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Inicio / Cuenteros Locales / gpalm1990 / Bajoterra VII

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Esa misma noche Li la invitó a su sector. Llegaron primero a su departamento. Vivía sola en un pequeño departamento muy cerca de la Terminal. Li era estudiante de periodismo, y había llegado allí desde lejos, sus padres vivían en una colonia submarina, pero allí las universidades no tenían el mismo prestigio; así que sus padres le compraron un departamento en una buena colonia subterránea, cerca de una buena universidad y le daban una buena cantidad de dinero cada vez que podían. Sin embargo, Li no era ostentosa ni parecía querer demostrar su poder monetario, era muy sencilla, con excepción de su largo cabello negro.
El departamento a pesar de ser pequeño era bonito y lujoso. Tenía una de esas salas que escuchaban los pensamientos y se obedecían en automático los deseos de uno. Ella le sirvió un vaso de algo que ella no conocía, pero prefirió no preguntar para no parecer ignorante. Bebieron sin decir una palabra, contemplándose.
Salieron luego de unos minutos. Li le dijo que la quería llevar a un lugar, pero que para ello necesitaba vendarle los ojos, Alice solo asintió, le llamaba la atención, lo fácil que había aceptado, pero le gustaba su presencia y acepto. Entonces, Li le vendó los ojos y la llevo de la mano por varios túneles y bandas transportadoras, hasta que Alice escucho unas campanas, algunos sonidos cristalinos y luego, un golpe de aire cálido le llegó al rostro. Li le quitó la venda de los ojos y Alice descubrió que lo había llevado hasta un Bar. Había una gran cantidad de parejas bailando de manera frenética a un ritmo desnaturalizado de campanas y chirridos metálicos. Quizás fuese por su herencia genética primitiva, pero Alice odiaba la música popular contemporánea, le sonaba a puro ruido. No podía bailar, lo había intentado algunas veces, pero solo lograba enfurecerse al no entender esta “supuesta música” como ella misma decía. Ella la miraba como si estuviese esperando su respuesta, así que Alice fingió una sonrisa. –No sé bailar –Dijo, y miró con miedo la pista de baile, llena de parejas o tríos o grupos moviéndose como si tuvieran convulsiones al complejo ritmo del ruido –Descuida, yo te enseño. Pero primero vamos a beber algo – Dijo ella. Y la arrastró hasta una mesa. Bebieron largo rato, y la música seguía siendo igual. Alice tenía los oídos fastidiados, estaba ya bastante mareada por el alcohol, pero no podía dejar de seguir pensando en su acompañante. Ella le tomó del brazo y la hizo agacharse lo suficiente para comenzar a hablarle al oído, pero ella había dejado de escucharle, solo escuchaba la fastidiosa música. Cuando se dio cuenta estaba intentando bailar y ella sonría, perecía estar feliz. Pasaron varios minutos, y luego, quizás horas, la música seguía igual, pero ahora no había ni silencio entre campanazo y campanazo, y el chirrido y los cristales estaban más y más irritantes. Pero Alice ya estaba acostumbrándose. Li sonrío y sacó algo de entre su ropa. Una pequeña perla roja. Se la puso en la boca a Ghi y éste la tragó. El efecto fue inmediato. Si antes no dejaba de mirarla y pensar en ella, ahora no había nada más en universo conocido que necesitara atención. Luego, todo se hundió poco a poco en tinieblas. Cuando Alice recuperó la conciencia se encontraba en el departamento de Li. Estaba incómoda y le dolía todo el cuerpo. No había señal de la chica. Intentó levantarse y descubrió que estaba atada. Trató inútilmente de librarse, Nada. Pensó, y trató de recordar, pero su mente estaba en nublada totalmente. Pasaron unos minutos y luego apareció Li, con un vestido azul y sin maquillaje – ¿Estás cómoda? – le dijo con una terrible sonrisa. – ¿Qué demonios? ¿Estás loca? Suéltame –Ella río. Y se paseó frente a ella. – ¿Qué querías eh? ¿Qué buscabas en mí? Lo pude ver desde el elevador en la Terminal. Y