Siguió repasando con la mirada a las personas, hasta que llegaron volando a otro muelle. Ahí en vez de que bajara gente, subió un gran número de personas. Alice fue empujada hasta una esquina. Como no había barandales, Alice sintió vértigo al mirar hacia abajo, pero estaba protegido de la altura por una red invisible. La cual podía sentirse al extender la mano. Era imposible caer al vacío.
La plataforma volvió a deslizarse sobre el aire y luego bajó hasta el suelo. Ahí de nuevo bajó un gran número de personas, muy pocas quedaron a bordo del metal; Y a Alice le dio un vuelco el corazón. En la plataforma quedaban unas 7 personas en un grupo y una chica solitaria al otro lado. La que llamo su atención, la miró a la chica de arriba abajo, llevaba puesto un ceñido y largo vestido blanco con detalles negros, era bastante baja y por sobretodo, tenía cabello igual que ella, algo que no se veía muy a menudo. La miró largo rato, conteniendo el aliento y escuchando el latido de su corazón, que era tan fuerte que sintió que todos podrían escucharla. Respiró fuertemente y se atragantó, tosió y la volvió a mirar, ella parecía no haber notado su presencia siquiera, pero el grupo de personas le lanzo unas cuantas miradas curiosas. Sus ojos saltaban de un detalle de la chica a otro, deteniéndose de vez en cuando, hasta llegar a su rostro, blanco, con su larga cabellera negra, que la hacía ver más blanco su rostro. Sus ojos eran enormes, de un color rojizo. Se decía en su mente parece que es cabello real, no una peluca, entonces dedujo que la chica tenía solvencia económica. Volvió a mirarla toda y no podía quitarle los ojos de encima. La plataforma llegó a otro muelle y esto la hizo volver a la realidad, todos habían bajado, y la plataforma ya comenzaba a alejarse, por lo que tuvo que correr y estaba dispuesto a saltar hacia el muelle, ya a un par de metros de distancia, cuando chocó contra una pared invisible. Cayó de espaldas contra la plancha y se sintió profundamente estúpida. - ¡Claro! ¡La maldita pared de seguridad! -
Tardó un poco en recuperar el sentido de orientación. Abrió los ojos. Su cuerpo se contrajo en una mueca corporal de terrible susto. Trastabilló arrastrándose por la superficie de la plancha hasta llegar a la orilla, quizás hasta había dejado salir un grito. La chica estaba a menos de un metro de ella, arrodillada a su lado. Ella no esperaba abrir los ojos y toparse con su rostro mirándola.