¿Cómo hubiese sabido
que he sido feliz
si no hubiese padecido
amarga tristeza?
Nací parido para la razón
silenciado al llanto
y a la despreciada emoción.
Viajé en un destello luminoso
hacia la proyección soñada,
pero a mitad de camino
la luz se vio opacada.
Bajando de los Andes
con el corazón en la luna,
me tomó la depresión intermedia.
Se hizo herida, se hizo puna
y de la ansiosa ansiedad
cómplice y dueña.
Que más quisiera yo
llegar más temprano que tarde,
porque el camino
se hace eternamente interminable,
y la espera perturbadora distracción.
Juego perverso de la emoción.
Y hoy me consume
el deseo incontrolable
del suicidio social.
Morir a la vista
de los que no me ven.
Callar mi voz
a los que ya no me oyen.
Dejar de amar
a los que nunca me amaron.
Y olvidar a los que ya
me olvidaron.
Texto agregado el 20-05-2024, y leído por 62
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