bueno, pensé que sería la perfecta oportunidad de vengarme – Alice no entendía ni una palabra – ¿Vengarte de qué? Yo no te he hecho nada. – Oh, pero lo hubieras hecho. Lo sé. –Ella lo miraba como si supiera todos sus pensamientos, se sentó en el sofá, mirándolo de frente. –Estás loca – Alice buscaba la manera de soltarse, al parecer, la sala adivinadora, solo hacía caso de su dueña. –Quizás, quizás sí esté loca. Pero no tanto como ustedes. ¿Qué se creen? Llegando desde lejos y aprovechando todas nuestras cosas, abusando de los demás solo por ser más grandes y fuertes. – En sus ojos había un brillo demoniaco. Pero a Alice en vez de producirle miedo, la situación comenzaba a generarle adrenalina. Así que la chica quería pelear. – Pues, no sé a qué te refieres ¿A los abducidos? Te explique que mi padre fue uno, yo no. Mi madre tiene apellido numérico controlado, el de mi padre es generado, puedes comprobarlo. Además. Tienes cabello, eso indica que tienes ascendencia de algún abducido.
Ella la miraba sonriendo, como disfrutando cada bobería que salía de su boca – No entiendes. No, no. ¿Por qué ustedes se comportan de esa manera tan salvaje? – Alice se sintió ofendida – ¿Y no te parece salvaje amarrar a una mujer y tratar de torturarlo de ésta manera? – Parecía que eso si había llegado a molestarla. – Nada comparado con lo que cruza por tu mente –repuso, pero parecía que se había molestado. Se puso de pie y se le acercó, mucho. Se recargó sobre ella. Ahora sus rostros estaban muy cerca. – ¿En verdad te creíste todo eso? –dijo ella – Estás loca – Ella sonrío y entonces de verdad Alice sintió una mirada malévola. Le clavo los ojos, y sintió como penetraba en su cerebro, más profundo, hasta su mente y luego hasta su inconsciente, todo se nublo de pronto. No podía más, tenía que poseerla.
Sin saber cómo se levantó del sofá. Ella gritó del susto. – ¿Cómo hiciste eso? –Chillo la aterrada mujer – ¿Qué me diste? ¿Qué me hiciste? –intentaba decir Alice, pero en lugar de palabras parecía que estaba rugiendo. Dio un par de pasos y logró zafarse del amarre que tenía en las manos. En efecto, la sala había respondido a una orden de la chica, que ahora estaba con los ojos y la boca muy abiertos mirándola con horror. Ella intentó tomarla pero ella huyó – ¡No me toques! ¡Vete!. –gritaba Li, pero Alice ya no escuchaba, algo en su interior se había apoderado de ella. Al principio sentía un enorme interés hacia ella, pero poco a poco el deseo se transformó en odio, un odio terrible hacia Li, hacia ella, hacia la sociedad, hacia cada ser viviente. A lo largo de su vida, Alice había sido víctima de su buena voluntad, de su carisma y de su estupidez. Una gran cantidad de personas, habían hecho pedazos a Alice de una y mil maneras. Robándole dinero, cariño y demás. Y luego desechándola como basura. Tania había sido la única persona que parecía no pedirle nada a cambio. Sin embargo, todos los demás debían pagar. Alice reflexionaba esto y aquello, y luego despertó de sus reflexiones. Tenía mucho calor, estaba respirando con dificultad y estaba exhausta. Miro a su alrededor. Estaba aún en la sala de Li, de pie, y ella estaba allí frente a ella, tirada, aparentemente sin vida. Alice entró en pánico. La había asesinado y ni siquiera sabía cómo.
Tenía una lámpara esférica en la mano, y había sangre bajo la cabeza de ella, así que seguramente la había golpeado. Tiró la esfera al piso y retrocedió hasta dar con un sillón que la recibió de buena gana y se hundió en este. Su cerebro trabajaba velozmente. Tenía que salir de allí. Existían rumores de que si alguien cometía un crimen, se sabía inmediatamente y las autoridades reaccionarían en segundos, pero no había pasado nada hasta el momento. Alice no recordaba haber sabido de un crimen de tal magnitud como un asesinato. Al parecer, eran cosas que ya no sucedían.

Texto agregado el 27-05-2024, y leído por 43 visitantes. (0 votos)


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