La luz lateral sobre el pavimento está rodeada de silencio. Quedan los ladridos de perros como ecos de la tierra. La antes concurrida avenida es ahora une espacio lleno de sombras. Sube la calle hasta el filo de la montaña. Arriba en el bosque se multiplican los universos. El límite de ciudad de viste de niebla tomando aspecto de frío.

Solitario el hombre camina poseído por una tormenta. Pasos de acero, arrastrados unos ratos, otros ligeros, rápidos, desesperados. Enfoca en su pensamiento un calor lejano y cercano, se configuran las invisibles materialidades con extraños sentimientos infantiles. Una patrulla de policía es golpe de retorno a la realidad, una lejana culpa de rebeldía recorre el ya agitado río de la sangre. Sin embargo, no opaca la tormenta gigante que endurece las manos apretando lo imposible. Las cicatrices de las esquinas se hacen cómplices de frío del alma.

Ahora la calle baja hasta el fondo de la grande avenida. Sigue el silencio haciendo rondas. El viento está quieto, como detenido en las calles. La sombra del hombre es un espectro sobre el pavimento.

En el número 1 151 de la calle Romance de mi Destino, una ventana filtraba una amarilla y tenue luz, adentro respiraba pedazos de paz a la tormenta, batalla de esa sombra que se pensaba humano.