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Existen hechos, situaciones, imágenes que pueden causarnos gran impresión, casi siempre suceden de improviso o son casuales y su efecto es capaz de perdurar por mucho tiempo, años quizás. Ir a la tlapalería por algunos taquetes y tornillos suele ser una actividad cotidiana si tu padre te pide que vayas por ellos y él está colocando varios retratos sobre una de las paredes de casa. Así que con tus trece años a cuestas, emprendes el camino para recorrer las cuatro calles que te separan del lugar. Mientras caminas, piensas en que tu padre es un hombre trabajador, es su día de descanso y sin embargo, está realizando actividades en casa sin importar que ya se molió la espalda seis días de la semana en la fábrica donde labora y viene a rematar con los cuadros y otras tareas que se requieren en casa.

Te gusta caminar y observar a la gente que pasa, lo que sucede a tu alrededor, incluso al perro que pata arriba está regando un poste. A tu edad te sorprende casi todo. Ya vas en el segundo año de la escuela secundaria, no eres tan mal estudiante y tus amigos te hacen sentir que formas parte de su grupo. Ellos ya hablan y platican de chicas, de niñas bonitas que les gustan y a las que desearían conquistar. Los escuchas contar y tu imaginación vuela con sus relatos llenos de picardía que solo crees a medias, porque siempre han sido unos exagerados y dicen muchas mentiras. Tú eres muy tímido y solo los escuchas, te sientes algo incómodo porque tú no tienes nada que contar, al menos sobre alguna niña que te pudiera gustar. Y es que sí hay una jovencita de trenzas largas, cara redonda y simpática que te cuadra el ojo, pero no te atreves a hablarle, que tal si te acercas a ella, se enoja y te manda a freír espárragos. Prefieres mantenerte al margen y solo la miras de lejos cuando coinciden en el patio de la escuela. Ni siquiera sabes cómo se llama, aunque deseas averiguarlo.

Ya casi llegas a la tlapalería, has recorrido las calles mirando, pero al mismo tiempo un tanto concentrado en lo que piensas. ¿Por qué eres tan tímido? ¿Por qué te pones a temblar, tartamudeas y casi te haces pipí cuando de hablarle a una niña se trata? Tu amigo Arturo es más atrevido y ya hasta novia tiene, ella va en el mismo grupo que la niña que te gusta. Llegas a la tlapalería y compras lo que te han encargado.

Al salir, sin querer, tu vista se dirige a la contra esquina de la calle, ahí está la peluquería donde sueles venir a cortarte el cabello cuando ya traes la greña muy larga. La peluquería se llama El Novio, y atiende un peluquero gordo y malencarado con el rostro picado de viruela. No es mala persona, cuando te toca asistir, te presta revistas que traen fotos de mujeres bonitas con poca ropa, muchas de esas fotos te inquietan.

Cae la tarde, ya son como las seis, entonces tus ojos se van como por encanto hacia la pared que forma esquina con la peluquería. Hay allí una pareja joven, están abrazados y el hombre parece recargar todo el peso de su cuerpo sobre la muchacha. Desde donde estás alcanzas a percibir que ella es muy bonita y delgada. Viste una falda negra con una blusa verde clara sin mangas. El hombre la sigue abrazando, no la suelta y sigue recargándose sobre ella, quizás está algo bebido porque parece no lograr sostenerse como es debido. Es entonces cuando quedas impactado por lo que miras. El joven extiende la mano derecha y con ella empieza a acariciar los pechos de la muchacha. Es una escena insólita para ti, que no logras asimilar del todo. Él continúa acariciando los pechos de la muchacha sobre la blusa y ella no parece molesta, solo trata de que el hombre mantenga el equilibrio y no vaya a caer. La situación hace que sientas calor en las mejillas y que un extraño cosquilleo inquiete tu entrepierna. ¿Qué sucede? ¿Por qué te sientes así? La situación dura al menos un par de minutos, mismos en que tú has seguido observando sin quitarles la vista de encima; luego echan a caminar y tú no sales de tu asombro, de lo que acabas de contemplar y que te inquieta en forma terrible, extraña.

Emprendes el camino de regreso a casa con el pedido de tu padre, pero ya no eres el mismo que llegó a la tlapalería, ha sucedido algo que ha trastocado tus sentidos, tus pensamientos, hasta la forma de percibir el mundo. No sabes cómo, pero sientes que lo contemplado te ha hecho crecer un poquito, que de algún modo te has hecho más maduro.

Texto agregado el 12-05-2024, y leído por 126 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
15-05-2024 Particularmente me gustan mucho los textos en segunda persona. Qué bueno que la hayas usado, te quedó muy bien. Cavalieri
14-05-2024 —Esas manifestaciones entre géneros, que el muchacho observa, comienzan a alborotar el instinto natural que lleva impreso en sus genes. Así es esa etapa de la vida. —Saludos. vicenterreramarquez
14-05-2024 Bien descrita la escena, el pudor de la pubertad ante la sexualidad. Me gustó que esté contado en segunda persona. Dhingy
13-05-2024 Muy bien narrado ese sentir que, al mirar, siente en su piel un ardor espontáneo. Abrazo Lagunita
13-05-2024 Un encuentro con la sexualidad. Bien narrado. Abrazo grande. sendero
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