Y aquí estoy otra vez,
joven y hermoso.
Sentado de pierna arriba,
arrogante e impetuoso.
Desafiando al frío.
Trasnochando las horas,
en espera del tiempo
y de su correr respetuoso.


Y aquí estoy otra vez,
joven y hermoso.
Dormido a los afectos.
Gastando la vida
con preocupaciones inútiles.
Sumergido en la confusión.
Esperando un segundo
de precaria satisfacción.


Caminar de pasos somnolientos.
Descubriendo veredas rotas
revestidas con antejardines
de basura colorida.
Y en una oscura esquina
de una calle perdida,
en la comuna de puente alto,
el eco de sonidos
de disparos lejanos
delatan violentos asaltos.


Huye en el pequeño corazón,
late la mirada que se aleja.
Se aventura para perderse
entre las tenues luces ajenas,
de postes abatidos,
inclinados sobre la tierra.


Cielo abierto de oscuridad cableada.
Decenas de cables desordenados
de comunicación extraviada.
Rings que quedaron silenciados.
Camino familiar y apartado.
Camino de llamadas al pasado.


Aventuras de borracheras
entre paisajes impresionistas.
Galería de pinturas improvisadas
sobre muros como lienzos
y planchas de zinc
que conservan su golpeado aliento.
Precaria seguridad
de improvisados muros
sostenidos contra del viento.