón, en la parte de arriba, frente al IDEMA, se ubicaban los vendedores de papa, frijol, arveja, cebada, haba y demás productos de tierra fría; debajo de la mata estaba, la romana, los puestos de gaseosa, cerveza y masato, con mogollas, pan roscones y cucas. En este sector también se ubicaban los culebreros, vendiendo sus productos, en especial el señor Camargo que, en su vehículo 350, colocaba una serie de muñecos que hablaban y vendían un poco de aguas, para curar las enfermedades.
Frente a la iglesia, estaban los vendedores de frutas dentro del parque, naranjas, aguacates, granadas, plátanos, chirimoyas, cóngolos y todos los productos de tierra caliente, traídos de Chusvitá, San Igmidio y Guaquirá, al igual que, las verduras y otros productos, con los que se hacía trueque, con los de la tierra paramuna.
Cerca al edificio de la alcaldía, en la cancha de baloncesto, se instalaban, los comerciantes de ropa, con sus toldos blancos, y en la parte de abajo, cerca al guarrús, se encontraban, los vendedores de zapatos de caucho, botas pantaneras, sombreros, cachuchas, y alrededor del parque, al lado de los camiones, estaban los chucheros, es decir, los vendedores de agujas, cáñamo, fósforos, navajas y artículos de mano.
En la tarde del domingo, cuando ya se habían hecho las transacciones comerciales, los oferentes y demandantes, se dedicaban a echarse una pola, Costeña o Bavaria,
y por supuesto, todo este transcurrir del día de mercado, dejaba mucha basura.
Cuando estaba pequeño de unos siete años, para llegar o salir de la casa, se encontraba obligatoriamente, con José, y este en son de juego me asustaba, siempre estaba tendido frete a su casa, con una ruana, un talego y un palo, y cuando uno pasaba, o cualquier persona, empezaba a decir groserías y otras palabras no entendibles, manoteando y haciendo gestos que uno de pequeño se asustaba.
Como él viajaba, por los pueblos a pie, una vez me lo encontré en Tunja, cerca de la terminal antigua de transportes y me saludo muy cordial, “paisano que alegría verlo” y entablamos conversación, de tal manera que lo invite a almorzar en el andén, porque los del restaurante no lo dejaron entrar, porque corría a los clientes.
Me lo encontré unas cuatro veces, y cordialmente nos saludábamos, y yo como estudiante, le daba para la gaseosa.
En unas vacaciones llegue al pueblo y me lo encontré, y fui a saludarlo, emocionado, porque en Tunja éramos amigos y, cuando me cerque a saludarlo, me dijo $#%&#$”!?%$ y me manoteaba y alegaba y golpeaba un palo y se alejó diciendo barbaridades.
No volví a saber nada de ellos, creí que todos habían muerto, pero vea la entrevista que vi, por las redes sociales, que le hicieron en Corrales, nos da sorpresas, apareció el “Mascurrias”, está bien, debe tener de sesenta y ocho años.
Hoy 26 de mayo de 2024, nuevamente apareció su noticia, el “Mascurrias”, había muerto en el hospital de la ciudad de Duitama en el departamento de Boyacá.
El alcalde de Socotá, reclamo su cuerpo y lo llevaron para el pueblo, su cuerpo permaneció un día en la funeraria local, mientras tanto en las redes sociales, su nombre fue desplegado por Facebook, Tiktok, whastApp, etc. Muchos no lo conocían, José del Carmen Sandoval Carreño, pero cuando decían que era el “Mascurrias”, todo el mundo empezó a escribir frases de condolencias y a recordar las vivencias y los sustos que les metía, cuando los correteaba.
Su entierro fue de primera, con misa acompañada por muchos socotenses, paisanos y amigos que, le conocieron en su andar por otros pueblos, ellos siguieron su misa de entierro por Facebook y otras plataformas; hasta el Gobernador de Boyacá le envió flores y en la misa de entierro leyeron las palabras de condolencia enviadas por el Gobernador.
Finalmente, en un carro de lujo fueron llevados sus restos al cementerio local. Buen viaje “Mascurrias”. Dios le bendiga.
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