CRISTO ES INMORTAL
(Segunda parte)

Gracias al polimorfismo de la raza humana tenemos una gran variedad genética en distintas sociedades. Más admirable es el hecho de que un Dios haya nacido de una simple mujer y de que la constitución de ésta no rechazara la célula inseminada. Las características entre razas me hacen pensar en todas las adaptabilidades por la que pasa un genoma humano para desarrollarse en nuestra atmósfera. Estos genes extra planetarios que han viajado por los confines del espacio, lógicamente que fueron muy diferentes y buscaron la forma para cohesionarse con el ovocito de la Virgen María.
Para que se formara el embrión que dio cuerpo a Cristo, se forzó al organismo de María a una compatibilidad entre compuestos de bases púricas y pirimidídicas o aminoácidos terrestres con extra planetarios, porque las dos cadenas polipéptidas formaban moléculas de proteínas distintas. Con esto quiero aclarar que los elementos radiactivos del polvo cósmico eran más intensos que los de María, por lo tanto la alta electronegatividad celular debió controlarse para que ella no tuviera un posible sangrado uterino.
Al reflexionar atiendo la realidad al pensar que la madre de Cristo debió padecer trastornos de salud durante su embarazo, la sustancia inoculada en su útero tenía propiedades químicas superiores y por citar algo pienso en la Enolasa del cromosoma 1 la cual interviene en la glucólisis, y por tanto exigiría un nivel energético mayor para una súper nutrición celular. En el mismo sentido aumentarían los riesgos para tener un embarazo diabético por la inestabilidad de la Amilasa pancreática. Para no extenderme en tantos padecimientos de salud sumo las fiebres y los dolores musculares.
Pensemos en unos genes súper desarrollados y otros poco desarrollados, pensemos en cada par de cromosomas que forman 46 y analicemos superficialmente la estructura nuclear del diploide nazareno. Un par de cromosomas de los 23, guarda información del padre y de la madre, lo que quiere decir que estos son como columnas con cajoneras y a estas cajoneras se les llama “Locus” donde se guardan los genes o las cadenas de aminoácidos o compuestos de bases púricas y pirimídicas o para escribirlo más claro las características hereditarias que son sustancias pertenecientes a los padres.
La maravilla de esta creación, como dije con anterioridad es la regeneración de órganos, por eso Cristo es inmortal, pero, ¿cuáles son estas células especializadas y como se formaron en el embrión?, esta es otra pregunta que necesita de una respuesta convincente. Para que exista una regeneración de órganos se debe controlar el proceso de la cicatrización que es lo que impide que una parte de nuestro organismo vuelva a tener su parte atrofiada en las condiciones normales. El control del sangrado por parte de las plaquetas y la destrucción de microorganismos infecciosos por parte de macrófagos aceleran la atrofia. Sin embargo para sobrevivir se necesita de estos mecanismos de defensa. En Cristo el proceso embrionario persiste de tal manera que tiene tanto en médula ósea como en sus órganos, células progenitoras satélites, que regeneran cualquier parte de su cuerpo. Además de tener sus otras sofisticadas como las células progenitoras hematopoyéticas las cuales diariamente renuevan sus células sanguíneas que interactúan con las progenitoras medulares y satélites para perpetuarlo en el tiempo.
Cuando murió en la cruz sus células satélites que se localizan en el cerebro restauraron las neuronas muertas y las Gliales que son el sostén del cerebro. La herida en el costado hecha por la punta de una lanza y que a travesó el hígado fue otro proceso de la ingeniería celular de su organismo al ser éste reparado satisfactoriamente.


Derechos de autor
© Luis Germán Pérez Marrugo
2024